“Miles de judíos checos no murieron de vejez, fueron asesinados”
El 8 de Mayo se conmemora en la República Checa el fin de la Segunda Guerra Mundial y la victoria sobre el nazismo. Los nazis acabaron con la vida de 81 mil judíos checos. Les recordaremos algunos acontecimientos del Holocausto y la actual situación del antisemitismo en este país. De acuerdo con las estadísticas oficiales, el número de expresiones de antisemitismo en la República Checa disminuye. Sin embargo, los recientes intentos de neonazis de legalizar una marcha por las ciudades de Praga y Pilsen en fechas trágicas para la comunidad judía o la radicalización de grupos de hinchas violentos que gritan lemas antisemitas en estadios de fútbol advierten que la sociedad checa no puede dormir sobre los laureles.
En 1941, y de acuerdo a las leyes de raza de Nuremberg, vigentes en el Protectorado de Bohemia y Moravia, Oldřich Stránský como judío tuvo que empezar a trabajar en una finca en Lípa, en las cercanías de Havlíčkův Brod, para producir alimentos de calidad para las SS.
Oldřich Stránský recordó esos momentos en una reciente manifestación contra el antisemitismo en Praga:
“Cuando el 22 de junio de 1941, día del inicio de la guerra entre la Unión Soviética y la Alemania hitleriana, me despedía de mis padres y mi hermano, no sabía que era la última vez en la vida que nos veíamos. Pensaba que nos separábamos por tres meses según nos habían dicho. Podíamos intercambiar cartas, pero las visitas estaban prohibidas. Al cabo de un año, en junio de 1942, salían de Kolín, donde vivía mi familia, las primeras tres deportaciones de judíos. Con ellos se fueron también mis padres, mi hermano, mi abuela y otros parientes. Fue en la época en que se cometió el atentado contra el protector del Reich, Reinhard Heydrich, y los nazis proclamaron esas deportaciones como ´penalización´. Los judíos fueron trasladados sin demoras a los campos de concentración de Lublin, Travniki, Łódź y otros en Polonia. Durante unos dos o tres meses esos más de tres mil judíos perecieron allí en las cámaras de gas, entre ellos mi madre, o a consecuencia de trabajos forzados en carreteras polacas, como mi padre y mi hermano”.Transcurrieron tres años desde que empezara a trabajar en Lípa. En diciembre de 1943 Oldřich Stránský fue enviado a Auschwitz-Birkenau, la fábrica de la muerte.
“Hoy somos ya muy pocos los testigos que vieron la salida de 3766 judíos a las cámaras de gas y que vieron el humo de sus cuerpos quemados. Esa gente, agotada después de seis meses de trabajos forzados, fue trasladada primero al campo de cuarentena vecino. En la noche siguiente los nazis los subieron a camiones y los llevaron rumbo a la estación de trenes para que creyeran la promesa de que los trasladaban a un campo donde habría trabajo más fácil. Pasando la primera esquina, los camiones cambiaron de dirección. Los llevaron a unos de los cuatro crematorios de Auschwitz donde los mataron con gas y quemaron durante unas pocas horas. Ocurrió el 8 de marzo de 1944, fecha en que cumpliría 94 años el fundador de Checoslovaquia, Tomáš Garrigue Masaryk. Esa gente murió cantando el himno checoslovaco. Fue el mayor asesinato de ciudadanos checos en la historia de nuestro pueblo y este asesinato fue perpetrado por los nazis. Con intención no digo por alemanes, porque también los alemanes estuvieron en los campos de concentración, que se construyeron originalmente para ellos”.
Más tarde Oldřich Stránský fue deportado de Auschwitz-Birkenau a Schwarzheide, en las cercanías de Dresde, para trabajar en una fábrica para producir gasolina sintética. La planta fue bombardeada repetidas veces por la aviación de los aliados lo cual causaba la alegría a los presos que presentían el fin de la guerra.
“Se nos pasó la risa después de vivir el primer bombardeo en carne propia. A los presos no nos permitieron escondernos en refugios antiaéreos. Teníamos que acostarnos en el suelo de nuestras barracas de madera, abrir las ventanas para que no se rompieran los cristales, y sobre la cabeza nos colocábamos escudillas de comer para protegernos de las metrallas. Al escuchar las explosiones de las bombas que se acercaban como una alfombra a nuestras barracas rezábamos para que no nos alcanzaran. A veces teníamos suerte, otras veces no. Fallecieron decenas de mis compañeros”.
Hoy día Oldřich Stránský se desempeña en el Consejo Checo para las Víctimas del Nazismo y destaca la necesidad de enseñar a la generación joven lo que fue el Holocausto.
“Había una época en la que a uno le daba vergüenza hablar de que hubiera estado en un campo de concentración. Vinieron los comunistas, había procesos antisionistas. Algunos amigos míos ni dijeron a sus hijos que eran de origen judío. Yo tengo tatuado en el antebrazo el número que me dieron en el campo. En verano cuando viajaba en tranvía y no llevaba camisa con mangas, todos me miraban, así que luego vestía sólo camisas con mangas largas para que no se viera. Uno tenía problemas en el trabajo, en la escuela…”.
Oldřich Stránský opina que es la generación de los nietos de las víctimas del Holocausto que adopta una postura activa y quiere luchar para que no se repita.
Mojmír Kallus, presidente de la filial checa de la entidad evangélica Embajada Internacional Cristiana Jerusalén que organiza desde hace cinco años una reunión pública contra el antisemitismo en Praga, confirma que los checos jóvenes están dispuestos a intervenir contra las manifestaciones antisemitas y racistas.“Seguramente que sí. Tenemos muy buenos resultados de nuestras conferencias en el marco del proyecto Luz de la Memoria. La gente joven no tiene prejuicios, es crítica, pero muy abierta. Los encuentros con personas que vivieron el Holocausto o un buen programa que acerca este problema son muy efectivos”.
El presidente checoslovaco Tomáš Garrigue Masaryk fue el primer estadista que reconoció la nacionalidad judía.
Después de que los nazis ocuparan en 1939 Bohemia y Moravia e iniciaran la persecución de los habitantes judíos, los checos se solidarizaron con sus vecinos.
El Servicio de Inteligencia de las SS advertía que se violaba constantemente la limitación del horario de los comercios para los ciudadanos judíos. Los arios se encargaban de las compras para sus amigos judíos, ayudaban tanto comerciantes, como agricultores checos, carniceros ponían la mejor carne a la venta a la hora a la que podían hacer compras los judíos, los comerciantes llevaban la mercancía pedida a casa, etc.
En los informes del Servicio de Inteligencia de las SS abundaban quejas de que médicos, juristas, ex empleados, oficinas y algunos gendarmes prestaban ayuda a los judíos, organizaban colectas públicas en su beneficio, y que profesores checos daban clases privadas a alumnos judíos.
E incluso el Servicio de Inteligencia nazi avisó que se amenazaba a los organizadores de los pogroms judíos o que éstos eran mirados con desprecio.
A la luz de las estadísticas disponibles y la postura de los políticos, así como de los ciudadanos comunes y corrientes, el antisemitismo no tiene mucho espacio en la República Checa actual.
La situación es mucho mejor que en otros países europeos, indica Tomáš Kraus, secretario de la Federación de las Comunidades Judías en la República Checa.“Según tengo entendido, la situación no es muy favorable en países de Europa Occidental, tradicionalmente en Francia y Bélgica, pero lamentablemente hoy también en Gran Bretaña o Alemania, donde el movimiento islamista y el antisionismo están vinculados. Una situación especial se da en el sur de Europa. Por ejemplo, durante la guerra en Yugoslavia todos los bandos afirmaban que estaban a favor de Israel y de los judíos. Y realmente fue así, porque la organización judía La Benevolencia, que ofrecía ayuda humanitaria, amparaba a todos los participantes del conflicto e hizo un gran trabajo. Creo que esa atmósfera reina allí hasta hoy día. En Kosovo, por ejemplo, dicen que la situación geopolítica es paralela con Israel. La situación en España es bastante mala. Según sé, allí se manifiesta una política contra Israel, ante todo, en los círculos de izquierda. Funciona una proporción directa entre el número de los integrantes de la comunidad musulmana y los actos de antisemitismo. Quizá sea un fenómeno al que sería necesario dedicar más atención. Aunque no es válido en general como demuestra el ejemplo de Kosovo”.
El informe anual del 2007 sobre el antisemitismo en la República Checa no registra ningún ataque físico ni amenaza dirigidos contra integrantes de la comunidad judía. Fueron notados cuatro casos de ataque contra la propiedad judía, diez casos de comportamiento molesto y doce declaraciones antisemitas en forma escrita en la literatura, los medios de comunicación y en Internet.
A pesar de que el número de las manifestaciones antijudías disminuye, hay que permanecer en alerta, señala Tomáš Kraus.“Ese último ámbito es el más complicado ya que está fuera de cualquier control. Sabemos que en Internet se divulgan muchas cosas y las opiniones antisemitas no son una excepción. Internet se convierte en el elemento unificador de neonazis, difícil de regular. Los portales suelen encontrarse en EE.UU. donde vale la libertad de expresión a cualquier precio. Allí es difícil emprender algo, por ejemplo, presentar una denuncia”.
El secretario de la Federación de las Comunidades Judías en la República Checa, Tomáš Kraus, agrega que una nueva forma del antisemitismo es el antisionismo.
“El antisionismo no tiene que ser necesariamente antisemita. Hay que distinguir si se trata de una crítica legítima del Estado de Israel o del movimiento sionista o si la persona sigue un fin especial y el antisionismo le sirve para ocultarlo. El antisionismo antisemita se reconoce según el hecho de que Israel no es atacado como un Estado que tiene carácter judío, sino que se ataca su propia existencia”.
Chanan Rozen nació como Valtr Rosenzweig en Ostrava. Actualmente es cónsul general honorario de la República Checa en Israel. Por su labor a favor de su país natal fue galardonado en 1998 con la Orden del León Blanco y en 2007 con el premio Gratias Agit.“Tengo recuerdos mezclados de Ostrava. Allí nací, viví los hermosos años de una juventud feliz hasta la ocupación de los Sudetes cuando tuvimos que huir. Éramos muy pobres desde el punto de vista material, pero muy ricos espiritualmente. Procedo de una numerosa familia sionista, éramos ocho hijos y yo era el más joven. Mi hermano mayor fue en 1926 uno de los primeros pioneros de las tierras checas que se trasladaron a Palestina. En 1927 acompañó al presidente Tomáš Garrigue Masaryk en su visita histórica a Palestina”.
No la capital Praga, sino Ostrava era el centro de la comunidad judía de Checoslovaquia en la época de entreguerras. En la ciudad industrial al noreste de Moravia residían la dirección del movimiento sionista, el presidente del partido judío que contaba con representación en la Cámara de Diputados, así como el club deportivo judío Makabi.
“En Ostrava vivían algunos judíos muy ricos, como los Rothschild, que poseían la Fábrica Siderúrgica de Vítkovice, pero éstos podían contarse en los dedos de una mano. Los demás judíos eran proletarios, yo también. A mis 14 años de edad fui a trabajar a los altos hornos al taller de fundición para ayudar a mi familia. Aprendí el oficio de metalúrgico lo cual me sirvió después en Palestina al fabricar armas para la Haganá, nuestra autodefensa. No teníamos dónde conseguirlas y teníamos que defendernos. Un tornero era entonces más que un profesor universitario”.
Chanan Rozen escapó de Checoslovaquia en el año 1938, con apenas 20 años cumplidos. Fue poco después de que Praga fuera obligada por el Tratado de Munich a ceder sus regiones fronterizas, los Sudetes, a los países vecinos.
“Me dirigí con dos hermanos hacia el Mar Negro siguiendo el curso del Danubio. En Galaci, donde el río desemboca en el mar, subimos a un barco pirata. Navegamos durante dos meses, noviembre y diciembre, sufriendo las adversidades del tiempo tormentoso. Nos quitaron los pasaportes y todo lo que podría determinar nuestra identidad y lo echaron al mar. Cruzamos varias veces el Mar Mediterráneo adelante y atrás porque la costa era vigilada por ingleses y nosotros llegábamos como ilegales. No todos sobrevivieron este viaje. Al final pisamos la tierra, pero no estábamos seguros si desembarcamos en Chipre o en Rodas. Pero esa fue la tierra prometida, Palestina”.
Después de la declaración de independencia del Estado de Israel, Chanan Rozen fundó junto con el escritor Max Brod, el amigo de Franz Kafka, la Liga de Amistad Checoslovaco-Israelí. Fomentó la participación israelí en la plantación de la rosaleda en la aldea checa de Lidice, la actuación de músicos israelíes en el festival Primavera de Praga y la presencia de la cinematografía israelí en el Festival de Cine de Karlovy Vary.
En el año 1955, antes de que fueran interrumpidas las relaciones diplomáticas entre los dos países, Chanan Rozen fue invitado como presidente de la Liga de Amistad a Checoslovaquia. Fue su primera visita al país natal después de acabar la Segunda Guerra Mundial.
“Dije que no necesitaba que alguien me acompañara a Ostrava. Viajé en tren, bajé en la estación principal de trenes en Přívoz, pero no pude volver a la ciudad. Tuve miedo de ese reencuentro. Esperé el tren siguiente y regresé a Praga. Tan sólo en 1963, cuando vine otra vez a Checoslovaquia y ya no estaba solo, volví a mi Ostrava natal. Pero cada esquina, cada casa, cada calle, cada parque me recordaban a la gente que ya no estaba allí y el por qué. Ellos no murieron de vejez, fueron asesinados”.
Después de la Revolución de Terciopelo en 1989 Chanan Rozen restableció el contacto con Ostrava. Desde entonces visitó la ciudad más de doce veces. Fundó una asociación mundial de los judíos oriundos de Ostrava y promovió las conmemoraciones de la primera deportación de judíos europeos a los campos de concentración.
El 18 de octubre de 1939, bajo la inspección directa de Adolf Eichmann, partió de Ostrava un tren con centenares de judíos rumbo a Nisko, en la Polonia ocupada.
“En el año 1994 recordamos este acontecimiento triste edificando el mayor monumento del Holocausto en la República Checa. Lo develaron el presidente Václav Havel y el alcalde mayor de Ostrava, Evžen Tošenovský. Organicé entonces una conferencia científica internacional sobre el tema de la primera deportación en la historia de ´la solución final al problema judío´”.
El Monumento al Holocausto de Ostrava se encuentra en el Parque de Milada Horáková, en el lugar del antiguo cementerio judío donde estaba enterrado también uno de los hermanos de Chanan Rozen, pero que fue eliminado por los comunistas.
De los aproximadamente once mil judíos residentes en Ostrava antes de la Segunda Guerra Mundial sobrevivieron el Holocausto unos doscientos o trescientos. De los que Chanan Rozen conoció no vive allí ya nadie.“Falta el alma de la ciudad. La arquitectura de Ostrava es bonita, la ciudad es limpia, se nota un desarrollo enorme, los habitantes son agradables. Pero la gente con la que crecimos, con la que vivimos y sufrimos nuestra juventud, ya no está allí. ¿Y por qué? Ése es nuestro gran dolor que no desaparece”.
Finalizaremos este programa especial con las palabras que Oldřich Stránský, ex prisionero judío de Auschwitz y Sachsenhausen, dirigió a los presentes en la reunión contra el antisemitismo y el racismo que se celebró a mediados del pasado mes de abril en la capital checa.
“A ustedes, los jóvenes, quisiera advertirles del peligro de cualquier sistema totalitario que prometerá que se encargará de realizar sus sueños. Hace 60 años era joven como ustedes y muchos de nosotros creían en las promesas de las organizaciones totalitarias de entonces, del nazismo y comunismo. Nos prometían a todos que con ellos sería un camino fácil y que todos los deseos estaban al alcance de la mano. Los que lo creyeron lo pagaron”.