Los legionarios checoslovacos respaldaron el surgimiento de la futura República
En otoño de 1918, la Primera Guerra Mundial se aproximaba a su fin. A lo largo de cuatro años luchaban y morían en sus frentes soldados de varias nacionalidades, quienes fueron enviados a la contienda para defender los intereses de sus gobiernos y sus monarcas. Los ideales de esos soldados, si es que tenían algunos, fueron desapareciendo paulatinamente en las trincheras.
Es por ello que dedicamos este programa de Radio Praga precisamente a los legionarios checoslovacos.
Las historias concretas de los legionarios son historias de heroísmo, valentía, dedicación y también de traición. La vida de esas personas es un testimonio elocuente de los acontecimientos del siglo XX. Así lo afirma Jindřich Marek, del Instituto de Historia Militar, de Praga, quien describió el complicado destino de los legionarios en varios de sus libros.
”Los más tristes son los destinos de aquellos legionarios que fueron obligados a marcharse al exilio en tres ocasiones, no sabían si iban a volver algún día a casa y si se encontrarían con su familia. Y la verdad es que fueron pocos los que regresaron después de tanto tiempo en el exilio. Durante la Primera Guerra Mundial esos hombres rompieron las cadenas que les ataban a la Monarquía Austrohúngara. Su emperador llegó a considerarles traidores a la Patria y emitió la orden de su captura y fusilamiento inmediato. La segunda vez que se vieron obligados a emigrar fue durante la ocupación de su país por los nazis. Entonces se marcharon al exterior para poder luchar desde allí contra las tropas hitlerianas. Y después del año 1948 muchos legionarios se marcharon nuevamente al exilio huyendo de los comunistas que asumieron el poder en Checoslovaquia. Y este régimen se mantuvo largos años”, dijo.Antes de que pasemos a hablar de los destinos de los legionarios checoslovacos, retornemos a los comienzos de la Primera Guerra Mundial. Cuando en verano de 1914 se desencadenó este conflicto que pronto adquirió dimensiones imprevisibles, el Imperio Austrohúngaro y con él las Tierras Checas que entonces formaban parte de esa monarquía, figuraba entre las Potencias de la Triple Alianza.
Miles de hombres de nacionalidad checa se vieron obligados a entrar en el Ejército Austrohúngaro. Padres de familia, así como muchachos adolescentes fueron enviados a los frentes, donde tenían que combatir al enemigo y donde también muchos de ellos abandonaban este mundo...
Una parte de estos soldados fue capturada por el enemigo durante las operaciones bélicas, quedando prisioneros de los rusos, los franceses o los italianos.Fue entonces, en los campos para prisioneros de guerra que comenzó a surgir el Ejército de un estado que hasta entonces existía sólo en los sueños de varios líderes políticos y demás patriotas checos. A la lucha por la materialización de ese sueño, por la creación de un Estado Checoslovaco independiente, se sumaron muchos checos en el exterior. Se incorporaban voluntariamente a las unidades militares en el extranjero y luchaban por la Patria que no veían desde hacía varios años.
El sueño sobre la independencia de su estado acompañó a los checos largo tiempo, desde el fracasado intento de levantamiento contra los Habsburgo en el siglo XVII, acontecimiento con el que comenzó la Guerra de los Treinta Años.
Durante los tres siglos posteriores, la idea de un estado independiente reaparecía de vez en cuando en los territorios checos con mayor o menor intensidad. Pero recién hasta durante la Primera Guerra Mundial esos ideales han adquirido una forma concreta.
Una parte de la representación política checa encabezada por el futuro presidente checoslovaco, Tomáš Garrigue Masaryk se marchó al exilio, otra parte se quedó en el país, a pesar de que tuvo que hacer frente a hostigamientos y fue blanco de persecución por parte de las autoridades austrohúngaras.
A la idea de los checos de separarse del Imperio Austrohúngaro y crear un estado independiente se sumaron pronto los eslovacos, cuyo país también formaba parte de esa gran monarquía. A los eslovacos les unía con los checos tanto una frontera común como un idioma muy parecido.
Al cabo de años de negociaciones y luchas, el 28 de octubre de 1918 surgió en el centro de Europa un nuevo estado, la República Checoslovaca a cuya creación contribuyó marcadamente la Legión Checoslovaca, indica el historiador Jindřich Marek.
“Cuando surgió Checoslovaquia y después de mucho tiempo se renovó la figura de un estado checo, esta vez en forma de república compartida con los eslovacos, el presidente Masaryk dijo que sin los legionarios no nos podríamos haber imaginado la independencia de nuestra república. Es así al pie de la letra. Los legionarios eran interesantes por el hecho de que Checoslovaquia surgió en 1918, pero ellos ya estaban luchando desde 1914 en Francia, Rusia y más tarde en Italia. Primero tuvimos ejército, y luego Estado”, indicó.
En el momento en el que los bolcheviques querían gobernar Rusia, un puñado de legionarios checoslovacos consiguió algo casi imposible. Ante la traición de los bolcheviques, que los atacaron a pesar de que se había firmado un acuerdo de neutralidad, desarme y marcha a Francia, los legionarios reaccionaron de un modo inaudito.Tomaron la iniciativa y ocuparon miles de kilómetros de la carretera transiberiana desde el Volga a Vladivostok, lo que puso en peligro a todo el mundo y tuvo sin duda su influencia a la hora de que los Aliados dieran su visto bueno al surgimiento de una Checoslovaquia independiente.
Comenzamos la narración sobre el destino de los legionarios checoslovacos en el frente occidental, en Francia, donde en 1914 apareció en el marco de la célebre legión extranjera la compañía Nazdar. La formaban sobre todo checoslovacos residentes en el extranjero, muchos de ellos pertenecientes al club de educación física Sokol. Más tarde el número de legionarios aumentó al nutrirse la compañía de prisioneros de guerra. Al final la legión en Francia llegó a contar con casi 10.000 hombres.
En las filas de la legión checoslovaca lucharon personalidades conocidas hasta el día de hoy, como por ejemplo el pintor František Kupka, considerado uno de los fundadores del arte abstracto. Kupka, al igual que muchos otros, permaneció en Francia después de la contienda. El resto se trasladaron a la recién surgida república y vivieron junto a ella las vicisitudes que el siglo XX trajo a Europa Central.
“Uno de ellos era Heliodor Píka, un joven estudiante que después de la guerra se quedó en el Ejército. Se convirtió en un destacado diplomático militar, y durante la II Guerra Mundial fue el enviado checoslovaco en la Unión Soviética, ayudando a edificar nuestro Ejército en el extranjero, y también informando sobre las partes menos visibles del régimen soviético. Al final esto le costó la vida. Los comunistas lo consideraban una persona incómoda y en 1949 lo ejecutaron”.
El buen hacer de las legiones checoslovacas les valió una buena cantidad de reconocimientos tanto checoslovacos como franceses. El 30 de junio de 1918 el primer ministro francés, Raymond Poincaré, les entregó la bandera de combate por sus servicios en la defensa de Francia, y de hecho el mandatario fue uno de los primeros en reconocer el derecho de los checoslovacos a un estado propio.
>Otro país, donde operaron los legionarios checoslovacos, fue Italia. A diferencia del frente occidental y oriental, allí surgieron las legiones recién en el año 1917. Las legiones italianas contaban con unos 20.000 hombres y cientos de ellos cayeron.
Además de la muerte omnipresente en los campos de batalla, los legionarios tenían que enfrentarse a otro peligro. El Ejército austrohúngaro los consideraba como desertores y no como integrantes de la fuerza armada enemiga. En caso de caer en cautiverio, serían tratados como traidores. Jinřich Marek lo demuestra en el ejemplo del soldado Alois Štorch.
“Era un muchacho procedente de Bohemia del Norte, donde convivían los checos junto a los alemanes. Era miembro de Sokol, la mayor organización de educación física del país, y patriota que como muchacho pequeño llegó al frente italiano en verano de 1918 sumándose a la artillería. Poco después desertó voluntariamente al bando de los legionarios. Hoy día no sabemos si realmente vistió el uniforme legionario, ya que días después se apuntó para una operación secreta en el territorio austriaco, realizada por espías disfrazados de soldados austriacos. Muchos turistas que visitan hoy Italia del Norte conocen el hermoso y extenso Lago di Garda. Los espías debieron cruzar el lago para infiltrarse en las líneas austriacas. Pero fueron traicionados, sabemos casi seguro que el traidor fue Jan Šmarda”.El suceso desembocó en un fin trágico. Uno de los espías fue fusilado, otro tuvo que nadar lejos en el lago casi helado para regresar a las unidades italianas, mientras que Šmarda, que se rindió sin oponer resistencia, ayudó a interrogar al capturado Alois Štorch.
Štorch, juzgado por un Tribunal militar, fue identificado como un desertor austriaco y ejecutado el 5 de julio de 1918 en la ciudad de Riva, en Italia septentrional.
El mismo destino que Alois Štorch lo vivieron también más de 50 hombres, que rindieron su vida por la patria antes de poder convertirse en ciudadanos del nuevo Estado checoslovaco.
Las legiones checoslovacas disponían de la mayor fuerza militar, integrada por unos 60.000 hombres, en Rusia. Sus destinos son los más conocidos y los más dramáticos.
Al principio, las historias de los legionarios en Rusia no difirieron de los emplazados en Francia e Italia. También ahí se trató de las unidades integradas por presos militares y checos residentes en Rusia.
Durante la guerra esas unidades fueron más numerosas que las emplazadas en Francia e Italia. Sin embargo, las leyendas de que al cautiverio ruso se dirigió incluso un regimiento entero, incluida la banda de música, no son ciertas.
Lo cierto es que los checoslovacos no tenían muchas ganas de luchar por el Imperio Austrohúngaro y, sobre todo, a los rusos los consideraban hermanos eslavos. De todas formas no eran malos soldados y en el Ejército ruso no se perdieron, desempeñaron un papel destacado en varias batallas, la más conocida, la de Zborov.En 1917, en Rusia estalló la revolución, los bolcheviques asumieron el poder y firmaron con Alemania el tratado de Paz de Brest-Litovsk. Las legiones que seguían emplazadas en Rusia comenzaron a representar un problema.
Los legionarios no querían colaborar con los bolcheviques, querían regresar cuanto antes a la patria o incorporarse en los combates en el frente occidental.
Pronto se puso en evidencia que el camino a casa se prolongaría o sería imposible debido a los conflictos con el nuevo régimen ruso.
En vista de las discordias con los bolcheviques, los checoslovacos dejaron de creer en las promesas que les posibilitarían su retirada y se pusieron a actuar por cuenta propia.
El popular actor Zdeněk Štěpánek narró en la radio su experiencia en la lucha de los legionarios por una ciudad rusa.“Nuestras filas se están disipando. A mi lado hay un espacio amplio sin protección. Cuatro hermanos míos cayeron y unos cuantos más quedaron atrás heridos. El tiroteo enemigo es cada vez más violento. Trato de averiguar desde dónde vienen las balas. En el ala derecha se oye el grito triunfador de los nuestros. Parece que han alcanzado la estación de trenes. Me puse de pie para echar a correr, cuando sentí un dolor sordo en la pierna, como si alguien me hubiera dado un garrotazo. Me desplomé y esa fue mi suerte. Están disparando como locos. Tomo una granada, quito el seguro, salto y la arrojo con todas fuerzas en la dirección de dónde vienen los disparos. Se oye una detonación enorme. Después hay silencio. Trato de ponerme en pie. No puedo. Espero que pueda caminar gateando y regresar despacio donde mis compañeros”.
Miles de hombres dominaron el extenso territorio de Rusia, los legionarios ocuparon el ferrocarril Transiberiano, comunicación principal entre el este y el oeste del país, llegaron hasta Vladivostok y de ahí se dirigieron en convoyes navales hacia la Europa dividida nuevamente.
En base a las aventuras de los legionarios en Rusia surgieron varias leyendas. La más conocida es la que habla del tesoro zariano, robado por los legionarios, que dio origen al Banco Checoslovaco de las Legiones. Jindřich Marek desmiente esa leyenda.
“Esta leyenda fue difundida por los enemigos de las legiones, es decir, los bolcheviques o algunos rusos ultraconservadores de los círculos del zar, eventualmente por los alemanes, porque las legiones entonces luchaban contra ellos. Se trata de lo siguiente: los legionarios conquistaron Kazán, ocupado por los bolcheviques, que se habían apoderado del tesoro de oro estatal ruso, depositado en el banco local. Los legionarios conquistaron la ciudad, se hicieron con el tesoro y lo entregaron posteriormente al Gobierno democrático de Rusia. Este fue derrocado poco después por el almirante Aleksandr Kolchak que llegó a ser dictador en Rusia Oriental, pero al final fue derrotado por los bolcheviques”.El historiador agrega que al estudiar detalladamente este tesoro, nos damos cuenta de que con los recursos desaparecidos, Kolchak había financiado su Gobierno y Ejército. Eventualmente el dinero fue robado por personas como el atamán Semenov, una figura extraña radicada en Siberia.
Como dice el refrán checo, el ladrón grita que detengan al ladrón, echaron la culpa a los legionarios. Hasta la fecha, una vez por diez años, reaparecen las leyendas que dicen que los legionarios robaron el oro.
Al igual que en otros lugares del mundo, también en las tierras checas, la historia es de costumbre interpretada de distintas formas. El punto de vista varía muchas veces en dependencia de los regímenes que están en el poder.
Los que ayer fueron héroes, hoy son condenados. En el caso de los legionarios, esta regla vale dos veces más.Las autoridades oficiales de la monarquía los consideraban traidores a la patria. Durante el período de la Primera República, las hazañas de las legiones y su contribución a la creación del estado Checoslovaco se conmemoraba con respeto. Entre los legionarios había también escritores, políticos y actores, que escribían y narraban sobre su experiencia.
Al llegar al poder los comunistas, los legionarios pasaron durante unos largos 40 años a la lista negra.
La situación cambió tras la Revolución de Terciopelo, cuando volvieron a conmemorarse las tradiciones legionarias, se empezó con la recuperación de los sepulcros dañados en Rusia. Se publican artículos y libros.
Los traidores a la patria perseguidos volvieron a convertirse en héroes. Esperemos que una vez por siempre. ¿Pero quién sabe?