“Lo que más hay en el mundo son bacterias y virus”
Marco López Marín es un joven microbiólogo mexicano que realiza actualmente su doctorado en Chequia. En esta entrevista con Radio Praga Internacional explica su trabajo y las diferencias entre bacterias y virus, además de resaltar la importancia de informarse bien en tiempos de pandemia y entender que los microorganismos no solo están en el planeta para enfermarnos.
Un posgrado en tres países muy distintos de Europa: la maestría del joven microbiólogo mexicano Marco López Marín lo llevó a estudiar en la universidad de Delft en Holanda, en la de Gante en Bélgica y, por último, en la Universidad de Química y Tecnología de Praga. En la capital checa realizó su tesis de maestría sobre microbiología ambiental y su supervisor le propuso quedarse a hacer también el doctorado. Actualmente está cursando el cuarto año gracias a una beca y, a pesar de que al principio no fue fácil adaptarse a las diferencias culturales, hoy se siente muy contento.
“Bueno, estoy tratando de cultivar bacterias que probablemente no se han podido cultivar en un laboratorio, hay una rama muy reciente que se llama culturómica y se involucra en tratar de cultivar bacterias que son difíciles de cultivar en un cultivo puro, o sea, en un plato de Petri o en algún cultivo líquido”.
El plato de Petri es un recipiente circular creado a finales del siglo XIX para analizar el comportamiento de microorganismos. Se diseñó para cultivar bacterias del cuerpo humano porque, en ese entonces, había mucha gente muriéndose de infecciones y la prioridad era la salud. López Marín utiliza esa misma técnica para realizar su investigación que consiste en idear maneras para acceder a las bacterias mediante el cultivo. Y aunque aclara que no son muy distintas de las del cuerpo humano, las bacterias que él estudia viven en el suelo. A diferencia del cuerpo humano que siempre está a 37 grados, el suelo es un medio muy complejo y heterogéneo: suele estar expuesto al sol y a los cambios de temperatura, a veces tiene oxígeno y a veces no, con lo cual es muy difícil de recrear en un laboratorio.“Es que todo es un continuo: o sea pueden estar en el suelo y si comes tierra o se te cae algo al piso y te lo comes la bacteria puede ingresar, aunque como crecen en el suelo no están acostumbradas a las condiciones dentro del cuerpo humano”.
López Marín dice que es como si se intentara sacar un animal de determinado ecosistema para ponerlo en otro: tal vez pueda vivir pero tal vez no. Asegura que hay bacterias que son muy fáciles de cultivar y otras a las que nunca hemos podido ver y, a pesar de los esfuerzos, no aparecen en los platos. Justamente su objetivo es poder acceder a esas bacterias que no se han podido cultivar antes. Pero aclara que para estudiarlas es necesario hacerlas crecer y obtener cierta cantidad de ellas. Es decir que análisis como la extracción de ADN no pueden realizarse solo con una bacteria que es algo ínfimo.
El objetivo es encontrar, entonces, bacterias nuevas que puedan tener funciones ambientales o industriales relevantes. Por ejemplo hay bacterias que pueden producir antibióticos. Es decir que, a pesar de dedicarse a la tecnología ambiental, la investigación de López Marín puede beneficiar también al ámbito de la salud.
“Las bacterias son como una librería de moléculas y entonces puede haber moléculas con funciones antiobióticas o de nuevas enzimas que tengan una actividad interesante para procesos industriales, cosas así.”Ya desde muy chico, los juguetes que Marcos López Marín les pedía a sus padres solían ser juegos de química, microscopios de plástico y también juntaba insectos para poderlos contemplar. En cierta forma esos insectos que investigaba en su infancia hoy se convirtieron en bacterias, su actual objeto de estudio que es necesario diferenciar de los virus.
Explica López Marín que una bacteria es un organismo vivo, una célula que puede vivir por sí misma como una planta o un animal. Un virus, en cambio, es una secuencia genética, una partícula o ente inanimado mucho más pequeño que una bacteria. Hay virus que infectan bacterias pero no bacterias que infecten virus. Pero además se diferencian en lo que hace al tratamiento médico que debe aplicarse para combatirlos.
“Es más fácil controlar una bacteria que un virus por el hecho de que una bacteria tiene un metabolismo propio muy específico. Como la bacteria es un ser viviente genéticamente muy distante de nosotros tiene funciones muy específicas que se pueden interrumpir con medicamentos que no afectan al organismo humano. La cuestión del virus es que como usa esas células humanas muchas veces los medicamentos tienen que interrumpir funciones de las células humanas, entonces por eso es más difícil combatirlos con medicamentos”.
Es decir que la dificultad en el tratamiento de infecciones virales consiste en que los medicamentos interfieren en algún aspecto del metabolismo humano. Por otra parte, afirma López Marín que las personas no suelen ser conscientes de que el medio ambiente está repleto de bacterias y virus, al no ser en situaciones adversas como las que se viven en la actualidad con el coronavirus.
“Creo que es momento de pensar que vivimos en un mundo que está dominado por microorganismos. Cuando la gente escucha bacteria o virus se imagina un ente individual que afecta directamente a las personas pero cuando piensas en animales no solo piensas en un animal sino en una diversidad muy grande de animales. Con bacterias y virus es igual: la diversidad es increíblemente grande, más grande que cualquier planta y cualquier animal. A lo que me refiero es que la diversidad de virus y bacterias es tan grande que siempre tenemos contacto con ellas y estas situaciones siempre están latentes, siempre va a haber una bacteria o un virus que mute y que vaya a afectarnos de alguna manera porque estamos rodeados de ellas y no podemos hacer nada”.
En ese sentido puede haber algo así como un cambio de paradigma: López Marín observa que las personas, por ejemplo, ven como algo positivo la existencia de las plantas porque cuidan el medio ambiente y producen oxígeno. Pero cuando les hablan de bacterias y virus siempre los ven como algo negativo porque la única ocasión en que se los tiene en cuenta es cuando se enferman o cuando ven algo que está sucio.
Y sin embargo, asegura López Marín, bacterias y virus componen la mayor parte de la vida en la Tierra en términos de diversidad, es lo que más hay en el planeta y nos afectan en muchísimos sentidos, no solo enfermándonos porque todo está lleno de virus y bacterias. López Marín resume la idea diciendo que la mayor reserva de nitrógeno en el mundo está en la atmósfera y los organismos que fijan ese nitrógeno son, precisamente, las bacterias y virus: con lo cual está claro que son la base de la existencia de todo.
En cuanto a la actual pandemia, López Marín no se muestra sorprendido porque ya ha pasado antes. Por ejemplo, con la bacteria de la peste negra en la Edad Media, la epidemia del VIH que también involucró muchísimos países sobre todo en los 80 y, sin ir tan lejos, los casos de SARS, gripe aviar y gripe porcina de las últimas décadas.“Entonces, eso siempre pasa: de hecho yo creo eso que tal vez pase más seguido de lo que nos damos cuenta pero depende de qué virus sea porque puede ser que el virus brinque de un organismo a otro pero no tenga éxito y simplemente no empiece a ser una pandemia, depende del virus”.
López Marín entiende que una de las particularidades del coronavirus es que afecta nuestra vida diaria y las interacciones sociales. Pero además pide tener un poco de cuidado con la velocidad con que hoy podemos acceder a la información y a cualquier tipo de juicio. Sugiere tratar de elegir bien el medio de información que se consume, en referencia no solo a los medios tradicionales sino a los distintos perfiles en redes sociales que también difunden opinión.
“Porque por ejemplo te dicen cuántas personas se murieron en Italia por este virus y si lo tomas como cifra aislada puede ser muy impresionante pero con otros factores en perspectiva las cosas empiezan a cambiar. Entonces lo que quiero decir es más que nada la perspectiva que te dan los medios es con lo que hay que tener cuidado”.
López Marín también quiere aprovechar para transmitir cierta esperanza en estos tiempos duros porque la sociedad tiene recursos para actuar: desde las decisiones de los gobiernos para evitar el contacto entre la gente hasta el esfuerzo de quienes tratan de desarrollar nuevas vacunas. Por otro lado asegura que hemos aprendido de antiguas epidemias y hoy contamos con un enorme conocimiento científico.
En la Edad Media, asegura López Marín, ni siquiera conocían la existencia de bacterias y virus. Lo que está sucediendo en la actualidad, concluye, tal vez provoque también que cada vez más gente se interese en esa forma de vida que, a pesar de constituir mayoría en el mundo, no se puede percibir a simple vista.