Checos apuestan por comida sana
Los checos se interesan cada vez más por la comida sana. Restaurantes vegetarianos y tiendas de alimentos saludables registran una creciente demanda de sus productos y servicios. Sin embargo, abandonar las malas costumbres alimenticias y renunciar a los platos preferidos, puede resultar muy difícil.
Son sobre todo las mujeres quienes prestan más atención a lo que comen y también cuidan mejor de su salud. Pero en este A Toda Marcha hemos elegido a un jóven checo para conversar con él sobre el tema de la comida sana.
Mirek, agente inmobiliario, de 35 años de edad, explica en qué consiste, según su opinión, comer sanamente.
"Creo que comer sano supone proveer el cuerpo de una combinación equilibrada de sustancias alimenticias. La comida debería ser lo más variada posible y ofrecer al hombre todo lo que necesite. Y, por supuesto, todo aquello en una cantidad reducida".
Mientras que por los alimentos sanos suelen interesarse sobre todo las mujeres, crece el número de hombres checos que piden en los restaurantes ensaladas de verduras y pescado. Mirek reconoce que aunque a veces le cuesta resistir la tentación, trata de evitar las comidas grasientas y comer más o menos saludablemente.
"Yo lo llamaría más bien el afán de comer sano. Naturalmente, tengo que adaptarme a las condiciones del lugar en que me encuentro - es diferente alimentarse en la ciudad y en las montañas. Pero, en general, puedo decir que me intereso bastante por lo que como".
La nueva tendencia se refleja también en la popularidad de los restaurantes italianos entre los jóvenes checos. Parece que la cocina italiana que es rica en pasta, pescado, mariscos y ensaladas de verdura fresca, les conviene más para la salud que la pesada cocina checa.
La mayoría de los restaurantes clásicos ya se han adaptado a la demanda y ofrecen, además de la comida tradicional, platos ligeros y vegetarianos. Sin embargo, Mirek opina que en este sentido aún queda mucho por mejorar.
"Según mi opinión, la situación en los restaurantes checos ha mejorado mucho en los últimos años, sobre todo en las ciudades grandes. Los restaurantes en los pueblos, sin embargo, siguen ofreciendo la típica comida checa llena de grasa y de azúcares".
También los supermercados amplían la oferta de productos buenos para la salud. El mercado checo ha registrado en los últimos años un marcado aumento de la oferta de bioproductos y se cuenta con que en los próximos cuatro años se triplicará su cantidad. Gran interés por este tipo de alimentos muestra la generación joven y las madres con niños pequeños.
Mirek cree que la oferta de alimentos sanos y de bioproductos es bastante amplia, sobre todo en la capital, Praga. Pero según su opinión, los precios son altos y mucha gente no puede permitirse este tipo de comestibles.
"Casi no compro bioproductos. Sé que hay bastantes en los supermercados, pero a mí me parecen demasiado caros. Además, no me oriento en las marcas de estos alimentos, no sé cuáles son buenas y cuáles no. Creo que hace falta más publicidad".
Y es que el precio de los bioproductos en la República Checa sigue siendo entre un veinte y un treinta por ciento más alto que el de los alimentos convencionales.
A pesar de que cada vez los checos comen más frutas, verduras y carne de aves, la checa sigue siendo una de las naciones más gordas en el mundo. Según Mirek, eso se debe tanto al carácter de la cocina tradicional, como a la escasez de ejercicio. También juegan un papel las malas costumbres alimenticias de las familias, admite Mirek.
La decreciente calidad de los alimentos vendidos en los supermercados también es un problema. Los médicos advierten que esto puede influir en la salud de la población provocando diabetes, hipertensión, defectos metabólicos y otras enfermedades.
Algunos médicos proponen bajar el impuesto sobre el valor añadido de los alimentos sanos, como frutas, verduras, leche, pescado, carne de pollo y aceites vegetales. A Mirek no le parece buena idea.
"Creo que este tipo de intervención podría tener un efecto instantáneo, pero no influiría en la alimentación de la gente a largo plazo. Las costumbres alimenticias hay que cambiarlas de otra forma".
También los economistas opinan que tal cambio del IVA tendría más bien impactos negativos. Dicen que entre los productos con el IVA bajo podrían aparecer alimentos malsanos, ya que la mayoría de los productores se esforzarían por conseguirlo. Y quizás surgiría el problema en la definición de los alimentos: ¿cuáles son sanos y cuáles no?
¿Qué opinan ustedes, queridos radioescuchas?