Galardonada la cristalografía checa
La Academia de Ciencias checa ha entregado sus premios de 2017. El ganador ha sido un proyecto de descripción de nanocristales.
El avance se ha merecido el primer premio de la Academia de Ciencias para los proyectos científicos de 2016. De hecho, el éxito del proyecto llegó hasta la portada de la revista Science, algo que hasta el momento no había logrado ninguna investigación checa.
La distinción otorgada por la Academia de Ciencias no es menos valiosa, opina Palatinus.
“Para mí es sobre todo una gran alegría, un sentimiento de satisfacción. Es un placer ser premiados por un trabajo que hemos realizado a lo largo de muchos años. Pero lo que más me alegra es que es un premio otorgado a todo el equipo científico y no solo a una persona. En la actualidad nadie hace ciencia solo, ha sido un trabajo llevado a cabo por todo el equipo”.
El avance es importante debido a que hasta ahora no era posible modificar las propiedades, y con ello el uso, de los nanocristales de menor tamaño, ya que no se conocía su estructura molecular. Ahora ya es posible, incide Palatinus.“Nuestro método se centra en la descripción de las estructuras de los cristales más pequeños, los micro o nanocristales, con una precisión que hasta ahora nadie había conseguido. Y porque hay toda una serie de sustancias formadas por nanocristales, nuestro método expande las posibilidades de la cristalografía como tal, y debido a la importancia de la cristalografía para toda la ciencia, desde los materiales a la naturaleza viva, cada avance es fundamental”.
El segundo premio concedido por la Academia de Ciencias valoró por otro lado un importante avance en la endocrinología de los insectos. El equipo del profesor Marek Jindra consiguió describir los efectos de una hormona juvenil de los insectos que regula su reproducción. Así lo describe el mismo Jindra.
“La función de esta hormona no estaba clara porque no se conocía su receptor. Cada hormona tiene su receptor, que actúa para regular el comportamiento de determinadas células o todo el organismo. Y este receptor lo habían buscado científicos en Estados Unidos y Europa quizás unos 40 años, hasta que finalmente se llegó a demostrar que el receptor existía. Y nosotros hallamos la molécula”.
Los checos tuvieron la suerte de encontrarse en el lugar correcto en el momento preciso. Ya estaba descubierto el método para la modificación del genoma de los insectos y se pudieron usar además los resultados de los intentos fallidos anteriores. Gracias a eso pudieron provocar una metamorfosis prematura en los insectos de muestra y demostrar que la molécula sospechosa de ser el receptor realmente lo era.“En lugar de que se desarrollara la larva en sus siete estados larvarios, se formó una pequeña crisálida que acabó desapareciendo. Es el mismo defecto que si se extrajera esta hormona. Es decir, el mismo defecto se producía tanto al retirar la hormona como el receptor, y esa era la prueba que había faltado durante tanto tiempo”.
Uno de los posibles usos del descubrimiento es la mejora de los insecticidas que interfieren en la reproducción de los insectos.
El tercer premio de la Academia de Ciencias fue a parar al Instituto de Fisiología por sus avances en la descripción de las enfermedades mitocondriales, en concreto a partir de su metabolismo energético y sus mecanismos patógenos.