Se cumplen 20 años del cambio libre de la corona checa

Foto: Barbora Kmentová

En 1995 una nueva ley acabó con el tipo de cambio de la corona checa impuesto por el Estado y convirtió la moneda en libremente cambiable, como suele ser habitual en las economías capitalistas. La medida permitió por primera vez a los consumidores checos acceder sin cortapisas a productos extranjeros.

La corona checoslovaca,  foto: ČT24
Durante el régimen comunista la moneda checoslovaca estaba sometida a un tipo de cambio artificial, su valor venía impuesto por el Estado de acuerdo con sus intereses económicos y no se correspondía con su valor real. De esta forma el acceso a monedas extranjeras de forma oficial se hacía solo con permiso y a menudo a precios inconvenientes, por lo que florecía el mercado negro de divisas, dominado por los llamados “veksláci”.

En 1990, con la caída del comunismo, el estatus de la moneda pasó a ser parcialmente libre y finalmente, el 1 de octubre de 1995, su valor de cambio se liberalizó completamente, pasando a manos de las leyes de la oferta y la demanda.

Josef Tošovský,  foto: Archivo del Gobierno Checo
Se trató de un paso valiente por cuanto el Estado perdía parte del control sobre la economía, opina el gobernador del Banco Nacional Checo, Josef Tošovský.

“Este paso, aunque positivo, no es ninguna tontería. Significa que el mercado se comportará con nosotros según le apetezca, y no cómo queramos nosotros”.

Una corona plenamente liberalizada era algo casi inimaginable para la gran mayoría de checos que habían crecido con el comunismo y ahora de pronto podían cambiar su moneda en París, Nueva York o Fráncfort por su valor real y comprar así los productos extranjeros que no llegaban a Chequia, describe el economista Miroslav Ševčík.

“Permitió sobre todo comprar productos que tras la caída de la economía planificada se habían vuelto deficitarios. Ahora la gente podía importar televisiones a color, neveras, vídeos, videocámaras… Esas cosas que en el país se podían comprar solo con los vales Tuzex. Una gran ventaja era que los empresarios podían recibir divisas para mejorar su tecnología, lo que nos permitió competir después mejor con los mercados de Europa Occidental”.

Foto: Miloš Hlávka,  Wikimedia CC BY-SA 3.0
Los mencionados vales Tuzex se obtenían a cambio de divisas, y estas se podían comprar solo al tipo de cambio marcado por el Estado. En las tiendas Tuzex solo se admitían divisas o vales de este tipo, y constituían el único lugar del país donde comprar productos importados. Tal como estaba establecido el sistema, el precio de estas mercancías era arbitrario y determinado desde arriba.

El régimen comunista minimizaba así el impacto de las importaciones en la economía, orientando el consumo exclusivamente a los productos nacionales, aunque muchas veces ni en calidad ni en cantidad estos se correspondieran con los deseos de la ciudadanía.

La corona checa,  foto: Štěpánka Budková
El libre cambio de la corona checa acabó con este tipo de comercios, que dejaron de tener sentido, e hizo más fácil a los checos viajar al extranjero, ya que podían cambiar dinero para su estancia al valor real y sin pasar por el mercado negro.