Los checos redescubren los lugares vacacionales de cuando el comunismo
Los turistas checos pasan cada vez sus vacaciones en los lugares de veraneo que fueron tradicionales durante el comunismo, como Bulgaria, el Báltico o Hungría. Se trata de una reacción a la situación de seguridad en Egipto, Turquía o Túnez.
La apertura de las fronteras y el mayor nivel adquisitivo hicieron pasar estos sitios de veraneo a un segundo plano. La tendencia, no obstante, es a su retorno entre los principales lugares vacacionales de los checos. Juega a su favor no solo la costumbre, sino también sus bajos precios y la alarma creada por el terrorismo islámico, que ha reducido el atractivo de Turquía, Egipto y Túnez.
De los destinos tradicionales, el que más ha crecido ha sido sin duda Hungría, con un 15% más de interés que el año pasado, según la agencia Čedok. El principal aliciente para los checos del país magiar es el lago Balaton, cuya poca profundidad hace que el agua esté caliente en verano y que dispone además de una interesante infraestructura turística en su entorno, basada en deportes acuáticos, ciclovías, el lago termal Hévíz o el balneario de Zalakaros.
Más curiosa es la pasión checa por el Báltico, un mar de playas ventosas, aguas relativamente frías y olas a menudo demasiado grandes para un baño cómodo. Así describe el turismo checoslovaco a esta zona durante el comunismo el historiador alemán Jürgen Danyel.
“Los checos iban mucho al mar Báltico, pero no lo hacían en grandes grupos, como sí lo hacían los alemanes por lo que no surgieron sobre ellos los estereotipos que sí tenían los alemanes cuando viajaban a Checoslovaquia. Los turistas checoslovacos tenían que cuidarse de sí mismos, ya que podían cambiar muy poco dinero, así que llevaban consigo la bebida, la comida y todo lo que uno necesita en sus vacaciones”.Al igual que el Balaton, toda la zona turística del Báltico dispone actualmente de infraestructuras turísticas que compensan el mal tiempo. Así por ejemplo la isla alemana de Rügen es ahora un paraíso para ciclistas y patinadores, y sigue vigente el atractivo del cabo Arkona y la ciudadela de Prora, con sus colosales estructuras turísticas construidas por los nazis. Además, la ciudad polaca de Gdansk ha visto aumentado su interés con el reciente un museo interactivo dedicado al movimiento Solidarita.
Pero los que buscan sol y playa al mejor precio siguen fieles a Bulgaria, donde además los checos disfrutan de una moneda relativamente fuerte respecto al lev búlgaro. Así, mil coronas checas otorgan en este país el poder adquisitivo de 1.383, mientras que por ejemplo en Francia equivaldrían a 600 coronas.
Otros lugares de recreo “retro”, que también reciben ahora más visitantes checos son Eslovaquia y Croacia, aunque de las nuevas tendencias turísticas se benefician también Grecia y España.