Juguetes eróticos de diseño checo, en marcha gracias al crowdfunding
Anna Marešová estableció un hito al ganar el Premio Nacional Estudiantil de Diseño de la República Checa con una línea de juguetes eróticos. Sus vibradores y bolas chinas, de estilo pulcro y elegante, se han hecho ahora realidad gracias a una exitosa campaña de crowdfunding que ha recaudado más de 35.000 euros.
Marešová era una estudiante prometedora. Con su trabajo de diplomatura ‘Tranvías para Praga’, había cosechado diversos premios de repercusión nacional. En su trabajo de fin de carrera dejó a un lado las grandes máquinas para centrarse en algo más pequeño e íntimo. Con su nueva gama de juguetes sexuales obtuvo en 2011 el Premio Nacional Estudiantil de Diseño, el premio Exit Design y el Prototipo del Año de la revista Dolce Vita.
Recordando este espléndido fin de sus estudios, Marešová valora que sus profesores comprendieran que no se trataba en absoluto de una frivolidad.
“Entendieron que cuando hago algo me lo tomo en serio. Antes me había dedicado a varios temas, incluyendo un nuevo tranvía para Praga, y sabían que este era un tema que me interesaba profundamente. No es una extravagancia ni algo frívolo. No quería pasarme un año ideando una silla. Esto era algo hacia lo que sentía algo fuerte”.La clave del éxito fue por un lado su blancura y sencillez, que permite distinguir perfectamente la forma y aporta una sensación de limpieza e higiene fundamental en un producto de este tipo. Por otro lado su funcionalidad, añade Marešová.
“Mis diseños son normalmente muy simples visualmente, porque no me gustan los productos multifuncionales. Desde mi punto de vista, la multifunción no funciona. Me gusta que el propósito sea simple y que el objeto sea simple, elegante y liso. Que tenga una función clara y que la cumpla bien”.
Del papel a la línea de montaje
El blanco impoluto cayó sin embargo dos años más tarde, cuando uno de los diseños, las bolas chinas, se hizo realidad, y Marešová quedó tan impresionada por su aspecto en silicona roja que añadió esta variante a la blanca. No fue la única revelación fruto de pasar del papel a la fábrica. El proceso de hacer realidad sus diseños supuso un nuevo mundo para Marešová.“No me imaginaba lo difícil que podía ser. Normalmente esto funciona de forma que haces un prototipo y tienes un agente en China, donde se producen los prototipos funcionales y eventualmente empiezan a hacer el producto. Pero nosotros estamos desarrollando nuestra empresa, Whoop De Doo, aquí, y todo se hace en Chequia. A veces es un agobio. Tenemos reuniones con los fabricantes que duran horas y donde se repasan las listas de problemas a los que tenemos que enfrentarnos. Me gusta, pero el proceso puede ser muy cansado”.
La importancia del trabajo técnico se eleva al tener en cuenta la apuesta de Whoop De Doo por la calidad. El vibrador, por ejemplo, es activado por tres motores en lugar de uno, y a pesar de todo permanece flexible. Marešová pone especial énfasis en los materiales y la solidez del diseño, apunta.
“No me gustan los compromisos y hay unas pocas cosas en nuestros productos en las que no estamos abiertos a ellos. Una es el material básico, usamos solo silicona de uso médico, y otra es que todos los elementos mecánicos y electrónicos tienen que estar insertos y permanecer invisibles. Esto puede ser muy difícil de hacer, pero creo que es una de las cosas que hace que nuestros productos sean diferentes: los otros buscan lo más barato, y pienso que esa es nuestra ventaja”.
35.000 euros en Crowdfunding
Otra diferencia competitiva es, por supuesto, el marketing y la imagen. Son productos esencialmente para mujeres diseñados por una mujer. Y qué mujer. La joven y hermosa Anna Marešová gozó de gran proyección mediática al ganar el premio de diseño, la entrevistaron, por ejemplo, en la revista Playboy, y su rostro, sonrisa y desenfado acompañan de forma insustituible toda promoción de la línea de juguetes eróticos de Whoop De Doo.Su popularidad y el éxito de las primeras bolas chinas llevó a un intento de financiarse mediante crowdfunding, es decir, mediante donaciones de futuros clientes, que pagan por adelantado un producto aún no fabricado. La campaña fue un éxito, lográndose alrededor de 35.000 euros y permitiendo el desarrollo del resto de la gama pensada originalmente en 2011: las bolas vibradoras y el consolador.
“Ya ha terminado, aunque hay todavía secciones en las que se pueden adquirir algunos productos todavía. 35.000 euros es una buena cantidad. Alrededor del 40% de las contribuciones vinieron de la República Checa, y el resto de otras partes del mundo. El proyecto necesitó por supuesto un montón de Relaciones Públicas. A su manera lo veo como un paso hacia el extranjero. En el futuro me gustaría lanzar el producto en otros mercados, incluyendo Gran Bretaña y Estados Unidos. Tengo la distribución ya acordada en lugares como por ejemplo, Suiza”.Los contribuyentes del crowdfunding han podido adquirir por ejemplo una línea exclusiva de bolas chinas en color negro. Para los otros dos productos, tendrán que esperar un poco. El vibrador ya está en estos momentos oficialmente en venta, aunque no comenzarán a realizarse los envíos hasta diciembre de este año. Por su parte, las bolas vibradoras estarán totalmente desarrolladas a mediados 2016.
La publicidad de Whoop De Doo, joven y fresca, usa intensivamente Internet y las redes sociales, por donde distribuye sus vídeos, fotos y mensajes de estética acorde a la de sus productos. La impresión generada es la de dirigirse a un público femenino de nueva generación, que se masturba con naturalidad y no ve en ello nada sucio o morboso, ni tampoco feminista o combativo. No obstante los clientes de Whoop De Doo no son siempre tan jóvenes, afirma Marešová.
“Nos enteramos de una mamá que compró las bolas de Venus para su hija y salvó así su relación, que estaba pasando por un mal momento. Y eso es algo muy agradable de escuchar. También hay un grupo de mujeres de más de 60 años, realmente me encantan, que nos han escrito dándonos las gracias por abrir la discusión en el tema de la sexualidad femenina. Esa también es parte de nuestra misión, romper tabús. No se trata solo de productos, sino de comunicación. Lo siento un poco como un estilo de vida”.Anna Marešová estudió diseño de productos en la Facultad de Arte y Diseño de la Universidad de Ústí nad Labem y en la Universidad de Derby. Ha sido nominada dos veces al premio Czech Grand Design en la categoría de descubrimiento del año.