Los voluntarios: clave en la lucha contra el virus en las residencias de ancianos checas
Los trabajadores de las residencias de ancianos checas se han visto desbordados en el último año. Una situación que habría sido peor sin la ayuda de los voluntarios.
La pandemia de coronavirus ha sido especialmente dura para las residencias de ancianos. Además del hecho de pertenecer a un grupo de riesgo, las personas mayores han tenido que enfrentarse al aislamiento y a la soledad en los meses anteriores debido a las restricciones gubernamentales.
En algunos de estos centros en Chequia, el virus se expandió rápidamente, infectando también a los trabajadores, lo que dificultó aún más la gestión de la lucha contra el coronavirus.
Pero la respuesta de más de mil voluntarios fue un rayo de luz para las residencias. A través de la Cruz Roja checa, muchas personas tuvieron la oportunidad de hacer un curso donde recibieron la información básica necesaria para empezar a ayudar a los ancianos.
Una de estas voluntarias fue Marie Rydlová, productora de música clásica que debido a la pandemia tenía poca carga de trabajo en los últimos meses. Es por ello que decidió echar una mano a quienes más lo necesitaban. Rydlová describió para la Radio Checa cómo es un día normal allí.
“Tenemos que repartir la comida por toda esta planta, y ayudar a algunos de los clientes a los que hay que dar de comer. Después, por supuesto, tenemos que limpiar y ordenar todo, y acostarlos un rato si lo necesitan”.
A Marie Rydlová le ha marcado especialmente la relación que ha desarrollado con muchos de los clientes de estos centros. Recalca que al trabajar de verdad en el terreno y conocer a las personas, ha sentido más de cerca la muerte de algunos pacientes.
“Trabajé algunas semanas en aislamiento con pacientes positivos en COVID. Algunos empeoraron y tuvieron que ser trasladados al hospital. De este piso se llevaron a tres y solo volvió uno. Como tenían más de 90 años, uno podría pensar: ‘Bueno, ya tenían una edad’. Pero la gente no se da cuenta de que esa persona antes del coronavirus era independiente y hacía bromas. Y dos semanas después su cama está vacía”.
También colaboró en un centro de Praga la reportera de la Radio Checa Eva Šelepová, quien estuvo una semana como voluntaria grabando cómo era el día a día en primera línea.
Más allá de lo profesional, Šelepová señala que comenzó a interesarse por este tema tras la muerte de sus abuelos el año pasado. Al principio, tenía miedo de lo que podía encontrarse en una residencia de ancianos. Pero como contó en una entrevista a la Radio Checa, se encontró con un ambiente más positivo de lo que esperaba.
“Cuando empecé a trabajar allí, me liberé del estrés. Porque pensaba que sería un sitio triste y depresivo. Pero tengo que decir que me encontré con lo contrario: una buena atmósfera, buenas relaciones entre los trabajadores, alegría. Me sorprendió que incluso algunos de los pacientes que llevaban mucho tiempo en la cama estaban alegres y bromeaban con nosotros cuando los cuidábamos. Me causó mucha admiración porque eso requiere una gran fuerza mental”.
En la residencia Slivenec de Praga, Eva Šelepová vivió también el comienzo de la vacunación de los ancianos, algo que se recibió con mucha esperanza. Sin embargo, le llamó la atención que algunos de los trabajadores tenían dudas a la hora de vacunarse. Temían que hubiera efectos secundarios. El 80 % de los empleados tuvo claro que quería vacunarse desde el principio, pero el director tuvo que hablar con los indecisos para intentar tranquilizarlos, dice Šelepová.
“El director de este centro, Lukáš Stárek, me dijo que algunos de sus empleados tenían dudas sobre las vacunas, y que él intentó mostrarles que esto es muy necesario en su profesión. Me contó que se sentó con ellos y les habló tanto de las ventajas, que considera que son más, como de los posibles efectos secundarios. Intentó darles toda la información posible”.
Aunque la vacunación sigue en marcha, la pandemia de coronavirus no está cerca de su fin. Chequia registra ahora mismo el mayor número de hospitalizados graves desde la llegada del virus a Europa, por lo que la ayuda de voluntarios en las residencias de ancianos seguirá siendo de vital importancia durante un tiempo.Se estima que la Cruz Roja checa ha dado formación a 3000 voluntarios, de los que 1200 ya están trabajando en el terreno.