Los checos descubrieron el encanto de vivir en un ‚panelák‘
Las viviendas prefabricadas de hormigón fueron muy criticadas en Chequia a comienzos de los años 90. Algunos ciudadanos y también políticos, entre ellos el ex presidente, Václav Havel, afirmaban que estas viviendas se asemejaban a jaulas para conejos. Pero pasaron los años y parece que los checos descubrieron el encanto de este tipo de edificios.
”Considero que la mayoría de la sociedad checa también después del 89’ llegó a comprender, y en eso influyeron mayormente razones económicas, que no es posible derrumbar todas las casas prefabricadas, porque un sinnúmero de personas se quedarían sin techo. No había otra alternativa. Se procedió por ello a la modernización de los ‘panelák’ y los barrios de ese tipo de edificios. Lo específico y positivo de estos barrios en la República Checa es la composición social de sus habitantes. Viven allí representantes de círculos oficiales del país, de la clase media, así como obreros”.
La modernización incluyó los interiores de los ‘panelák’, así como sus exteriores y alrededores. En esas zonas se procedió a la edificación de escuelas, guarderías infantiles, parques, centros comerciales y culturales, y se brindaron también otros servicios a los habitantes locales, para mejorar el nivel de su vida, sostiene Josef Panna.
”La mayoría de los habitantes de las casas prefabricadas está conforme con su vivienda y afirma que la considera muy agradable. Esto se debe indudablemente a los cambios registrados en estos barrios en los últimos dos decenios. Los ‘panelák’ ahora están rodeados de zonas verdes y el ambiente allí es acogedor”.Vivir en una casa prefabricada de hormigón tiene asimismo otras ventajas como el suministro de agua y calefacción central asegurados, así como una buena comunicación con el centro de la ciudad en autobús, y en Praga también en metro.
Las ventajas de un ‘panelák’ las aprecian actualmente muchos checos, entre ellos Věra Pevná, de Praga.
”Se vive bien aquí. Desde el decimosegundo piso donde vivo yo tengo una bonita vista a los alrededores. De un lado hay un parque, del otro una escuela, y muy cerca un policlínico y un comercio. En el pasado, durante el comunismo, estaba feliz de tener donde vivir, pero igual quería mudarme más al centro de Praga. Ahora estoy contenta de no haberlo hecho. La vida en las afueras de la ciudad es más tranquila y cuando uno quiere, en 15 o 20 minutos llega en metro al centro. Además, no todos tienen dinero para comprarse una casa y ¿dónde vivirían todos si no existiera este tipo de viviendas?”.
Los arquitectos y otros expertos del sector de construcción ofrecen nuevos estudios de cómo hacer más conforme todavía la vida en las casas prefabricadas de hormigón. Estas se siguen construyendo y la demanda es amplia, especialmente de apartamentos más pequeños, pero más baratos. En cuanto a los barrios de este tipo de edificios, el mayor problema es la gran falta de plazas de aparcamiento, ya que el número de personas que hoy tienen un automóvil es mucho más elevado que hace veinte años.