Los checos de Volinia: una minoría olvidada en plena Ucrania
Los actuales acontecimientos de Ucrania, en buena parte de origen étnico, han puesto de nuevo de actualidad la situación de la minoría checa en la región de Volinia, situada en el noroeste de Ucrania, haciendo frontera con Polonia. Repasamos aquí la historia de esta comunidad de checos en el extranjero con siglo y medio de antigüedad, que ha sobrevivido a dos guerras mundiales.
Entre 1868 y 1880, unos 16.000 checos huyeron de las duras condiciones que se vivían entonces en las tierras checas para empezar una nueva etapa en Volinia, que entonces pertenecía al Imperio Ruso. El zar Nicolás II ofrecía a los nuevos colonos toda una serie de ventajas: tierras, educación gratuita, exención de impuestos por 20 años, exención del servicio militar y garantías de libertad religiosa.
Los checos se asentaron sobre todo en las ciudades de Rovno, Dubno, Lutsk, Zhytomyr y Ostroh, o fundaron nuevas poblaciones, como České Noviny, Český Malín, Český Boratín o Český Straklov. Ante la carencia de materiales de construcción idearon un nuevo estilo, a base de argamasa y serrín, cuyos secretos ya no se recuerdan pero del que todavía quedan algunos ejemplos a lo largo de Volinia.
La arquitectura no es la única huella que dejaron. Gracias a las favorables condiciones de las que gozaban, pronto los inmigrantes prosperaron y desarrollaron talleres y fábricas de maquinaria, cerveza o cemento, con las que financiaron escuelas, iglesias y bibliotecas, convirtiéndose en una minoría sin especial importancia demográfica pero con un relativo alto nivel cultural y adquisitivo.De aquella época quedan pocos testimonios, pero las viejas generaciones aún tienen conciencia de, por ejemplo, el desigual proceso de asimilación que vivieron los checos dependiendo de cómo se asentaban, como relata la señora Anna Hoffmanová
“Los checos que vinieron eran todos católicos, pero aquellos que querían comprar tierras, esos tenían que convertirse primero a la fe ortodoxa. Así que en los pueblos predominaban los checos ortodoxos y en las ciudades predominaban los católicos”, contó.
La mezcla de religiones venía acompañada de una mayor diversidad étnica. Volinia estaba habitada por polacos, ucranianos y judíos, que convivían en un difícil equilibrio. La situación se complicó tras la Primera Guerra Mundial, cuando una parte de la región pasó a Polonia y otra quedó en manos de Ucrania, entonces integrada en la Unión Soviética.Los checos de la parte polaca vivieron en el periodo de entreguerras un momento de desarrollo económico y cultural, mientras que los de la parte soviética vieron prohibida su cultura y fueron perseguidos, trasladados muchos a otras áreas de forma forzosa o internados en gulags.
Volinia, todos contra todos
Lo peor llegaría no obstante durante la II Guerra Mundial. Tras el reparto de Polonia entre nazis y soviéticos en 1939, Volinia volvió a unificarse y quedar bajo control de Moscú. Un par de años después, en 1941, la Alemania nazi entró en guerra con la Unión Soviética y ocupó Volinia, procediendo inmediatamente al genocidio de toda la población judía de la región. La señora Hoffmanová describe la magnitud de los acontecimientos.
“De los 42.000 habitantes de Lutz, 22.000 eran judíos, era prácticamente una ciudad judía, todos de habla alemana. Fue terrible lo que pasó, mamá se puso enferma de lo que sucedió con ellos”, relató.Pero no solo el exterminio judío ensombreció Volinia durante la Segunda Guerra Mundial. Zona disputada entre ucranianos y polacos, pronto la organización nacionalista ucraniana OUN, liderada por Stepán Bandera, formó un ejército guerrillero de unos 100.000 hombres y comenzó a hostigar no solo a los ocupantes alemanes, sino principalmente a los habitantes polacos de la región.
Las matanzas de civiles realizadas por los llamados banderistas alcanzaron rápidamente proporciones de limpieza étnica. Se calcula que hasta el fin de la guerra los partisanos ucranianos asesinaron a entre 35.000 y 65.000 hombres, mujeres y niños de etnia polaca. Los guerrilleros polacos, por su parte, asesinaron por su parte a unos 20.000 civiles ucranianos. A todo esto hay que sumar la entrada en escena de los partisanos soviéticos, enviados por Moscú para acosar a los nazis pero que se encontraron con la hostilidad de las milicias polaca y ucraniana.
De esta manera Volinia fue durante cuatro años el escenario de una guerra de guerrillas y de sangrientas limpiezas étnicas en el que se enfrentaban alemanes, soviéticos, polacos y ucranianos, todos contra todos. Los checos, que se encontraban en medio de todos ellos, optaron por no comprometerse con nadie y ayudar en lo que pudieran a todos los bandos.
Esto no impidió que hubiera ocasionales enfrentamientos y que en algunas ocasiones los pueblos checos tuvieran que organizar su propia autodefensa. No obstante el episodio más negro vivido por los checos de Volinia se dio con la tragedia de Český Malín.
La masacre de Český Malín
El pueblo, fundado en los años 60 del siglo XIX junto al Malín ucraniano, había llegado en aquellos años a cierto grado de desarrollo. Contaba con biblioteca, dos escuelas, bomberos, un grupo de teatro, y desde los años 30, con teléfono, carretera asfaltada y oficina postal.Todo acabó el 13 de julio de 1943, cuando llegaron al pueblo unidades del ejército alemán para realizar una operación de castigo. Sacaron a todo el mundo de sus casas, incluyendo a la parte ucraniana del municipio, y separaron a los hombres de los ancianos, mujeres y niños. Primero encerraron a los hombres en la escuela, iglesia y otros edificios y les prendieron fuego. A continuación hicieron lo mismo, por separado, con el resto de la población. Solo sobrevivieron los que ese día estaban ausentes o fueron utilizados para transportar el botín capturado durante el saqueo. Se calcula que fueron asesinadas unas 370 personas.
Los historiadores todavía discuten sobre los motivos que llevaron a la destrucción de Český Malín, aunque se especula que se trató de una revancha por la presunta ayuda de algunos checos del pueblo a los banderistas, o simplemente de un error. Según algunos historiadores ucranianos, en la masacre participaron también policías o guerrilleros polacos, aunque no se sabe a ciencia cierta en qué medida.A la matanza de Malín siguió otra de menor entidad en la aldea checa de Sergiyevka-Mijna, también arrasada por los nazis.
Checos de Volinia, núcleo de la legión checoslovaca
Las persecuciones étnicas no amainaron hasta la llegada de las tropas soviéticas, que aunque no acabaron con las guerrillas, al menos mejoraron la situación de amenaza en la que se encontraban los checos. En marzo de 1944 se instaló en la ciudad checa de Rovno la Primera Brigada Independiente Checoslovaca, un ejército legionario que luchaba bajo mando soviético en el frente oriental contra las fuerzas del Eje.
Las tropas, comandadas por el general Ludvík Svoboda, pronto se vieron engrosadas por varios miles de checos de Volinia, como atestigua la anciana señora Marie Novotná-Kafková.
“Los nuestros querían ir a la guerra junto a Svoboda, ya que sabían que así llegarían por fin a las tierras checas”, comentó.Prácticamente todos los hombres adultos se unieron a las filas de la Brigada, constituyendo el mayor grupo étnico de este ejército, donde también combatían eslovacos, rusinos y checos salvados de los gulags soviéticos. Muchos no llegaron nunca a ver la patria soñada. Los duros combates contra los nazis hasta que consiguieron entrar en Checoslovaquia le costaron la vida a casi el 40% de los efectivos.
Después de la guerra, la mayor parte de los checos de Volinia regresaron al país de origen de sus antepasados y se establecieron principalmente en los Sudetes, una región despoblada después de la expulsión de la población alemana del país. Solo unos cuantos centenares de familias permanecieron en Volinia, que tras los cambios de fronteras que siguieron a la contienda, quedó de nuevo unificada, esta vez bajo administración ucraniana y en el marco de la URSS.