Primeros problemas con el pasado

Václav Havel
0:00
/
0:00

El Parlamento, compuesto mayoritariamente por diputados comunistas, eligió, justo a finales de 1989, a Václav Havel como presidente, y el Foro Cívico respetó al Partido Comunista en tanto que parte legítima de la nueva pluralidad política naciente. Y, no obstante, el anticomunismo se convirtió en uno de los principales problemas de este momento.

Václav Havel
El Parlamento, compuesto mayoritariamente por diputados comunistas, eligió, justo a finales de 1989, a Václav Havel como presidente, y el Foro Cívico respetó al Partido Comunista en tanto que parte legítima de la nueva pluralidad política naciente. Y, no obstante, el anticomunismo se convirtió en uno de los principales problemas de este momento.

En los meses de enero, febrero y marzo de 1990, este sentimiento despertó en la segunda mayor ciudad checa, la morava Brno. Aquí, el Foro Cívico, dirigido por el excomunista Jaroslav Sabata (que a última hora había firmado también la Carta 77), asignó la prestigiosa y representativa función de alcalde de Brno al comunista Josef Pernic. Contra ello se levantó una ola de protesta en un sector de la sociedad de Brno, al frente de la cual se encontraba el disidente y antiguo preso político Petr Cibulka.

A pesar de que la jacobina herejía que se quería cometer pudo al fin evitarse, el anticomunismo se infiltró de forma imparable en la política del Foro Cívico, comenzando a tomar el carácter de otro más de sus componentes ideológicos. Ciertos "revolucionarios de última hora" se lo apropiaron como instrumento de poder y de manipulación de la opinión pública; los foros cívicos regionales encontraron en ello un instrumento fácil y versátil en la lucha contra las "mafias comunistas" locales y contra el "amiguismo", con lo que invirtieron su capital político y social en el ámbito de la iniciativa privada.

A mediados de abril de 1990, el procurador municipal de Praga Tomas Sokol (del Foro Cívico) apareció ante la opinión pública con la propuesta de ilegalización del Partido Comunista; tal iniciativa despertó antiguos resentimientos e hizo que se creara una fuerte tensión entre los comprometidos con el Presidente del Foro Cívico y los foros regionales más radicales.

Con la proximidad de las elecciones, el anticomunismo tomó fuerza y la ilegalización propuesta fue exigida incluso por algunos partidos políticos que durante décadas habían colaborado con el Frente Nacional. Estaban además aquellos cuya legitimidad (el derecho a hablar primero y en voz alta de su propia situación) con respecto a un ajuste de cuentas con el pasado comunista estaba fuera de toda duda: eran, por ejemplo, presos políticos de los años 50, cuya voz minoritaria acabó perdiéndose en la vorágine del momento sin que nadie los escuchara.

De ellos partió la iniciativa, que finalmente se aprobó en la Asamblea Federal el 24 de abril, de sacar una Ley de rehabilitación judicial, que, en cierta medida, copiaba el texto de una ley semejante del año 1968; esto mismo determinaba sus propias limitaciones: borró unos veredictos injustos e hizo posible una compensación para las víctimas del arbitrario sistema judicial comunista, pero sin llegar a caracterizar a aquel régimen como criminal e ilegal. Precisamente sobre esta cuestión se discutiría tempestuosamente en los años siguientes.

El problema de la seguridad nacional convulsionó la política durante todo este periodo. El Ministerio del Interior se convirtió rápidamente en centro de atención de diversos grupos de interés, cuyos representantes, bien por la marcha de los acontecimientos, bien intencionadamente, se encontraban dentro de su radio de influencia. Podrían encontrarse aquí intenciones y actitudes muy diferentes, con referencia a las cuales el OF o la VPN no tuvieron una influencia decisiva en los acontecimientos hasta el momento de las elecciones de junio.

Los vencedores de la Revolución se resignaron a no poder controlar las instituciones cardinales del Gobierno, en las cuales sobrevivía la influencia de los funcionarios de la época anterior. El lema de la actividad pública o semipública en los asuntos políticos internos era apropiarse del tesoro de poder almacenado en los archivos del Ministerio. Tras las puertas de los despachos y las secretarías se comenzaban a llevar a cabo las primeras y extraoficiales "lustraciones" ("lustrace", en checo, es el término que designa la investigación de los vínculos y contactos de las personalidades políticas con las estructuras del Ministerio del Interior, sobre todo con la Seguridad del Estado -StB-)1, que no sólo iban encaminadas hacia la idea de eliminar de la vida pública a los confidentes, sino también a fabricar, y utilizar intencionadamente, escritos comprometedores para personalidades pertenecientes a las estructuras de los partidos y del movimiento democrático.

Este incontrolado y dudoso proceso (los documentos relativos a unos 15.000 de los más importantes confidentes desaparecieron a comienzos de la revolución) desembocó en una lustración oficial pre-electoral: una investigación sobre los candidatos de los partidos políticos y asociaciones. En Eslovaquia, tanto post-comunistas como excomunistas al mismo tiempo se (re)orientaron hacia posiciones nacionalistas, reticentes y contrarias a los políticos "civiles" que representaban ideas liberales y federales. En la zona checa sucedió al revés: se llegó a un agudo enfrentamiento entre post-comunistas y excomunistas a causa de la diferente concepción de lo que debía ser el Ministerio del Interior.

1 La palabra checa "lustrace" (pronúnciese /lustratse/) es la palabra con la que los checos se refieren a los intentos de identificar a los colaboradores del régimen comunista. Aparecerá repetidamente a lo largo de todo el libro. Con ella los checos también designan habitualmente a las leyes (fueron dos) aprobadas en 1991 y 1992 para poner orden en estos procesos. Los capítulos de Petr Blazek y Pavel Zácek son los quemás se detienen en las "Leyes de Lustración" y sus consecuencias.

Igualmente, la cuestión de la transformación económica se convirtió en un asunto de gran polémica (por el momento, no pública). Poco tiempo después de la instauración del "Gobierno de Entendimiento Nacional", podía parecer que esta era una cuestión para especialistas y, sin embargo, los primeros meses del año mostraron que también se trataba del asunto político por excelencia.

Bajo el impulso del Foro Cívico, se inauguró una especie de competición para decidir cuál era el mejor escenario para las reformas económicas, en la cual tomaron parte diversos grupos de poder y escuelas que se esforzaban por imponer su criterio. Naturalmente, las concepciones que acabaron resultando más influyentes fueron las que salieron de las manos de los economistas profesionales de los Gobiernos. El programa de reformas elaborado por un equipo de expertos del Gobierno checo se oponía, al menos en parte, a la alternativa que proponían los economistas del Gobierno Federal, y fue el que finalmente obtuvo la victoria en esa especie de competición informal.

A pesar de otros problemas y trastornos (por ejemplo, el incremento y multiplicación de la criminalidad a raíz de la amnistía otorgada por el Presidente), el Gobierno gozaba de una popularidad no desestimable. Mucha gente basaba sus esperanzas y aspiraciones en algunos de los políticos más significativos. El presidente Václav Havel encarnaba "otra" política, caracterizada por la apelación moral, gestos de significado profundo y discursos elocuentes. A otro antiguo disidente, y ministro de Asuntos Exteriores en la época que siguió a la revolución, Ji"í Dienstbier, se le relacionaba con la nueva tendencia pro-occidentalista de Checoslovaquia.

El Ministro de Economía Václav Klaus (a partir del año 2003, presidente de la República Checa) se convirtió, ya en la época de transición, en la encarnación de una rápida, radical y prometedora reforma económica. En Eslovaquia, entre los políticos más populares se encontraban el Presidente del Gobierno Milan Cic y el presidente del SNR Rudolf Schuster, sin que, sorprendentemente, les afectara su antigua colaboración con la cúpula comunista antes de la Revolución de Noviembre. Indudablemente, ello tuvo que ver con el hecho de que, mediante una conducta que quería significar un retorno desde aquellas posiciones, lograron convencer a los ciudadanos de que eran capaces de defender los intereses eslovacos dentro de la Federación.

La popularidad de los símbolos políticos y la confianza en ellos estaban íntimamente relacionadas con tres mitos de la época posterior a la Revolución de Noviembre. El mito de "apretarse el cinturón" alimentó la creencia de que una necesaria pero temporal humildad y resignación conduciría a un mejor nivel de vida y a una prosperidad de toda la sociedad en su conjunto; esto dio margen a los políticos para instaurar ciertas medidas impopulares. El segundo mito tenía el nombre de la "vuelta a Europa" y provocaba la impresión de que Checoslovaquia pronto se equipararía con los exitosos estándares de Europa Occidental. El tercer mito podría más o menos denominarse "la rápida emancipación nacional de Eslovaquia" en unas condiciones favorables de libertad política.

Jirí Suk realizó estudios de Historia y Archivística en la Facultad de Filosofía de la Universidad Carolina de Praga. En la actualidad es investigador en el Instituto de Historia Contemporánea de la Academia de Ciencias de la República Checa.