Los corazones y mariposas de Lucía Ciarcia sonríen a Praga

Lucía Ciarcia, la foto cedida por Lucía Ciarcia

La pintora venezolana Lucía Ciarcia expondrá sus últimos trabajos en la Latin Art Gallery de Praga a partir de este martes. Su obra, caracterizada como abstracción lírica, destaca por el uso profuso de colores de tonos altos y su fuerte carga de energía positiva.

Lucía Ciarcia,  la foto cedida por Lucía Ciarcia
Paisajes emocionales de vivos colores, en los que la mancha deja en ocasiones entrever la forma, con fuertes contrastes entre colores cálidos y fríos. Así podríamos describir la colección de pinturas de la venezolana Lucía Ciarcia que, con el agradecido título de ‘Sonriéndole a Praga’, se expondrá a partir de este martes 20 de mayo en la Latin Art Gallery de la capital checa.

La exposición se halla formada por 18 trabajos, 13 de ellos pintados exclusivamente para esta visita a Praga, algunos realizados precisamente durante la estancia de la pintora en la ciudad. A la hora de caracterizarlos, la artista no duda en explicarlos como emociones llevadas directamente del corazón al lienzo.

“Yo pinto mucho con estos colores fuertes porque mi trabajo es más de emociones que de otra cosa. Es abstracción lírica, y en este estilo, más que la forma, predomina el color, los sentimientos. Y yo, definitivamente, trabajo bajo sentimientos, y trato de que haya, más que tragedia, mucho amor. Mi trabajo es hecho con amor. De hecho yo utilizo unos códigos, mis códigos de identidad, que en cada una de las obras se repiten: las mariposas y los corazones. Los corazones son una forma de irradiar amor, y las mariposas porque son algo que es muy femenino, que es transformación, que es libre”.

Pintura de Lucía Ciarcia,  la foto cedida por Lucía Ciarcia
En el panorama venezolano, dominado claramente por la figuración, la obra de Lucía Ciarcia podría parecer en principio excéntrica. Sin embargo esta mencionada emotividad, constituye el denominador común que la incluye sin duda en el arte contemporáneo de este país latinoamericano, según señala su curador, Luis Hernández.

“El artista venezolano es emotivo, en eso Lucía no es diferente. Lucía pinta a través de la emoción, y sus colores reflejan emociones. Y en ese sentido, aunque muchas de las obras hayan terminado de ser pintadas aquí en suelo checo, la obra de Lucía transmite la emoción del venezolano. Esa emoción de vivir momentos muy diferentes y muy cambiantes. Somos una sociedad tal vez muy joven. Y esa vibración de una sociedad joven y en evolución creo que está presente en la obra de Lucía”.

Lucía Ciarcia, de padres italianos, nació en el frondoso y abigarrado Delta del Orinoco, y como ella misma señala, los colores, el paisaje y el sincretismo de pueblos de su lugar de origen forman ahora una parte fundamental de su identidad artística. Aun así nada de esto haría que destacase si no fuera por el desarrollo de una firma específica, a su modo única, que convierte sus pinturas en obras de arte extremadamente personales.

“Viene rompiendo esquemas en Venezuela. Tal vez es mucho más común en el arte latinoamericano conseguir el uso de los colores puros, de la vibración del color de manera tan intensa. No obstante el trabajo de Lucía empieza a tener una firma muy particular, un aspecto muy bien identificado. Ya la gente, independientemente que vean el nombre de ella o no, saben que eso es un Ciarcia. Hace seis años inauguramos una primera exposición individual en la galería que manejo en Caracas, y en ese momento yo invitaba a Lucía, ya viéndole maneras, a que buscara un discurso específico. Y creo que tal vez por eso ahora nuestra relación de artista representado, y que yo pueda llevar la curaduría de la obra de Lucía, se debe en parte a que se dejó guiar en ese sentido”.

Pintura de Lucía Ciarcia,  la foto cedida por Lucía Ciarcia
Asimismo, la formación de Ciarcia también ha dejado una impronta en su manera de trabajar. Antes de estudiar Bellas Artes, Ciarcia se licenció en arquitectura, profesión que todavía ejerce, y este hecho le ha llevado a desarrollar dos facetas como pintora, explica.

“Hay dos formas de hacer este trabajo. Y uno es, precisamente por la carrera que yo estudié, de arquitecto, me contratan para una casa. De hecho tengo muchas obras grandes allí, en casas importantes de Venezuela, afortunadamente. Voy, visito a la persona, hago un análisis del espacio, y me adapto. Eso no puede ser tan libre como lo que hago para una exposición, que yo misma me planteo el título y yo misma me planteo lo que quiero llevar. Para exposiciones, si me dan la libertad, como aquí, pues hago lo que yo quiero y lo que yo siento. Tomo los pinceles y digo: este color. Y voy creando, y me voy metiendo, y me abstraigo totalmente, y es lo que sale en el momento”.

La exposición ‘Sonriéndole a Praga’ permanecerá abierta hasta el 18 de junio.

Más:

Latin Art Gallery

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Autor: Carlos Ferrer
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