Cartas bomba adelantarían golpe comunista
En septiembre de 1947 se perpetró un intento de atentado contra tres políticos demócratas checos mediante el envío de cartas bomba. Las pesquisas apuntaron a que los organizadores de los atentados fueron personas ligadas al Partido Comunista. Éstas nunca fueron castigadas. En cambio, cuando en febrero de 1948 los comunistas tomaron el poder en Checoslovaquia se inició una persecución contra los funcionarios de la Justicia y los testigos que deseaban aclarar la verdad sobre los atentados.
El Partido Socialdemócrata no podía ser considerado una formación plenamente democrática porque estaba infiltrado por simpatizantes del Partido Comunista.
Del Ejecutivo formaban parte, además, el Partido Socialista Nacional y el democristiano Partido Popular. Eran formaciones democráticas.
La meta de los comunistas era alcanzar el poder absoluto. El Partido Comunista se preparaba para la lucha decisiva por el poder desde mediados de 1947. En una atmósfera de creciente tensión se produjo en septiembre de ese año un intento de atentado contra tres políticos del bando democrático:
El viceprimer ministro Petr Zenkl del Partido Socialista Nacional, el ministro de Justicia Prokop Drtina de la misma formación política y el titular de Relaciones Exteriores Jan Masaryk, sin militancia política e hijo del fundador del Estado Checoslovaco independiente, Tomás Garrigue Masaryk.El miércoles 10 de septiembre de 1947 el presidente checoslovaco Eduard Benes conversaba en el jardín de su residencia privada en Sezimovo Ústí con el viceprimer ministro Petr Zenkl del Partido Socialista Nacional. Benes se estaba recuperando de un derrame cerebral pero seguía perfectamente lúcido.
Según recordaría después Petr Zenkl, el Presidente le dijo:"En lo que respecta a la actuación de nuestros comunistas, no excluyo nada. Son capaces de todo, incluso de recurrir a un golpe violento. Si esto sucediera, tú debes marcharte del país porque a tí te matarían. ¿Oyes? ¡Te matarían !"
El mismo 10 de septiembre de 1947 llegó a la sede del Partido Socialista Nacional en Praga un paquete a nombre de Petr Zenkl en cuyo sobre se leía que contenía perfumes.
El ministro de Justicia, Prokop Drtina, fue destinatario de semejante envío.
El tercer paquete, destinado al ministro de Relaciones Exteriores, Jan Masaryk, fue interceptado por la Policía en una oficina de Correo.
Cada paquete contenía una cajita con dos cargas del explosivo trinitrotolueno con sus respectivos detonadores como descubrió en el Ministerio de Justicia un veterano de la Primera Guerra Mundial a cuyas manos llegó el primero de los paquetes sospechosos. El funcionario evitó que el artefacto explosivo estallara y dio la alarma.
Cuando la policía detonó en un polígono militar uno de los artefactos explosivos, quedó evidente que la carga era tan potente que habría podido matar a quien estuviera a su alcance.
En la política checa los atentados son un fenómeno excepcional. Se conocen solamente dos, cuyos autores fueron anarquistas con un pasado comunista.
En enero de 1919 un joven intentó matar de un disparo al primer ministro, Karel Kramár, pero la billetera del político contuvo el impacto.
En 1923 otro fanático disparó al ministro de Finanzas, Alois Rasín, y le hirió de gravedad. El político falleció después de seis semanas de enorme sufrimiento.
El intento de atentado contra tres personeros democráticos, en septiembre de 1947, tuvo lugar en medio de una encarnizada lucha política entre demócratas y comunistas.
El ministro de Justicia, Prokop Drtina, señala en sus Memorias que el Gobierno no condenó el atentado en la sesión inmediata al suceso. Esto se debió a la actitud de los comunistas.
Al inicio de este programa les contamos que en el Ejecutivo predominaban los ministros comunistas. El Gobierno estaba presidido por el comunista Klement Gottwald y un militante comunista controlaba también la cartera del Interior.
?A qué se debía la preponderancia de los comunistas en el Ejecutivo checoslovaco? La respuesta es sencilla:en las elecciones de 1946, el 40 por ciento de los checos votaron por el Partido Comunista.
El Gobierno tardó una semana entera para condenar el envío de los artefactos explosivos a sus tres ministros, pero lo hizo en términos muy ambiguos. El texto fue el resultado del enfrentamiento entre comunistas y demócratas.
Los comunistas trataban de comprobar que el intento de atentado era una provocación de su rival, el Partido Socialista Nacional, que supuestamente quería sacar réditos políticos de las cartas bomba enviadas a sus políticos.
La crispación entre comunistas y demócratas entorpecía las investigaciones del intento de atentado. En los periódicos se publicaron fotos de las cajitas en las que llegaron las cargas explosivas. Los funcionarios del Ministerio del Interior, controlado por el comunista Václav Nosek, buscaron en Praga las pistas del fabricante de las cajitas, pero no descubrieron nada.En las pesquisas se produjo un vuelco cuando un campesino del pueblo de Krcman informó a un funcionario del Partido Socialista Nacional de la ciudad de Olomouc, en Moravia Central, que en el taller de un ebanista de su aldea había visto cajitas idénticas a las que habían servido al autor del atentado.
El ebanista Jan Kopka, militante comunista, confesó al ser interrogado que había fabricado las cajitas por encargo de una persona relacionada con el secretariado regional del Partido Comunista.
Los parientes del diputado comunista Jura Sosnar confesaron que el político alardeaba en estado de embriaguez de haber fabricado las cargas explosivas por encargo de Alexej Cepicka, presidente del comité regional del PC en Olomouc.
Todas las pruebas reunidas por los funcionarios del Ministerio de Justicia apuntaban a que el fallido atentado había sido obra de un puñado de comunistas radicales de la comarca de Olomouc.
La policía controlada por los comunistas desde el Ministerio del Interior, empezó a borrar las huellas de los organizadores del atentado.
Llegó febrero de 1948 y el Partido Comunista tomó el poder absoluto a través de una hábil maniobra política. Los historiadores actuales opinan incluso que los comunistas adelantaron la fecha de la toma del poder para tapar el escándalo provocado por el intento de atentado contra tres políticos democráticos, perpetrado por sus militantes.Una vez en el poder, los comunistas se lanzaron a la persecución de las personas que se habían empeñado en descubrir la verdad sobre las cartas bomba. El régimen comunista mantuvo largos años en la cárcel sin juicio y en condiciones infrahumanas a los testigos y al fiscal Frantisek Dolezel que investigó el caso.
Después de la Revolución de Terciopelo, los expertos del Instituto para la Investigación de los Crímenes del Comunismo reunieron sobrecogedores documentos sobre el destino de estas personas. En 1954, por ejemplo, un funcionario de la cárcel capitalina de Pakrác escribió en un informe sobre el ex fiscal Frantisek Dolezel:"Llegó a nuestra institución procedente del hospital psiquiátrico de Bohnice en estado grave y casi desahuciado".