“Los checos no son bordes, lo suyo es exceso de cortesía”
Más de 200.000 españoles visitan cada año la capital de la República Checa. El 70 por ciento tiene estudios superiores, una edad comprendida entre los 25 y los 54 años y trabaja. ¿Qué les atrae de Praga? Su historia, su arquitectura y sus precios. Jordi López los conoce muy bien.
El cliente medio suelen ser parejas y familias de un hijo, con una estancia de unos tres días. Si hablamos de la primera recomendación que les da Jordi cuando pisan tierra checa es probar el Svičková na Smetaně, por supuesto, un plato típico. Y alguna escapada, Karlovy Vary y Český Krumlov. En cuanto a precauciones, mucho cuidado con los carteristas y las falsificaciones de billetes.
“Cualquier ciudad española es muchísimo más peligrosa que Praga, los checos no son agresivos ni suelen dar problemas ni atracar por la calle, pero sí que hay mucho robo sutil, mucho carterista y es un poco ese aspecto en el que aconsejas a los clientes. Sobre todo advertir en los lugares en los que se junta mucha gente. Cuidado porque se alargan muchas manos, con las cámaras de fotos no las dejéis en las barras, porque ahí es donde son muy rápidos…”
Aún así, el 80 por ciento de los turistas extranjeros está contento con su estancia y el nivel de los servicios en la República Checa. Los checos, por su parte, son mucho más críticos y sólo el 67 por ciento califica como bueno el nivel del turismo local.
Ésta ya es la tercera temporada de Jordi instalado en Praga. Suele llegar en marzo y huye en cuanto asoma octubre. Dice que no está preparado para los 15 grados bajo cero que se registran en invierno. Comparte piso con un conductor de tranvía nativo. Y desde su experiencia… nos cuenta cómo son los checos.
“Yo lo que encuentro por ejemplo en los checos es que tienen un exceso de cortesía, exceso de educación y de corrección. Y eso, para los que venimos de países como España, por lo general mucho más abiertos, pues nos choca un poco y lo confundimos con que son bordes, antipáticos, pero en realidad es un exceso de cortesía por la educación que reciben”.Aún así, este catalán reconoce que hay un choque cultural importante entre hispanos y checos, aunque nota muchas diferencias entre los nativos más jóvenes y los que vivieron el comunismo. ¿Cómo es el trato que le dan al turista? Admite que hay gente muy seca y que están acostumbrados a mantener las distancias entre sí.
Y la gran pregunta. Los españoles cuando vienen a Praga, ¿Encuentran lo que buscan? ¿Se van satisfechos? Jordi asegura que sólo se llevan una decepción. Los precios ya no son lo que eran.
“Desde cuando yo empecé a venir a Praga hasta ahora sí que se han encarecido bastante los precios. Sobre todo si uno quiere comerse un menú, por ejemplo, sigue siendo barato respecto a España, pero antes era mucho más. Antes te podías comer un menú por cuatro euros tranquilamente y hoy, sí encuentras sitios pero hay que rebuscar mucho. Hay cosas baratas, por ejemplo la cerveza, por hay otros artículos, lo que yo llamaría de lujo o semilujo, como los coches o la ropa, que son los mismos precios que en España”.
¿Y Jordi, lo de volver definitivamente a España?
“Son unos tiempos un poco extraños, porque yo ahora mismo no me planteo volver a España. La cosa está muy mal allí de trabajo. El otro día un cliente me dijo que tenemos un veinte por ciento de paro y esa cifra no se da aquí. Aquí tengo muchas más oportunidades. Estamos en una ciudad en la que la tasa de paro es del dos por ciento. Y además tengo una ventaja que los checos no tienen que es la lengua nativa que es el español, evidentemente”.
Pues aprovecha el momento y quédate, que parece que Praga soporta mejor que España el fantasma de la crisis.