Las campanas de Zlonice marcaron el camino de Antonín Dvořák
En 1865, Antonín Dvořák terminó su primera sinfonía. La tituló ‘Las Campanas de Zlonice’, rindiendo homenaje al pueblo en Bohemia Central donde fue descubierto su talento musical y donde debutó como compositor. Al Zlonice de Antonín Dvořák les llevaremos en este Radioviajes.
Según una leyenda local, durante el principado de los Valkoun murió un noble que fue sepultado en la tumba familiar bajo la iglesia. Vencida por una profunda tristeza su esposa se desmayó y quedó inconsciente. La gente pensó que se había muerto también y la pobre princesa fue enterrada al lado de su marido.
Al cabo de dos días la noble despertó, salió del ataúd, subió las escaleras de la cripta pero encontró la puerta tapiada. Gritaba pidiendo socorro pero los habitantes de Zlonice pensaban que era la voz de las almas de los muertos en el purgatorio y no la ayudaron. Cuando se construyó la iglesia nueva encontraron en la escalera de la cripta un esqueleto. El ataúd de la princesa estaba vacío.
Las campanas que inspiraron a Antonín Dvořák al componer su Sinfonía Nr. 1 en do menor, ya no se encuentran en la iglesia de Zlonice, como nos explica Jan Tůma, director del museo local de Antonín Dvořák.“Las campanas que había escuchado Antonín Dvořák fueron confiscadas durante la Primera Guerra Mundial. Después se organizó una colecta pública y se logró instalar campanas nuevas, pero lamentablemente fueron confiscadas otra vez durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de organizarse otra colecta pública tras la Revolución de Terciopelo de 1989, hasta el momento no se ha logrado adquirir campanas nuevas y la iglesia de Zlonice permanece sin campanas”.
Los fragmentos de las campanas originales se guardan en el Museo de Antonín Dvořák de Zlonice. La exposición está ubicada en el edificio barroco de un antiguo hogar para ancianos, destinado al personal retirado de la casa noble de los Kinský.
El museo fue inaugurado en 1954 y hoy es la institución que posee la mayor cantidad de objetos de la propiedad privada de Antonín Dvořák. La mayoría fue donada por el hijo del compositor, Otakar Dvořák, quien visitó el museo en 1961.
Los visitantes pueden ver un cofre de ébano que Antonín Dvořák y su esposa recibieron con motivo de su boda de plata del mecenas Josef Hlávka, la batuta del compositor, un manual para directores de orquesta del año 1739, un conjunto para fumadores y un espejo que el matrimonio Dvořák tenía colgado en su apartamento en la calle Žitná de Praga.
En una de las vitrinas se expone el pañuelo que el joven Antonín Dvořák envió a su primer amor. Se llamaba Terinka y era hija de su profesor Antonín Liehmann, según cuenta Jan Tůma.
“Antonín Dvořák apuntó en el álbum de memorias de Terinka Liehmannová la siguiente dedicatoria: ‘Cuando un día en el futuro la tristeza nuble tus ojos, acuérdate, niña, entonces, de que estas palabras las escribió tu fiel amigo. En Zlonice, el año 1858, Antonín Leopold Dvořák’, lo que era su nombre entero”.
En el Museo de Antonín Dvořák de Zlonice está instalado también el lecho mortal en el que el compositor dio su último suspiro el 1 de mayo de 1904. Se dice que se acostó después de un almuerzo de domingo y ya no se levantó.
La tradición musical de Zlonice se remonta al año 1616. En la segunda mitad del siglo XIX vivía aquí el barítono Josef Lev, el cantante favorito de Federico Smetana que componía papeles operísticos directamente para su voz. En el Museo de Zlonice se encuentra el original de una carta que escribió a Josef Lev su amigo, el escritor y poeta, Jan Neruda.
En la villa se desempeñó durante medio siglo, desde 1887, el director de coro y gran conocedor de la música religiosa Antonín Wolf.
Y en Zlonice nació Karel Douša, autor de numerosas composiciones religiosas y posterior director de orquesta de la catedral de San Vito en Praga.
Antonín Dvořák se trasladó a Zlonice probablemente en 1853, a los 12 años de edad. Vino para aprender alemán, cuenta Jan Tůma.
“El conocimiento del alemán era entonces muy importante en los negocios. Y el padre de Antonín Dvořák, que tenía una carnicería, quería que su hijo fuera un buen comerciante. En la escuela de Zlonice el alemán era enseñado por Antonín Liehmann, que a la vez era un músico apasionado. Muy pronto reconoció que el joven Antonín tenía un gran talento musical”.
Resultó que el profesor y su alumno se dedicaban más a la música que al alemán. El joven Antonín seguía aprendiendo a tocar el violín, con lo cual empezó ya en su pueblo natal de Nelahozeves. Después lo cambió por la viola, porque Antonín Liehmann necesitaba este instrumento en su orquesta, agrega el director del Museo de Antonín Dvořák, Jan Tůma.“El profesor Liehmann también enseñaba a Antonín Dvořák a tocar el órgano. Se dice que el maestro tocaba y Antonín Dvořák pisaba los fuelles, pero pronto intercambiaron los papeles. También componían juntos. Liehmann no tenía formación profesional en composición pero era un excelente compositor práctico. Compuso numerosas piezas muy bonitas para su época al servicio de los Kinský: misas, marchas, polcas, música para entierros, en fin, composiciones necesarias para la vida de una ciudad”.
Antonín Dvořák permaneció en Zlonice apenas tres años. En 1857 se cumplió su sueño al ser admitido para estudiar en la escuela para organistas en Praga. Pero de Zlonice no se olvidó.
Entre las partituras expuestas en el Museo de Antonín Dvořák no falta la de la obra que lleva en su título el nombre de la villa. ´Las Campanas de Zlonice´ tuvo un destino interesante, cuenta Jan Tůma.“Antonín Dvořák envió la composición a un concurso que tuvo lugar en Leipzig, Alemania. La obra no ganó y se perdió. Mucho más tarde compró su partitura en una librería de segunda mano un señor que también se llamaba Dvořák pero no tenía nada en común con el compositor. Pasado algún tiempo, la pieza apareció en Brno y allí fue ensayada por primera vez por una orquesta. ‘Las Campanas de Zlonice’ se estrenó en Brno en 1936, 32 años tras la muerte de Dvořák. Zlonice no escuchó la sinfonía hasta 2005, cuando la obra fue interpretada en la iglesia local”.
Zlonice aparece también en la ópera ‘Los Jacobinos’, agrega Jan Tůma.
“El mismo Dvořák dice que compuso una ópera por placer, para volver a su juventud. En el libreto leemos: una iglesia con una escalera amplia detrás de la cual hay un palacio. Reconocemos claramente que se trata de Zlonice. Muchos de los personajes de esta ópera son personas reales que Dvořák conocía cuando era joven. Sólo les puso otro nombre”.
La única excepción, que mantiene en la ópera su nombre original, es Terinka, el primer amor de Antonín Dvořák. El compositor únicamente cambió su apellido por el checo Bendová.