Patriotismo y política en torno a una lápida
¿Se merecen un monumento los sudetoalemanes muertos en las represalias de después de la guerra o no? ¿Es un homenaje a esta gente un monumento a los nazis? Estas son las preguntas que aborda el director checo Jan Gebert en su documental ‘Juego por una Piedra’ (‘Hra o kámen’), ganador del premio del jurado en el festival de Jihlava.
Fue un caso más entre muchos, aunque no el mayor. En Postoloprtech, por ejemplo, se ejecutó sumariamente a 763 personas. Poco después todos los sudetoalemanes que no pudieron probar su resistencia al régimen nazi fueron expulsados de Checoslovaquia de acuerdo con los llamados decretos de Beneš. Sus propiedades fueron confiscadas y en muchos casos entregadas a ciudadanos étnicamente checos. Desde entonces el destino de los alemanes checoslovacos ha supuesto una herida mal curada en la historia checa cuya cicatriz, de vez en cuando, vuelve a supurar.
En 2006, con permiso del Ayuntamiento de Nový Bor, la familia de una de las víctimas erigió en el cementerio del pueblo un monumento a los ocho alemanes asesinados. Dos años después empezó la polémica. Algunos ciudadanos de Nový Bor consideraban que con ese monumento se estaba homenajeando a los nazis, ya que tres de los asesinados habían servido en las SS, y pidieron su retirada. El Consistorio, por su parte, defendía su permanencia.
El reportero Jan Gebert, que cubrió el tema para la revista en la que trabajaba, encontró en la polémica lápida el eje central para un futuro documental. Era exactamente lo que estaba buscando, según contó Gebert para Radio Praga.
“Es un tema recurrente en la sociedad y la política checa. Estaba buscando algo que pudiera seguir en tiempo real, observarlo, filmarlo, y a través de eso expresar cuestiones más amplias como la Unión Europea o quizás la identidad checa. Y lo encontré en esta controversia alrededor del monumento a estos ocho alemanes civiles que fueron torturados y matados un mes después de la Segunda Guerra Mundial por los checos”.El resultado es ‘Juego por una Piedra’, en el que Gebert sigue la evolución de la polémica y retrata a sus protagonistas. Por un lado el alcalde de la ciudad, por el otro el líder del grupo ciudadano opuesto al movimiento. El documental se convierte por tanto en un estudio acerca de cómo una controversia pública aparece, se desarrolla y finalmente se acaba resolviendo u olvidando.
Sin pretenderlo originalmente, el trabajo de Gebert se convirtió en una crítica al mundo político checo, como explica.
“De esa controversia local, poco a poco se empezó a hacer política. Es algo muy popular entre los políticos checos. Para difundir paranoia, difundir el sentimiento de amenaza de los alemanes, difundir paranoia entre nosotros: que algunos no son tan checos, no son tan patriotas como todos nosotros”.
La oposición al monumento se convirtió en Nový Bor en un tema más allá de la división tradicional de izquierda y derecha, uniendo a nacionalistas de todo el espectro político.No es, por tanto, un documental histórico. De los sucesos de Nový Bor de 1945 ya está todo escrito y el documental, por desgracia, apenas podía aportar nada nuevo, prosigue Gebert.
“De hecho era muy difícil encontrar personas que estuvieran dispuestas a hablar sobre este tema, los testigos que lo vieron, por ejemplo. Encontré a algunos pero muy pocos me dieron su testimonio”.
‘Juego por una Piedra’ ganó el premio del jurado en el festival de documentales de Jihlava, uno de los más prestigiosos del país, en 2012, y en general Gebert valora como muy positiva la recepción del público. Uno de los secretos de su éxito, afirma, es que, contrariamente a lo que se pueda prever, la película provoca la risa del espectador.
“Aunque el tema es serio, al final los personajes, los protagonistas principales de este documental, son súper divertidos. Lo que hacen es absurdo y muy divertido de hecho. La gente naturalmente se reía, se lo tomó como una comedia”.También el momento de su aparición juega a favor del documental. La cuestión de los sudetoalemanes ha formado parte de la campaña electoral a la presidencia del país. Candidatos de uno u otro signo político se han manifestado sobre un tema que en teoría está cerrado desde hace más de sesenta años.
De hecho uno de los factores que según los analistas explican la derrota de Karel Schwarzenberg en la segunda ronda es sus declaraciones de condena de los decretos de Beneš. El político conservador afirmó que, de suceder en la actualidad, Beneš habría acabado en el Tribunal de la Haya. Otra de las candidatas, Jana Bobošíková, basó parte de su campaña en el miedo a que los alemanes recuperaran las propiedades confiscadas.
En opinión de Gebert, ya es hora de que la sociedad checa se libre de sus fantasmas y aprenda a mirar a los ojos a este capítulo oscuro de su historia. Precisamente, poco a poco, el trato dado a los sudetoalemanes durante la posguerra ha empezado a ser abordado de forma más crítica.Recientemente el fotógrafo Lukáš Houdek, en su exposición ‘El Arte de Matar’ (‘Umění zabíjet’) recreó algunos de los casos de masacres y torturas mediante imágenes protagonizadas por muñecos. El tema fue tratado de manera abierta también en la película ‘El Molino de Habermann’ (‘Habermannův mlýn’) de 2010.