Un siglo de la mayor catástrofe hidrológica checa

La aldea Desná después de la catástrofe, 18 de septiembre de 1916, foto: public domain

En septiembre se cumplieron cien años de la mayor tragedia de la ingeniería hidrológica de la historia checa. La ruptura del dique de la represa de Desná, situada en las Montañas de Jizera (Jizerské hory) en Bohemia del Norte, se cobró más de 60 víctimas. Sobre las circunstancias de la catástrofe hablaremos en la actual edición de 'Legados del Pasado, Testimonios del Presente'. Más detalles con Dominika Bernáthová.

La aldea Desná después de la catástrofe,  18 de septiembre de 1916,  foto: public domain
Las Montañas de Jizera se vieron azotadas por una serie de inundaciones durante la segunda mitad del siglo XIX. Las más destructivas, provocadas en 1897, impulsaron el proyecto de construcción de un embalse de importancia en el riachuelo de Bílá Desná.

La realización de la obra se La aldea Desná después de la catástrofe, 18 de septiembre de 1916, foto: public domainpuso en marcha 14 años después de la presentación del proyecto. La construcción de la represa se enfrentó a varias dificultades, desde unas destructivas lluvias torrenciales hasta un brusco recorte del presupuesto, causado por la Primera Guerra Mundial. La última dificultad se reflejó significativamente en la calidad de la obra.

El 18 de septiembre de 1916, diez meses después de la inauguración de la represa, aconteció en Desná la mayor tragedia de la ingeniería hidrológica de la historia checa, según comentó para la Radiodifusión Checa Jiří Janáč, del Instituto de la Historia Contemporánea de la Academia de Ciencias de la República Checa.

“Unos obreros forestales se fijaron que en el dique había una pequeña fuga del diámetro de un brazo. Al principio se tomó la decisión de vaciar el embalse, pero finalmente no les dio tiempo, ya que el dique empezó a derrumbarse”. Temiendo por sus vidas, los obreros encargados de vaciar el embalse escaparon del lugar, dejando los cierres medio abiertos. El dique se rompió unos 70 minutos después de que se registrara la primera fuga.

Los 260.000 metros cúbicos del agua desarraigaron decenas de árboles y levantaron toneladas de piedras. La masa mortal corrió a una velocidad vertiginosa hacia el municipio de Desná. A pesar del aviso previo, muchos habitantes se encontraban aún en el pueblo, tratando de salvar sus propiedades, prosigue Janáč.

“Se documentaron 62 víctimas, pero los números exactos se desconocen, ya que algunas personas desaparecieron o no se logró identificarlas”.

Las consecuencias de la catástrofe no tuvieron parangón en todo el Imperio Austrohúngaro; 380 ciudadanos se quedaron sin techo, la mayoría de ellos perdieron todas sus propiedades y más de mil personas acabaron sin empleo, ya que el agua arrasó todas las plantas de pulido de cristal locales, entre otras empresas.

Culpa de las “fuerzas mayores”

Otto Intze,  el proyectista de la represa de Desná,  foto: public domain
La investigación de las causas de la tragedia y el siguiente proceso judicial se prolongaron durante más de una década, apunta Janáč.

“Como la primera causa de la tragedia se señaló una ubicación de la torre de corredera equivocada y un sustrato geológico insuficientemente reforzado. Se criticaba asimismo el tipo del dique, cuyo uso nunca antes había sido probado en el Imperio Austrohúngaro. De los dictámenes de varios ingenieros se dedujo que la tragedia había sido provocada a causa del sustrato geológico de los Montes de Jizera y su insuficiente investigación previa”.

Entre los acusados del juicio, que se celebró cinco años después de la catástrofe, figuraron los representantes de la constructora Schön, junto a los proyectantes y al director de la Cooperativa Hídrica. Janáč aproxima el transcurso del pleito.

Desdpués de la ruptura de la represa de Desná,  foto: public domain
“Al principio el tribunal otorgó a los acusados la absolución, que justificó con el sustrato geológico como la causa de la tragedia. En 1925, empezó un nuevo pleito, impulsado por los afectados. Entonces los acusados fueron condenados a varios meses de cárcel condicional con dos años de aplazamiento. En 1928 fueron amnistiados por el presidente Tomáš Garrigue Masaryk con motivo de los festejos del décimo aniversario del nacimiento de Checoslovaquia”.

Uno de los acusados, Wilhelm Riedl, insistió en su inocencia y a fin de limpiar su nombre volvió a abrir el pleito.

“A raíz de los dictámenes realizados por los representantes de la ingeniería hidrológica checa y de los geólogos se declaró en 1931 la inocencia de los acusados. Se llegó a la conclusión de que la ruptura se debió a las condiciones geológicas. La muerte de más de 60 personas y la destrucción de propiedades de los habitantes de Desná se adjudicó a las “fuerzas mayores”, y no a un error ingenieril”.

La torre de corredera,  foto: David Hertl,  ČRo
Según agregó Janáč, el hecho de adjudicar la culpa a las “fuerzas mayores” se dio probablemente como una medida para que la construcción de represas en el territorio checo no acabase prohibida. De hecho, la Cooperativa Hídrica trató de poner en marcha la renovación de la desdichada presa de Desná.

“Inmediatamente después de la ruptura se empezó a planear cómo renovarla. Querían construir otro tipo de dique, terrestre o de hormigón. No obstante, la represa nunca ha sido renovada, parcialmente a raíz del rechazo de los habitantes de Desná, que se veían amenazados”.

Los restos del embalse atraen a turistas

Foto: archivo de Radio Praga
Las ruinas de la represa de Bílá Desná se han convertido en uno de los lugares turísticos más frecuentados de las Montañas de Jizera. En 2014 un contador electrónico registró en once meses la visita de más de 50.000 turistas.

Con motivo del centenario de la tragedia, las ruinas de la represa se abrieron al público con un aspecto nuevo. Los árboles que cubrían el fondo de la represa desaparecieron para que se viera su extensión y las partes restantes del dique. Los turistas pueden pasar asimismo por un sendero didáctico con fotografías de la época y datos de interés sobre la ingeniería hidrotécnica.

Uno de los socavones de la represa se convirtió en invernadero de once especies de murciélagos.