Maldivas, uno de los nuevos destinos turísticos que más eligen los checos
Aunque la tendencia se empezaba a notar incluso antes, la pandemia del Covid terminó de convertir a Maldivas en uno de los nuevos destinos turísticos que más atrae a los checos. En esta entrevista, la experta Lucie Mohelníková, que conoce las más de mil islas del país y vivió allí diez años, nos explica las causas de un fenómeno que trasciende la belleza de sus playas.
“A partir de 2015 se volvió un destino popular para el público checo y eslovaco y, a partir de 2017, pasamos de 3500 quinientos turistas anuales a 8000. Ahora estamos entre los 10.000 y 12.000 turistas por año”.
A casi 8000 kilómetros de Praga, en un conjunto de islas paradisíacas con temperaturas de 29 grados y el rumor de un mar casi transparente, se escucha hablar, desde hace algunos años, cada vez más checo. Es que, entre las múltiples consecuencias del Covid, se posicionaron también algunos nuevos destinos turísticos como Maldivas, un archipiélago que cada vez más checos eligen para pasar sus vacaciones. Y una de las personas que mejor conoce el fenómeno es Lucie Mohelníková, la directora de ‘Other Way Holiday’, una agencia de turismo checa que trabaja con un único destino y es, precisamente, ese país hasta hace poco exótico, compuesto por más de 1200 islas y ubicado al sudoeste de Sri Lanka.
“Maldivas fue el primer país en abrir en la época del Covid porque las islas son pequeñas y fáciles de controlar. Si algo sucedía en una, la cerraban y las demás seguían abiertas. El país solo estuvo cerrado tres meses y medio”.
Aun en la época más complicada de la pandemia, a los turistas solo se les pedía para entrar a Maldivas un PCR. Experta absoluta en ese destino, a tal punto que asegura conocer todas sus islas y vivió ahí diez años, Lucie Mohelníková viajó por primera vez a Maldivas en diciembre de 2009. Como por ese entonces las islas locales recién empezaban a abrirse al turismo, ella decidió reunir la mayor cantidad de información posible para poder difundirla luego entre los checos, pero su rol se fue haciendo tan importante que, con el tiempo, decidió abrir una de las primeras cinco agencias de turismo en el mundo en organizar viajes a las islas locales de Maldivas. Además de volverse cada vez más popular entre los checos, asegura Mohelníková que Maldivas es el típico destino al que suelen volver varias veces, a tal punto que algunos de sus clientes se enamoraron tanto del lugar que viajaron tres veces en los últimos tres años.
“A partir de 2015 se volvió un destino más popular para el público checo y eslovaco y, a partir de 2017 pasamos de 3500 turistas anuales a 8000. Ahora estamos entre los 10.000 y 12.000 turistas por año: la mitad para islas locales y la otra para resorts. También está el caso de algunos checos que hacen solo expediciones en barcos, por ejemplo para bucear, pero mayoritariamente se trata de turismo en las islas”.
“Si, por ejemplo, te quedas en una isla local, luego en un resort, después visitas una isla deshabitada, luego la capital Malé y tienes alguna experiencia bajo el agua, estarás experimentando cinco mundos diferentes en el mismo país y en una estadía breve”.
Si bien el destino turístico más tradicional de los checos continúa siendo Croacia, seguido por otros países europeos como Italia, España y Grecia, Maldivas se ha transformado, junto a Sri Lanka y Tailandia, en una revelación. La tendencia se advierte en el espacio cada vez más grande que revistas especializadas como ‘Lidé a Země’ le dedican al archipiélago o la existencia de un curioso grupo de Facebook de checos y eslovacos en Maldivas que ya tiene varios años. También la perciben los propios hoteles de Maldivas que, entre sus clásicos huéspedes árabes, indios, chinos e italianos, registraron en el último año un 15% de ocupación checa. Por supuesto, la reducción de los costos es una razón clave: cuenta Mohelníková que, antes de 2015, viajar allí requería unos 6000 euros, mientras que ahora es posible hacerlo por casi un tercio de esa cifra.
“Realmente hay muchos tipos de viaje, incluso más allá del presupuesto. Algunas personas combinan una estadía de cinco noches en un resort muy lujoso con otras cinco noches en una isla local porque son dos experiencias muy distintas. Tenemos muy buenas residencias en islas locales, con gran servicio y excelente comida, dos elementos muy importantes para el cliente que maneja más presupuesto. Si, por ejemplo, te quedas en una isla local, luego en un resort, después visitas una isla deshabitada, luego la capital Malé y tienes alguna experiencia bajo el agua, estarás experimentando cinco mundos diferentes en el mismo país y en una estadía breve”.
En su opinión, otra ventaja de Maldivas es que, debido a su ubicación, su visita se puede combinar con otros destinos atractivos como Sri Lanka, Dubái, o Estambul, dependiendo de la aerolínea que se utilice. Aclara Mohelníková que, desde República Checa, existen varias empresas que ofrecen vuelos con escala a Maldivas, aunque los turistas que viven en Brno o alrededores suelen ir desde Austria, que sí cuenta con vuelo directo.
La posibilidad de una isla
Explica Mohelníková que no deja de haber algunas diferencias importantes entre las distintas islas del país y la forma de ser de sus habitantes. Cuenta que el norte, por ejemplo, tiene una gran influencia de India, a tal punto que muchas personas cuentan con doble nacionalidad. La zona central está más vinculada a la cultura china, mientras que en el sur puede reconocerse cierto influjo del Reino Unido porque, durante varios años, hubo un protectorado británico. De acuerdo a su experiencia, la gente del sur suele ser la más educada pero los del norte los más cálidos. En la actualidad, su agencia organiza viajes a unas 155 islas del país, entre las cuales se destaca una por el hecho de que ahí solo viven 70 personas con un máximo de 15 turistas. No obstante, asegura Mohelníková que todas ellas cuentan con las virtudes del océano Índico y atraen mucho a los checos por la calidad de sus playas y la gran riqueza de su fauna.
“El esnórquel es maravilloso, pero es importante conocer los lugares para ir donde los corales no están afectados por el blanqueamiento, y se ven cosas extraordinarias como mantarrayas, tiburones, ballenas azules y muchos otros animales”.
Otro punto que destaca Mohelníková es que, por su cercanía con la línea del Ecuador, la temperatura en Maldivas es muy estable sin padecer tornados ni huracanes como sí sucede en otros sitios. En todo caso, advierte que los peores meses para viajar coinciden justo con el verano checo por ser temporada de lluvias y recomienda ir, sobre todo, entre febrero y marzo para disfrutar de días completamente soleados, en los que el agua, al menos cerca de la orilla, suele alcanzar una temperatura de treinta grados.
Vivir sin cerveza
Aunque tuvo un pasado budista, desde el siglo XII Maldivas es un país musulmán. Ese dato puede constituir una muy mala noticia para los checos ya que, en el caso de querer visitar las islas locales, deben respetar la prohibición de tomar alcohol, lo cual puede significar un verdadero problema para unos de los grandes consumidores de cerveza en el mundo. Y si bien reconoce que suele recibir muchas consultas al respecto, Mohelníková entiende que, al igual que sucede con las crisis, esa misma prohibición puede ofrecer, al mismo tiempo, una oportunidad.
“Yo que amo la cerveza y me crie, de hecho, en una taberna, me sorprendí mucho con la cantidad de checos que no toman alcohol, pueden sobrevivir sin él, no tenían problema en quedarse en las islas locales sin beber o incluso no querían el paquete que incluye bebidas alcohólicas en los resorts porque con agua y jugos ya estaban bien. Y los que no, lo tomaron como una especie de desintoxicación. Es decir, beben todo el año y dicen: ‘Bueno, voy a pasar tres semanas en alguna de las islas locales de Maldivas para darle un descanso a mi hígado’”.
Claro que la misma dificultad podría extenderse a todo el menú en el caso de aquellos checos que no suelen probar otros platos más allá del guláš, el queso hermelín y las salchichas. Sin embargo, cuenta Mohelníková que, por obvias razones, en Maldivas hay excelente pescado y, sobre todo, destaca el atún de aleta amarilla que, según escuchó decir a varios chefs internacionales, es el mejor del mundo para preparar sushi, a tal punto que se exporta a Japón.
“Me gusta mucho la comida maldiva, especialmente el mashuni que es un desayuno a base de coco, una receta muy fácil de hacer. Pero cuando vuelvo, mi valija siempre regresa repleta de latas de atún. Así que para mí la comida local es muy buena, me encanta la comida picante, el curry y el pescado”.
En cuanto al divehi, el idioma oficial de Maldivas, cuenta Mohelníková que lo entiende y puede decir algunas frases, pero no aprendió a hablarlo porque es bastante difícil. En ese sentido, una verdadera sorpresa fue enterarse de que usan una expresión casi igual al famoso ‘Ty vole’ que, además, tiene el mismo sentido. Por otro lado, explica que casi todos hablan inglés, idioma que aprenden en la escuela como segunda lengua y ella conoció a varios maldivos que sabían italiano porque de ahí llegaron los primeros turistas a principios de la década del setenta, y algunos que eran capaces de decir algunas frases en checo. El motivo es que, debido a las dificultades para conseguir visas en ambos sentidos, varias mochileras checas se casaron o comprometieron con los locales para poder pasar varios meses en Maldivas y permitir, al mismo tiempo, que ellos logren quedarse en Europa.
“En República Checa, pero sobre todo en Praga, están viviendo en la actualidad alrededor de sesenta maldivos. Algunos estudian en Letňany para ser pilotos. Muchos de los pilotos de aviones o hidroaviones en Maldivas estudiaron aquí. Antes también lo hacían en Sri Lanka o en Canadá, pero desde hace algún tiempo les empezaron a pedir licencias especiales y por eso están viniendo aquí. Y en Addu, al sur de Maldivas, hay una Academia de Aviación Moldava con muchos pilotos checos enseñando”.
Agrega Mohelníková que, en la actualidad, viven en Maldivas poco más de medio millón de habitantes, una cifra muy superior a la registrada en 2009. Al igual que sucede con Venecia, el país sufre la amenaza del hundimiento paulatino pero constante por la subida del nivel del mar. Lucie Mohelníková opina que, de no tomarse cartas en el asunto y encontrar alguna solución definitiva, las próximas generaciones podrían llegar a atestiguar la desaparición del país.