El conflicto entre Rusia y Ucrania por el gas afecta a la República Checa
El conflicto que mantienen Rusia y Ucrania a causa del gas natural se prolonga y está empezando a afectar a la República Checa. Desde el uno de enero, Rusia ha cortado el grifo del gas a Ucrania, y este domingo, el principal proveedor checo de gas, RWE Transgas, anunció un recorte en el abastecimiento del cinco por ciento.
El resultado es un problema de desabastecimiento en todos los países que dependen del gas ruso enviado a través de Ucrania, incluyendo a la República Checa. Y es que el país recibe de Rusia el 75 por ciento del gas natural que utiliza. Así, de momento los checos sufren una carencia de gas del cinco por ciento. Sin embargo, según el portavoz de la compañía checa RWE Transgas, Martin Chalupský, de momento no hay motivo de alarma.
“Somos capaces de cubrir este recorte gracias a nuestras reservas y a través de los gaseoductos que vienen de Noruega, así que no hay nada que temer. Vamos a poder abastecer el 100 por ciento de las necesidades de nuestros clientes”.
Mientras tanto, las compañías en conflicto cruzan acusaciones y se desmienten la una a la otra. Mientras que los ucranianos de Naftogaz insisten en que los rusos incumplen sus compromisos y envían menos gas del acordado, Gazprom asegura que los ucranianos roban o pierden una buena parte del gas que reciben.
La República Checa intervino en las negociaciones en calidad de presidente de la Unión Europea. El viceprimer ministro checo para Asuntos Europeos, Alexander Vondra, tras una reunión con representantes de Gazprom, declaró que la Unión no se inmiscuiría en el conflicto entre las dos compañías.“Nos negamos a participar o arbitrar el conflicto, que consideramos puramente económico. No conocemos todos los contratos y las dos partes consideran que las relaciones contractuales son fiables. La industria del gas no es transparente, y no alcanzamos a ver todos los detalles”.
Por su parte el Gobierno de Ucrania ha anunciado que intervendrá en caso de que el conflicto dure más de 15 días. El problema de desabastecimiento ha sido mayor en otros países europeos, como Polonia, Eslovaquia, Bulgaria o sobre todo Rumanía, donde el suministro de gas ha caído un 30 por ciento.