“Este es mi nuevo país, mi nuevo hogar para vivir”

Alonso Hilgert

Peruano de corazón pero con espíritu checo. Alonso Hilgert aterrizó hace un año en Praga con el propósito de estudiar checo y comenzar una carrera universitaria. Tras un año intenso y complicado, la universidad (ICT) aceptó su solicitud y actualmente cursa Química y Medicamentos.

Once mil kilómetros separan la capital peruana, Lima, de Praga. Enrolarse hacia el corazón de Europa para comenzar una nueva vida siempre comporta riesgos e imprevistos con escaso margen de retirada. Después de superar la barrera del idioma, Alonso Hilgert ha congeniado de manera sorprendente con la capital checa.

Praga
Su metro ochenta y cinco y su melena negra, no pasan desapercibidos para nadie. Estudiante de día y dee jay los fines de semana, no se lo pensó dos veces cuando se le presentó la oportunidad de ser universitario en Europa.

“La idea surge por otros amigos, por conocidos que llegaron aquí antes y vieron esta opción, y dijeron “es buena idea”. Nos salió bien, funciona, te tratan bien, el idioma es muy difícil, pero nada es imposible”.

Aunque el aterrizaje en Praga no fue tan sencillo.

“Después de muchos trámites en Lima, una vez llegué aquí ya pasó lo peor. Llegué aquí viendo un mundo nuevo, una nueva cultura, un poco de orden, voces raras, un día muy diferente”.

Los primeros meses de Alonso en Praga fueron un tanto desconcertantes. Necesitaba aprender checo en un año para cumplir los mínimos exigidos para cursar una carrera universitaria en el país, idioma que se le resistió al principio.

Alonso
“El checo es uno de los idiomas más complicados para cualquiera, no para los eslavos, que tienen la misma estructura en la oración. Para los hispanohablantes que formamos una oración diferente, el checo es un problema, no funciona igual las palabras, una que otra letra suenan igual, es un vocabulario nuevo que hay que aprender como formular las oraciones. Es pesado aunque se logra aprender. Después de estudiar dos semestres en un curso especial para extranjeros donde sólo te enseñan a decir al principio, ‘Hola’, ‘Tu nombre’, ‘Cuánto cuesta esto’. Después de tiempo llegas a aprender a cómo socializar con los checos”.

Algo que le llamó la atención de la ciudad es el orden y la paz que respira Praga.

“Todos los días que uno va a estudiar, ves a jóvenes, a gente muy joven yendo a clase solos usando el transporte público, ancianos, gente que se para que se sienten, que respetan, no hay claxón, no hay bulla en la calle, uno que otro borracho en la noche anterior, pero siempre son turistas, no es la gente checa”.

Pese a la fascinación de Alonso por su nuevo país, todavía no se ha acostumbrado al frío invierno de la República Checa, ni a los largos días oscuros que acompañan a Praga durante gran parte de la época invernal. Además, la gastronomía checa es otro de los obstáculos con los que debe lidiar.

Los inviernos son horribles. Lo único malo, que le falta a la República Checa es el mar, porque con eso compensarías el invierno. En verano estás en el mar pero los inviernos son muy fríos, no provocan ni salir, los días son oscuros, no hay casi sol, anochece temprano, son muy tristes. Aunque uno sepa cocinar, o sepa preparar su comida, en esta tierra no crecen los mismos vegetales, la misma carne no siempre se encuentra la misma sazón, se extranya la comida que son tres veces al día. Habiendo profundizado sobre los gustos y las impresiones de Alonso sobre la República Checa, nos vemos obligados a preguntarle las similitudes o diferencias que encuentra entre la cultura latinoamericana y la checa.

Alonso
"En Perú como seguro en otros países de Latinoamérica, siempre encontrabas un borrachín que no dejaba de tomar cerveza, pero no es tan parecido como aquí la cantidad de cerveza que se toma. Algo parecido sería el trato hacia las personas mayores, que siempre respetan, son buenas personas, tratan de ayudar, creo que es igual que en Latinoamérica, nunca te dirán “vete”, o “no me hables” siempre intentarán ayudar".

Al formularle la pregunta de si tiene pensado volver a Perú cuando termine sus estudios, Alonso no tiene ninguna duda.

“Siempre hay que regresar a casa de un momento a otro, pero me gusta vivir aquí. Es un sitio muy cómodo, aquí tuve la suerte de encontrar un trabajo no a largo plazo. Encontré rápido, accesible, fue algo que cayó del cielo. En Lima no hubiera pensado encontrar un trabajo tan fácil, sin conocer nada. No tengo planeado escapar a casa otra vez, este es mi nuevo país, mi nuevo hogar para vivir aquí. Cada vez que hablo con mis amigos de Lima, todos los días les digo, “tienen que venir a República Checa, aquí van a encontrar una nueva cultura, algo mejor, prueben esta posibilidad, les va a ir bien”. Todos los días les invito a que conozcan por aquí”.

Por último, le ofrecemos que escoja entre uno de los patrimonios checos, la cerveza, o las mujeres. Después de pensárselodurante medio segundo, su respuesta es sincera.

“Lo voy a pensar... Las checas, se portan muy bien, son muy buenas personas, aunque la cerveza checa es una de las mejores del mundo por no decir la mejor. La calidez de las checas es muy admirable, no son tan frías como los demás europeos, saben socializar, no tienen miedo de hablar y siempre te ven como algo interesante, con una cultura diferente”.

"Cualquier tiempo pasado fue mejor", citó Jorge Manrique en su día. Pero en este caso, con esfuerzo, perseverancia y adaptación ha logrado pensar, vivir y sentir como un checo más, poniendo en duda la reflexión del autor español. Vítejte Alonso.