La Policía secreta checoslovaca, fiel al comunismo hasta el último momento
La StB, la Policía secreta del régimen comunista checoslovaco, se vio a sí misma en una posición desesperada a finales de 1989, con el triunfo de la Revolución de Terciopelo. Hablamos con el historiador Prokop Tomek sobre el momento más crítico del cuerpo.
La Revolución de Terciopelo, que a partir de noviembre de 1989 llevo a la calle a miles de personas y que precipitó rápidamente el fin del régimen, puso en jaque a este cuerpo policial. El historiador Prokop Tomek, del Instituto Histórico Militar, revela el importante papel que jugó la StB durante los estertores finales del comunismo en Checoslovaquia.
“En noviembre de 1989, o más bien en diciembre, tuvo lugar una acción importante: la eliminación de materiales. Al principio se realizó siguiendo las órdenes del primer secretario del Ministerio del Interior, Alojz Lorenc. Se descartaron documentos en trituradoras de papel, se quemaron en calderas y también se transportaron papeles fuera del Ministerio y se quemaron en zonas de entrenamiento militar. Fue la última acción importante de la StB. Había caos, la Policía secreta en la práctica ya no tenía jefes”.En diciembre de 1989 la oposición llegó en la práctica al poder y se hizo cargo del Estado. Un sistema ocupado por funcionarios en teoría fieles al comunismo, de ellos los más peligrosos, los agentes de la Policía secreta.
La primera decisión del nuevo ministro del Interior, el democristiano Richard Sacher, fue mandar a todo el personal de la StB a sus casas. Tenían que estar localizables al teléfono. Tomek nos cuenta lo que siguió.
“Por supuesto no sabemos si todo tuvo lugar como debería, pero según las reglas que se impusieron, los agentes fueron apartados de sus actividades. El 15 de febrero de 1990 todos los departamentos de la StB fueron cancelados, y fueron sustituidos por nuevas estructuras. Después de los controles y depuraciones que se hicieron para el nuevo personal, la gran mayoría de los agentes y trabajadores de la StB volvieron a los nuevos puestos en el Ministerio del Interior para hacer el trabajo que hacían antes pero esta vez a favor de la democracia”.
Eran tiempos confusos y ni unos ni otros tenían una brújula que marcara por dónde seguir. Por un lado, y dada la situación internacional, estaba claro que el comunismo en Europa había pasada a la historia. Por el otro la oposición recién llegada al poder no tenía ni la gente ni la experiencia para poder organizar una nueva Policía secreta empezando desde cero.“La StB planeaba incluso luchar contra el nuevo régimen y pasar a convertirse en una organización ilegal. Pero esto fue durante un periodo relativamente corto y seguramente participaron en eso solo los más entregados y recalcitrantes, muy poca gente. La gran mayoría de los miembros de la Policía secreta eran pragmáticos normales y corrientes, oportunistas y arribistas que simplemente no se lo creían en realidad y que usaban en su beneficio el sistema político”.
De igual manera que la StB se desarticulaba para pasar después por un lavado de cara, igual sucedió con la amplia red de chivatos y colaboradores, a la fuerza o voluntarios, que mantenía entre la población civil, prosigue Prokop Tomek.
“Para la gran mayoría de ellos fue un alivio librarse de la presión de su cometido y del peligro de ser descubiertos. El último favor que les hicieron algunos agentes de la StB fue destruir sus historiales y así asegurarles que no tenían nada que temer. Pero varios años después comenzaron a aparecer listas y se empezaron a abrir archivos, y para muchos de estos colaboradores esta pesadilla se desató de nuevo”.La StB, siglas en checo de Seguridad del Estado, surgió en 1945 como parte del nuevo aparato policial. Progresivamente fue cayendo en manos de fieles del Partido Comunista, y de hecho fue uno de los elementos que ayudaron a apuntalar su poder en febrero de 1948. Desde 1951 la contrainteligencia militar, encargada de combatir a los servicios secretos enemigos, era también parte de la Policía Secreta.