Miguel de Unamuno, el intelectual español convertido en símbolo político en Checoslovaquia
Miguel de Unamuno tuvo una importante repercusión en Checoslovaquia durante el periodo de entreguerras, y su figura despertó pasiones políticas, según un nuevo estudio.
El alcance internacional de Miguel de Unamuno, uno de los máximos exponentes de la generación del 98, llegó también a Checoslovaquia. El que fuera uno de los mayores escritores y filósofos españoles del periodo de entreguerras no solo fue extremadamente popular entre los círculos intelectuales de la Primera República Checoslovaca, sino que con el estallido de la Guerra Civil, su figura se convirtió en un instrumento político.
Esa es la conclusión del estudio realizado por Enrique Gutiérrez, de la Universidad Palacký de Olomouc, y Mario Martín, de la Universidad de Extremadura, y recientemente publicado en Revista de Literatura. Para ello los autores exploraron sobre todo las referencias a Unamuno en la prensa checoslovaca de la época.
El que fuera rector de la Universidad de Salamanca y renovador de los cánones de la novela en España ya es mencionado en los periódicos checoslovacos desde 1913, pero no es hasta los años 20 cuando se convirtió en un autor conocido. En 1922 se comenzó a trabajar en su primera traducción, antes que en Alemania, aunque la primera obra salió publicada en 1927, explica Enrique Gutiérrez en entrevista para Radio Praga.“La obra quizás más importante, la traducción más significativa, fue ‘Del Sentimiento Trágico de la Vida’, que al final apareció en 1927. Pero la primera propuesta fue la de traducir ‘Abel Sánchez’. Evidentemente las novelas en primer lugar, los ensayos llegan más tarde. En ese periodo de pocos años, entre los años 27-30 se publican algunas de sus novelas. Y se empieza a publicar también algo de poesía”.
El autor español mantuvo una relación epistolar fluida con sus traductores y editores checos, con las limitaciones de la época y de sus exilios, y era consciente de su repercusión en Checoslovaquia. De hecho la atracción era mutua, revela Gutiérrez.
“Como cristiano católico pero al mismo tiempo reformista, buscando una suerte de catolicismo distinto, estaba muy interesado por la figura de Juan Hus, y de hecho en ‘El Sentimiento Trágico de la Vida’, del año 27, hay un prólogo que es el único escrito por Unamuno para una edición checa. Y ahí habla del pueblo de Juan Hus, un poco lugares comunes que él podía llegar, pero habla también de la idea de Checoslovaquia, de la idea de nación joven. Es interesante que sabía algo del tema, que se informó sobre la historia de Checoslovaquia”.
Los atractivos del intelectual quijotesco
A tenor de las reseñas literarias de las traducciones al checo de Unamuno, Gutiérrez y Martín dibujan en su artículo una recepción literaria marcada no solo por el valor estilístico o de calidad formal, sino sobre todo por lo que el intelectual español tiene que decir al mundo, por sus ideas y por el valor de estas en la trágica encrucijada ideológica que fue la primera mitad del siglo XX.
Unamuno ofrece una visión, que sin dejar de ser europea o actual, difiere de los puntos de vista tradicionalmente europeos, es un viento fresco que viene del sur, como constata Enrique Gutiérrez.
“Se considera el espíritu de España. Se compara mucho con el Quijote, por ejemplo, que es un autor quijotesco. Se habla de él como el Dostoyevski español. Es decir, hay un aura de una gran personalidad. Curiosamente en julio de 1928 aparece en Národní Listy aparece una pequeña presentación de Unamuno. Como digo es esa presentación de lo español que aparece también en García Lorca, en Antonio Machado. A modo de ejemplo cito, en mi traducción del checo: ‘los vascos, esa nación de montaña que ha dado a España tantos grandes hombres, destaca por un rasgo: una marcada masculinidad’. Somos un poco ese nivel exótico, ese pueblo tan interesante, las corridas de toros, ese pueblo que todavía no está europeizado, y eso es lo que interesa mucho de Unamuno: esa idea de españolizar Europa que tenía”.Precisamente, y aunque a primera vista Unamuno encaja en el modelo de intelectual liberal y republicano, afín a las democracias europeas, desde sus escritos se propugnaba un regeneracionismo que enlazaba con la España tradicional y huía por tanto, al menos en parte, de la modernidad como tal.
Junto a su pensamiento, es también su activismo político el que lo convierte en un personaje popular en Checoslovaquia, en concreto por la resonancia internacional que consigue por su oposición a la dictadura de Miguel Primo de Rivera, que desemboca en su exilio a Francia en 1924. La intensa conexión intelectual entre Praga y París que había en la época hace el resto, y la curiosidad por su persona se funde con el interés por su literatura, apunta Gutiérrez.
“Lo que busca un poco el lector de Unamuno, o el editor de Unamuno, es esa idea de lo no moderno, de volver a las raíces europeas, de los auténtico, de lo español en este caso, de ese caballero quijotesco que lucha contra los molinos de viento de la modernidad, posiblemente. Luego hay otra interpretación ya no a nivel de los intelectuales, de la inteligencia checoslovaca, sino del pueblo, más popular, que es la utilización de Unamuno como personaje político. En el año 1927 apenas encontramos reseñas de las novelas de Unamuno, pero poco tiempo después, precisamente con el exilio de Unamuno a Francia, y con el miedo que hay en Checoslovaquia a una guerra mundial, Unamuno se convierte en el símbolo de la lucha entre la derecha y la izquierda”.
Unamuno, instrumento de propaganda política
Miguel de Unamuno fue en España diputado de un partido republicano durante dos años, pero pronto abandonó desencantado la política. Esta decepción puede haber sido también con el sistema democrático y con una situación en España que derivaba hacia la inestabilidad social y el ascenso de movimientos obreros y libertarios que posiblemente el intelectual vasco no veía con buenos ojos.
Sea cual sea la deriva ideológica de Unamuno en el último año de su vida, el caso es que mostró su apoyo al alzamiento militar del 18 de julio de 1936, hecho que da pie a que la derecha checoslovaca trate de apropiarse de este respetado personaje, incide Gutiérrez.“La prensa de derechas, más conservadora, la prensa que está en contra del comunismo en Checoslovaquia, trata de sacar partido del personaje de Unamuno. Porque Unamuno, a pesar de ser un gran intelectual, una persona digamos más o menos de izquierdas, liberal, en un primer momento parece que defiende el golpe de Estado de Franco. Y esa es la gran excusa que utiliza la prensa de derechas, ante ese miedo, atacan claramente a la izquierda, al comunismo español, a la República, y se ponen del lado de Unamudo, y de Franco. En cambio la prensa de izquierdas, la prensa marcadamente comunista o socialista, ve en Unamuno un traidor, como un liberal acaba apoyando a Franco”.
Una anécdota en forma de una noticia que acabó siendo falsa sirve de ejemplo de la importancia que se asignaba a Unamundo en Checoslovaquia y sus repercusiones políticas.
“Hay una noticia que viene de París de que el ejército rojo detiene y fusila a Unamuno. Esa noticia, que es falsa, evidentemente, tarda tres semanas en ser aclarada, y durante esas dos tres semanas se da por buena, porque viene de París y hay mucha desinformación en aquel momento. Entonces la prensa de derecha ataca claramente al bando republicano, lo tilda de asesino, de que queman iglesias, asesinan a los intelectuales. Y cuando a las tres semanas sale la noticia de que Unamuno está perfectamente bien, no solo que no ha sido fusilado, sino de que ni siquiera ha sido detenido, la prensa de izquierdas ataca a la prensa de derechas diciendo que ellos deseaban que hubiera muerto, precisamente porque era un símbolo de esa barbarie”.
Precisamente cuando más tarde llega la noticia, esta vez cierta de la muerte de Federico García Lorca, sucedió todo lo contrario. La prensa de izquierdas la utilizó como demostración de que los bárbaros eran los franquistas y no los comunistas.
“Poco antes de morir, Unamuno se dio un paseo por Salamanca, le atacan unos perros y le muerden. Y leemos en la primera página de un periódico nacional: Unamuno mordido por perros. Lo cual es algo terriblemente sorprendente, hasta qué punto Unamuno llega a convertirse en alguien importantísimo, una especie de ‘celebrity’ de su tiempo en Checolosvaquia”.Tras los primeros meses de guerra resultó claro para Miguel de Unamuno que el alzamiento militar de la derecha española no era exactamente lo que esperaba. Muchos intelectuales y políticos amigos de Unamuno fueron encarcelados y fusilados en el marco de la represión franquista, a pesar de sus súplicas de clemencia, que incluyeron incluso una entrevista personal con Francisco Franco. De ahí se pasó a su conocido discurso de Venceréis pero no convenceréis, de octubre de 1936, que marcó el final de su idilio con el nacionalcatolicismo hasta su muerte, en diciembre de ese mismo año.
No obstante, Miguel de Unamuno quedó ya clasificado en la opinión pública checoslovaca como un intelectual conservador, subraya Enrique Gutiérrez.
“Es muy importante ver cómo esa idea de que Unamuno es un símbolo de la barbarie del comunismo o el socialismo se mantiene durante toda la Guerra Civil e incluso durante la Guerra Mundial, hay una publicación abiertamente nacionalsocialista que sigue hablando de Unamuno como referente del horror que supone el comunismo”.
De la fama al olvido
Tras la Segunda Guerra Mundial y el fin de la ocupación alemana, Miguel de Unamuno continuó siendo considerado una carta más en la baraja del conservadurismo, lo que contribuyó a que fuera relegado a un segundo plano una vez el comunismo triunfó en el país, concluye Enrique Gutiérrez.“Precisamente por esa idea de que era un símbolo de la derecha, de los conservadores, en la Checoslovaquia socialista no tiene cabida el personaje de Unamuno. Y de hecho algunas de las traducciones salen con pseudónimo, porque el propio traductor no quiere dar su nombre. Vemos claramente que prácticamente desaparece del mapa. Luego ya con la llegada de la Revolución de Terciopelo y la democracia vuelven a resurgir algunas traducciones o reediciones de sus obras, pero Unamuno, que era posiblemente el intelectual español más conocido, junto a Ortega y Gasset y García Lorca, en aquel tiempo, prácticamente desaparece”.
Aunque lo expuesto sobre la recepción de Miguel de Unamuno en Checoslovaquia es válido sobre todo para Chequia, Unamuno también tuvo cierta repercusión en Eslovaquia, y de hecho en el periodo de entreguerras se publicaron tres de sus obras al eslovaco. Las traducciones estuvieran a cargo de Miloš Ruppeldt, que había vivido en Argentina y que curiosamente en esa época sería la única persona capaz de traducir un texto literario del castellano al eslovaco, tal y como le confiesa en una carta al propio Unamuno.