“Muchos checos tienen miedo de la UE por un trauma histórico”
El profesor Daniel Esparza presentó en Praga su libro ‘Identidad Nacional y el Otro: La República Checa Frente a la UE’. En este extenso trabajo, estudia el porqué de la cambiante postura de los checos a lo largo de la historia con respecto a la institución, del entusiasmo al euroescepticismo, así como a los otros Estados que históricamente ocuparon las tierras checas, como Alemania o la Unión Soviética.
El libro analiza la difícilmente abarcable cuestión de la identidad nacional, en este caso la de los checos, en su relación histórica con los que Esparza considera ‘Los Otros’. Quiénes son estos ‘otros’ lo explica el profesor para Radio Praga.
“Para explicar estas percepciones desde un punto de vista histórico, me he centrado en los cambios y continuidades de las identificaciones hacia los ‘otros’ históricos de la nación checa, y los ‘otros’ históricos con los que han compartido el mismo territorio. Me refiero a rusos, eslovacos y germanos. No solo alemanes y austriacos, sino también los que vivían en Bohemia, Moravia y Silesia”.
Daniel Esparza estudió en el periodo 2001-2007, esto es, tres años antes y tres años después de la adhesión checa a la Unión Europea, los programas políticos de los principales partidos del país, encuestas de opinión pública y los discursos de Václav Havel y Václav Klaus, los dos presidentes checos tras la Revolución de Terciopelo. El profesor explica algunas de sus conclusiones.“Las identificaciones hacia la Unión Europea son diversas según para quién, pero para todos el peso de la historia está presente. Si nos centramos en la figura de los presidentes checos, que es la institución más importante, carismática y con mayor popularidad del estado checo, vemos como Havel y Klaus reaccionaron de manera bien distinta a la UE. Para Havel, la UE representa la superación de los traumas de la historia checa, un reencuentro con los pueblos europeos y un paso hacia la civilización global”.
Pero para Klaus, el sucesor de Havel en el Castillo de Praga, la Unión Europea representa algo bien distinto.“La posición de Klaus es más temerosa, y se le nota afectado por el peso de la historia. Por tanto presenta la Unión Europea a sus ciudadanos como amenaza y el europeismo como una enfermedad terrible porque pretende unificar todo el continente como si se tratara de una nueva versión de la Unión Soviética, del Tercer Reich o del Imperio de los Habsburgo”.
Esparza explica que los traumas de las invasiones y ocupaciones pasadas son los que alimentan el miedo de los euroescépticos checos. Antiguas potencias en quienes confiaron en un momento determinado se convirtieron en nuevos ocupantes, como la Unión Soviética después de acabar con el enemigo nazi, recuerda el autor.“No olvidemos que ese amor por la URSS entre 1938 y 1948 estaba relacionado con el trauma de Múnich, cuando las potencias occidentales, principalmente Francia y Gran Bretaña, las democracias liberales y los aliados de Checoslovaquia en entreguerras, abandonaron en manos de Hitler a la Checoslovaquia democrática, y con ello traicionaron, al igual que hicieron con España durante la Guerra Civil, la causa democrática”.
Sin embargo, otra de las conclusiones de Daniel Esparza, es que la postura con respecto a la Unión Europea no es un elemento ideológico decisivo para el electorado checo. Así lo demuestra por ejemplo el hecho de que el Partido Cívico Democrático, que ocupa el puesto principal actualmente del Gobierno tripartito, es euroescéptico, pero es votado mayoritariamente por un grupo de población proeuropeo, joven, emprendedor, que viaja, e incluso exporta a otros países, por lo que está interesado en la mayor integración europea posible.El libro ‘Identidad Nacional y el Otro: La República Checa frente a la UE’ no está en venta, pero ya va por su segunda edición. Puede encontrarse en muchas bibliotecas del país, como por ejemplo la del Instituto Cervantes de Praga.