Un mexicano en la escuela de cine de Praga
La famosa FAMU, la escuela de cine de Praga, atrae anualmente a centenares de postulantes de todo el mundo que quieren estudiar en sus prestigiosas aulas, pero la selección es muy rigurosa y solo unos pocos afortunados quedan. El mexicano Rolando Garduño es uno de ellos.
“Pasé por un proceso de admisión, en checo, doloroso y complejo, donde tienes que hacer muchas cosas y estás en diferentes etapas y cada año, dependiendo del departamento, mucha gente postula y solo toman a unos cuantos. En mi departamento quedamos ocho y postularon entre 43 y 45, así que sí, soy un afortunado. Este año hay un colega de Brasil, otro que es de Macedonia, una colega rusa, y el resto son checos, entonces parece que va a ser un experimento quizás, porque es el departamento que más extranjeros tiene”.
Rolando Garduño ya estuvo en Praga antes: entre 2007 y 2008 hizo un curso internacional en inglés en la misma FAMU, lo que despertó su interés por profundizar su formación en esa casa de estudios.
“Fue una muy buena experiencia pero no suficiente, así que durante los dos años después de que volví a México, me preparé para finalmente estar ahora a punto de empezar clases formalmente en el departamento de edición en FAMU, ahora en checo, porque me puse a estudiar checo, a trabajar mucho, hice muchísimas cosas para poder llegar acá”.De su estancia anterior guarda buenos recuerdos, aunque reconoce que la ciudad y él mismo han cambiado mucho.
“Bueno, yo ya conocía Praga antes y la verdad es que de la primera vez a ahora, han cambiado muchas cosas en mi vida personal y por supuesto, de cómo yo veía con ojos la primera vez, como cuando estás enamorado y entonces todo me parecía maravilloso y sensacional. Ahora tengo mucha distancia, creo que puedo ver más objetivamente las cosas buenas y las cosas malas de vivir aquí, pero por supuesto que vaya, no tengo ningún espíritu de quejarme o de estar en contra de la ciudad, no, me gusta la ciudad, empiezo a entenderla, es decir, cómo funciona, cómo es la gente, qué hacer, qué no hacer”.
La gran diferencia entre su primera estancia y la actual, es que ahora empieza a dominar el checo, lo que le facilita enormemente la vida en Praga.“Por fortuna, el lenguaje es una llave que te abre muchas puertas. Entonces puedes vivir la ciudad de otra manera en checo. Y es algo que poco a poco me voy haciendo mi vida aquí, pero ha sido muy difícil, por supuesto, porque mi vida cambió mucho de cómo yo pensaba que iba a suceder, pero está muy bien, porque realmente estoy empezando a hacerlo todo, empiezo de cero a aprender a hablar, empiezo de cero a tener una vida propia aquí, un poco entre mi vida en la escuela y la gente que voy conociendo aquí”.
Rolando confiesa que cuando se vino a Praga a intentar estudiar en la FAMU, no tenía un plan B, así que se jugó el todo o nada.
“Mira, la verdad es que recientemente una persona muy cercana me sugirió que yo debería tener este tipo de planes alternativos en la vida porque era bueno. La verdad, no tengo una respuesta, no sé qué hubiera pasado. Le aposté todas las canicas a esto y si hubiera fallado, seguramente hubiera resuelto hacer las cosas de otra manera, pero definitivamente de lo que sí estoy seguro es que todo tendría que haber sido enfocado a desarrollar lo que yo quiero hacer que tiene que ver con el cine, eso sí, aquí, allá, dónde, no lo sé, me hubiera tenido que sentar a pensar. Pero, por suerte, las cosas se acomodaron bien hasta ahora y creo que la lucha empieza”.
Sostiene Rolando que todo lo que está viviendo en la actualidad es fruto de su propio esfuerzo y trabajo, que al final siempre paga.“Yo no tengo ninguna fuente de financiamiento ni familiar ni nada, no tengo ningún productor, por desgracia. Yo soy mi propio productor, pero creo que al final es una buena manera, hay que aprender eso, sobre todo en las películas, tú tienes que encontrar la manera de financiar tus propias ideas para que puedan suceder, de una o de otra manera, por aquí por allá, haces un Malabo, entonces vivo un poco la vida del circo, pero el cine es un poco también la vida del circo”.
Rolando Garduño tiene formación de periodista y ha trabajado como productor tanto en publicidad como en cine. Pero cree que estudiar en la FAMU le dará un marco formal para hacerse su propio camino en esto del séptimo arte.
“Sé que la escuela me va a servir para una cosa muy específica, pero no puedes parar, tienes que hacer, hacer, hacer. La cosa específica es aprender una cosa técnica muy concreta para poder expresar mejor las ideas que tengo, conocer gente en el medio, tener buenos colegas y, sobre todo, la gran oportunidad de estar cerca de la gente que hace cine y que te puede decir de una manera más objetiva si lo que tú haces está bien o mal. Y vaya, eso tiene que ver con el gusto, pero es una guía importante. Y finalmente en la escuela conoces gente maravillosa, muy talentosa, muy dedicada, con la que después estableces una relación para toda la vida y que quizás son las personas con las que después vas a hacer tus películas”.Rolando Garduño empieza oficialmente las clases a fines de septiembre, pero ya es un asiduo de la FAMU, hace de productor en los trabajos de otros estudiantes y es un rostro recurrente en la escuela de cine más famosa de la República Checa.