Músicos checos que triunfaron en EE.UU.
‘La Batalla de Praga’, ‘La Sinfonía del Nuevo Mundo’ o ‘Música para Praga de 1968’, son ejemplos de composiciones que atestiguan una relación profunda, tanto laboral como personal, de músicos checos con EE.UU.
'La Sinfonía del Nuevo Mundo' de Antonín Dvořák es, sin duda, su obra más conocida y más interpretada. En 1969, cuando Neil Armstrong dio el primer paso en la superficie de la Luna, en los auriculares le sonaba justo esta sinfonía. Parte de 'La Sinfonía del Nuevo Mundo' está grabada en el disco que flota a través del Universo como una información para eventuales civilizaciones extraterrestres.
Dvořák la compuso en 1893 durante su estancia en EE.UU. Entusiasmado por los cantos espirituales de los negros norteamericanos, dejó resonar estos ritmos en su sinfonía. Con ese audaz experimento mostró su genialidad.
Ya a principios del siglo XVIII la música checa se imponía en ultramar gracias a los seguidores de la iglesia protestante 'La Unidad de los Hermanos Checos' que venían a Estados Unidos de la ciudad alemana de Herrnhut, fundada como refugio para los protestantes perseguidos de Moravia.Es el tema que recordó en un coloquio sobre las relaciones checo-estadounidenses, celebrado en la Universidad Masaryk de Brno, el musicólogo Jiří Vysloužil.
“No se limitan a la interpretación de música litúrgica o a la ejecución de composiciones destinadas a fines concretos. Se aventuraron a tocar complejas obras clásicas empezando en 1811 por la primera interpretación, en el territorio de Estados Unidos, del oratorio 'La Creación' de Joseph Haydn”.
Tampoco es muy conocido el nombre del primer compositor checo cuya obra se tocó en Estados Unidos a principios del siglo XIX, continúa el profesor Vysloužil.“En aquella época, junto con las obras de Mozart, Händel, y de los primeros compositores del romanticismo, llegó a Estados Unidos también una composición de František Kočvara, autor de origen checo, que ejerció su oficio en Inglaterra. En 1810 La Orquesta Filarmónica de Boston, dirigida por el alemán Gottlieb Grauptner, anuncia la representación de la composición instrumental titulada 'La Batalla de Praga' escrita en 1789 por František Kočvara”.
Entre los checos y moravos que llegaron a América, tras el año revolucionario de 1848, vinieron muchos músicos. En los lugares donde se instalaban surgían diversas agrupaciones musicales. Una gran tradición musical la tuvieron los checos a finales del siglo XIX en Chicago.
En donde vivían los checos, se hacía música. Lo demuestra también el hecho de que la primera presentación del famoso 'Cuarteto Americano' de Dvořák fue interpretada por los miembros de la familia checa Kovařík.
Otro músico que conquistó el público en América fue un alumno de Dvořák, pianista y compositor, Rudolf Friml. Su talento fue extraordinario, la primera composición que publicó la había escrito con diez años. Al terminar los estudios en el Conservatorio Musical de Praga emprendió, junto con el violinista Jan Kubelík, una gira por Europa y por Estados Unidos donde se instaló definitivamente en 1906.
Según las palabras del musicólogo Jiří Vysloužil, es considerado como fundador del teatro musical.“Friml escribía populares 'chansons' checas al lado de desenfadadas composiciones para piano y violín. Su extraordinario talento musical determinó su carrera profesional para la esfera del teatro musical. Al componer la opereta 'Luciérnaga', pasó a ser el primer autor que escribió una composición original para el teatro musical de Brodway en Nueva York. Otra pieza musical, 'Rose Marie', le brindó la fama universal, ya que algunas de sus canciones se convirtieron en verdaderos éxitos musicales.”
El siguiente compositor checo que llegó a Estados Unidos es nada menos que Bohuslav Martinů. La primera vez que fue a América, en 1942, huía de Hitler. En esta tierra pasó dos largas temporadas, la segunda vez fue para dar clases en la Universidad de Princeton, comenta el profesor Vysloužil.
“En Estado Unidos se quedó casi diez años, pudiéndo gozar del apoyo de sus antiguas y nuevas amistades, y también gracias a que sus composiciones fueron interpretadas y publicadas en el territorio estadounidense. Aunque la experiencia americana inspiró a Martinů para escribir óperas cantadas en inglés, sus pensamientos y su expresión musical se volvían hacia Europa, hacia su patria.”
Jiří Vysloužil, autor de la monografía ‘Un compositor entre Europa y América’, incluye a otro músico checo que se hizo famoso en América: Karel Husa. Diplomado del Conservatorio Musical y de la Academia de Bellas Artes de Praga, se marchó para continuar con sus estudios en el extranjero.
“Su primer país de acogida fue Francia entre 1946 y 1954, donde llegó a conocer personalmente a Bohuslav Martinů. Cuando Karel Husa, tras su partida a Estados Unidos, adquirió en 1959 la ciudadanía estadounidense, pasó a ser un ciudadano americano en cuanto a su lengua de comunicación y su conciencia cívica. Sin embargo, nunca renunció a sus raíces checas. Donde mejor expresó ambos polos de su patriotismo fue en la composición 'Música para Praga de 1968' que concibió como una declaración de protesta contra la ocupación de Checoslovaquia en agosto de 1968 por la Unión Soviética de Brézhnev.”
‘Música para Praga de 1968’ es la obra más conocida de Karel Husa y llegó a tener más de 8 000 representaciones por todo el mundo. Husa obtuvo en 1969, por su Concierto para violín n.° 3, el Premio Pulitzer. En 1995, el entonces presidente Václav Havel, le entregó con la Medalla por méritos de primer grado.