La presidencia checa de la UE consigue un acuerdo para la guerra del gas. De momento
La guerra del gas entre Rusia y Ucrania se ha acabado. O eso parece. El primer ministro checo, Mirek Topolánek, en calidad de presidente del Consejo de la Unión Europea consiguió que Moscú y Kiev firmaran un acuerdo, pero cuando ya cantaba victoria, Rusia negó la validez del documento. Solo la intervención de José Barroso consiguió que los contendientes consintieran en un nuevo acuerdo, que deberá ser firmado en los próximos días.
Se trataba de negociar las condiciones del monitoreo del gas ruso que pasa a través de Ucrania, que será realizada por observadores europeos. Y puede decirse que Topolánek tuvo éxito. Pero poco después de que el primer ministro checo aterrizara sonriente en Praga, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, anunciaba que el acuerdo no era válido.
Y es que los ucranianos habían añadido al acuerdo un apéndice en el que aseguraban no haber robado nunca gas ruso y no tener deudas con la compañía rusa de gas Gazprom. Mientras que para Moscú el añadido invalida el documento, para el ministro checo de Industria, Martin Říman, que participó en las negociaciones, se trata solo de un pretexto para prolongar el conflicto.
“No es cierto que se haya modificado el acuerdo. La declaración de los ucranianos es anexa al documento y no lo cambia en absoluto, además ya había sido firmado. El objetivo de Rusia es solo obstruir, porque saben muy bien que la declaración de Ucrania es unilateral y no afecta la validez del tratado.”La situación fue salvada in extremis el domingo al intervenir el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, que contactó por teléfono con la primera ministra ucraniana, Yúliya Tymoshenko, y la convenció para que retirara el polémico apéndice.
De esta manera, según las previsiones, los representantes rusos deberían firmar el nuevo documento este lunes en Bruselas. A la reunión acudirá Říman, en representación de la República Checa.
“En la reunión informaremos a nuestros colegas del curso de las negociaciones, de lo que hemos hecho esta última semana para acabar con la crisis. Y también propondremos medidas para incrementar la seguridad energética de la Unión Europea a largo plazo, algo sobre lo que se ha hablado mucho pero se ha hecho poco”.
La guerra del gas comenzó el día de año nuevo cuando la compañía rusa de gas Gazprom entró en conflicto con la ucraniana Naftogaz con motivo de unos impagos y cortó el suministro de gas, dejando desabastecida a toda Europa central y del este. La República Checa dependía en un 80 por ciento del combustible ruso, de modo que tuvo que recurrir a las reservas y a la importación de gas noruego.