Claveles y Terciopelo: comienzos de la democracia en Portugal y Checoslovaquia
Con motivo de la inauguración de la exposición Claveles y terciopelo / El arte de la revolución en Portugal y Checoslovaquia, tuvo lugar un encuentro con invitados portugueses que vinieron a Checoslovaquia en 1989 para apoyar la democratización en el país.
Claveles y Terciopelo. Ese es el nombre de una exposición inaugurada esta semana en la Galería de la Ciudad de Praga como parte del 30 aniversario de la Revolución de Terciopelo, es decir, 30 años desde el comienzo de la democracia en Checoslovaquia.
“La democracia es muy frágil, así como la libertad, por lo que debemos ser cuidadosos y proteger los principales valores que deseamos mantener en nuestra civilización”.
El mismo valor que tiene la Revolución de Terciopelo para los checoslovacos tiene la llamada Revolución de los Claveles para los portugueses, que en 1974 llevó a la transición de la dictadura autoritaria a una forma democrática de gobierno.
En el marco de la exposición Claveles y Terciopelo, se organizó en la Biblioteca Václav Havel de Praga un encuentro con invitados de Portugal, quienes vinieron a apoyar la democratización de Checoslovaquia en diciembre de 1989. En una discusión con los activistas de la Revolución de Terciopelo se recordó el momento cuando entregaron 50 000 rosas a los ciudadanos checos como muestra de solidaridad.
Las revoluciones reflejadas en el arte
"La música y el arte representaron un papel destacado en nuestra revolución, igual que en la República Checoslovaca".
Al evento asistió José Pedro Aguiar Branco, uno de los portugueses que llegó a Praga en ese entonces para expresar su apoyo al país. En entrevista a Radio Praga se refirió a los paralelismos entre las revoluciones en el arte. Al igual que la revolución checoslovaca y las canciones de Karel Kryl, la portuguesa iba acompañada de música.
“El comienzo de la revolución está vinculado a una canción que se hizo eterna, la canción portuguesa ‘Y después del adiós’. De hecho, la música y el arte representaron un papel destacado en nuestra revolución, igual que en la República Checoslovaca”.Los escritores e intérpretes que fueron prohibidos antes de la revolución más tarde se convirtieron en un símbolo importante de la libertad y democracia en ambos países. Esta no nace por sí sola y es necesario mantenerla usando los recursos disponibles, prosigue Aguiar.
“Creo que debemos participar más, prestar más atención y ser más activos en lo que queremos que suceda en nuestros países y en Europa. Nadie hará el trabajo por nosotros. Solo en la dictadura no hay que ser activos, porque un par de personas decide sobre el futuro de todos, pero no es deseable volver a un pasado que ni siquiera queremos recordar”.
Como señala Aguiar, aunque las revoluciones no pueden compararse y no llevaron a los mismos resultados, hay un denominador común, que es precisamente la libertad y la democracia.
“Es importante recordar en la República Checa la fecha de la revolución. Debemos seguir celebrándola, pero también trabajar por los motivos por los cuales se produjo. La democracia es muy frágil, así como la libertad, por lo que debemos ser cuidadosos y proteger los principales valores que deseamos mantener en nuestra civilización”.50 000 rosas como símbolo de solidaridad
En diciembre de 1989 vino un gesto inesperado de parte de los portugueses. Un grupo de jóvenes estudiantes decidieron viajar a Checoslovaquia para solidarizarse con sus coetáneos checoslovacos. Fue la primera delegación extranjera en apoyar la democratización en el país.
En la Ciudad Vieja de Praga, los portugueses entregaron 50 000 rosas a los checos como muestra de solidaridad. Monika Pajerová y Martin Mejstřík, dos caras de la Revolución de Terciopelo, recordaron este acontecimiento después de 30 años. Fueron unos de los principales representantes y organizadores del movimiento estudiantil que llevó a la ruptura del régimen comunista. Para los checos, el acto de parte de los estudiantes portugueses tuvo un valor inmenso, dijo Pajerová.
“Significó mucho para nosotros. En ese momento estábamos totalmente aislados del resto del mundo”.
“Significó mucho para nosotros. En ese momento estábamos totalmente aislados del resto del mundo, nuestro único contacto con el extranjero era el que teníamos con los estudiantes polacos, nada más”.
También Martin Mejstřík tiene un recuerdo vívido del momento, sobre todo porque representó un alivio para todos los activistas checos que se esforzaron por acabar con la injusticia.
"El enorme peso cayó de nuestros hombros. Esto fue en diciembre, cuando lo peor ya se había acabado".
“Fue un momento maravilloso. Veo las imágenes del acontecimiento por primera vez después de 30 años y me sorprende mucho lo relajados que parecemos. Se puede ver que el enorme peso cayó de nuestros hombros. Esto fue en diciembre, cuando lo peor ya se había acabado”.
Como añade Mejstřík, los estudiantes no querían derramar sangre, solo querían que su voz fuera escuchada. Eso era algo que las dos revoluciones tenían en común.
“La idea de la paz estaba profundamente arraigada en nosotros, tal y como en los portugueses”.
“Por supuesto que nadie quería sangre, nadie quería que la gente disparara. La idea de los claveles en los fusiles y cañones apareció ya en los años 60 en EE.UU. La idea de la paz estaba profundamente arraigada en nosotros, tal y como en los portugueses, y generalmente en todos los seres vivos. Nadie desea morir”.
La exposición Claveles y Terciopelo revela sorprendentes similitudes, paralelismos y paradojas de los acontecimientos revolucionarios de Checoslovaquia y Portugal. Es la primera exposición completa de arte visual portugués en la República Checa y Eslovaquia. Se prolongará en la Galería de la Ciudad de Praga hasta finales de este año.