De Lituania a República Checa, con escala en España
Sara Fernández lleva apenas un mes en Praga, ciudad a la que llegó para realizar prácticas profesionales. Disfruta de esta experiencia en compañía de los amigos checos que conoció durante su estancia Erasmus en Lituania.
Y Sara eligió la República Checa. Por un lado, porque le llamaba la atención y no se trataba de un destino típico como Francia, Reino Unido o Italia. Por otro lado, porque Praga ya le era familiar. Vino en 2009 a visitar a sus amigos checos, que conoció en Lituania mientras estudiaba con una beca Erasmus.
“Nuestro grupo de amigos éramos como cuatro españoles, tres checos y un eslovaco y nos llevábamos muy bien. Ellos estuvieron en España también, visitándonos, después nosotros vinimos a Praga y seguimos en contacto. Ahora tengo los tres amigos checos y una española, que es novia de uno de ellos. Y el eslovaco está ahora en Austria. Así que estamos todos en Centroeuropa”, explica.
Sara se enfrenta a una nueva experiencia en el extranjero. Unos 800 kilómetros separan Lituania de la República Checa. Ambos países pueden tener algunas características comunes, como el frío invierno, y otras muy diferentes. En cualquier caso, tras volver en 2009 a España para continuar sus estudios, vivir en Praga es lo más parecido a una vuelta a Lituania.“Estar en Praga me recuerda mucho a Lituania, porque si lo comparo con España es totalmente distinto, pero también existen algunas diferencias. En Lituania estuve un año de Erasmus, así que genial, porque es el año perfecto, con tus amigos, las fiestas… El frío más o menos igual, y la gente un poco parecida entre Praga y Lituania. Un checo sabrá compararlo mejor que yo. Las dos experiencias muy bien, aunque diferentes. Antes estuve en Lituania de estudiante y ahora aquí trabajando”, comenta Sara.
De momento, está trabajando en Mentora, una consultora internacional con diferentes proyectos, principalmente en Latinoamérica. Praga, ciudad que conoció hace ya casi dos años, le encanta. “Es una ciudad de cuento”, afirma. Sin embargo, y a pesar de su experiencia lituana, le cuesta acostumbrarse a la falta de calidez en el trato de la población checa.“Hay diferencias, yo noto que los checos marcan las distancias, son un poco fríos, igual en comparación con los españoles. Nosotros, al conocer a alguien, le damos dos besos y ellos te dan la mano y te marcan la distancia. Pero bien, por ejemplo, el fin de semana pasado estuve en casa de uno de mis amigos checos, con su familia. No te entienden, pero te sonríen, también te dan una buena acogida, con diferencias”, cuenta.
El hecho de tener amigos checos plantea la ventaja de contar con los mejores guías turísticos, la población autóctona. En tan poco tiempo, además de Praga, Sara ha visitado otros puntos de la República Checa.“Quedo mucho con mis amigos checos, ellos me pueden enseñar más cosas. Hemos ido a probar la comida checa, he probado el tatarský biftek -la carne picada cruda-, el gulash... He estado en el pueblo de mi amigo checo. Estuvimos en Pilsen, en la fábrica de la cerveza; voy a ir a Viena, a ver una amiga que está allí… tenemos diferentes planes”.
Sara intenta aprovechar al máximo la estancia, puesto que 12 semanas se pasan muy pronto. El 17 de abril está prevista su vuelta a León, su ciudad natal. Quedarse durante más tiempo en Praga es una idea que no le desagrada en absoluto.“Tampoco tengo ninguna razón especial para volver a España, o quedarme aquí. Entonces, si me encuentro a gusto y veo que tengo alguna oportunidad o surge, y como tengo amigos, que no es lo mismo que estar sola, depende como vaya viendo, igual me quedo más tiempo, igual me planteo quedarme un mes más… la verdad es que no lo sé porque no tengo nada ahora mismo que me ate a ninguna parte, entonces no sé”, expone.
Y, ¿se imagina Sara viviendo para siempre en Praga? Eso ya no lo tiene tan claro.
“Sí que lo he pensado, pero creo que no. Una temporada, igual años, sí. Pero toda mi vida, creo que no. Me gustaría en los últimos años cuando sea mayor, estar en España. Sobre todo por el clima, que te afecta muchísimo, tantos años con tanto frío. Y también un poco por la gente, es quizas más cariñosa y un poco más abierta en España. Aquí unos años, sí, por la experiencia, pero toda mi vida, creo que no. Pero, nunca se sabe”, explica Sara.Tal y como ella dice, nunca se sabe. No sería la primera vez que alguien dilata una breve visita a la República Checa durante años.