Lidice: la historia de una tragedia en retratos
El pueblo de Lidice, destruido por el régimen nazi en la Segunda Guerra Mundial, recuerda parte de su triste historia a través del arte fotográfico.
De la catástrofe se cumplirán en junio del presente año 76 años y a manera de homenaje a los sobrevivientes, la Galería de Lidice abrió una exposición fotográfica que lleva como título "Mi hogar. Testimonios en retratos".
Martin Homol es el autor del proyecto, el cual ha estado en desarrollo desde los últimos tres años. Durante este tiempo se dedicó a retratar a los moradores originarios de Lidice que alcanzaron a sobrevivir a su destrucción y que todavía se encuentran con vida. El objetivo de la cámara fueron sus rostros y emociones. Nos lo explica mejor el fotógrafo.
"Me esforcé muchísimo en que se viesen las emociones que lleva esta gente por tantos años, pero que a la vez no cayese en lo patético. Había escogido los lugares donde tenían originalmente sus casas, pero los nazis cambiaron toda la geografía del paisaje. A veces nos encontramos donde había una edificación pero hoy es solo un foso profundo".
Como parte de la captación de emociones en las piezas hay, además de la evidente sensación de tragedia y desolación, dimensiones positivas y optimistas como lo es el perdón y la reconciliación con la vida, que le siguen de manera natural a todo proceso de pérdida.
Una de las testigos de la masacre de Lidice retratada por Martin Homol es Jaroslava Skleničková, quien a los 16 años fue trasladada a Ravensbrück, un campo de concentración para mujeres."Es una gran paradoja que yo tenga que decir 'qué suerte que fui al campo de concentración' pues de lo contrario hubiese terminado en una de las esculturas del Memorial".
El Memorial de Lidice contiene varios grupos escultóricos, entre ellos el monumento de los niños, así como el de una mujer guardando luto y otras figuras que recrean el amargo episodio.
Skleničková sobrevivió al campo de concentración, al igual que su madre y su hermana, volviendo a Lidice en 1945 y fue en ese entonces cuando se enteró de la aniquilación sistemática del pueblo, que consistió en quemar sus casas, la iglesia e incluso el cementerio; dar muerte a sus habitantes en fusilamientos colectivos o cámaras de gas. A los que se les perdonó la vida fueron arrastrados a un destino indeseado.Esto es lo que recuerda Jaroslava Skleničková de la vuelta a su Lidice natal.
"Estábamos ahí parados. Yo no podía ni llorar, tenía la sensación de como si alguien me hubiese estado estrangulando. Es algo horrible".
En 1947 el entonces gobierno checoslovaco posó una piedra fundacional en el pueblo, lo que simbolizó la reconstrucción y el renacimiento de un nuevo Lidice.
De la exposición se podrá disfrutar hasta el 30 de abril en la Galería de Lidice.
La masacre de Lidice fue la respuesta de la Alemania nazi a lo que se conoce como la operación Antropoide: el atentado a Reinhard Heydrich, residenciado en el Castillo de Praga mientras ejercía su cargo como Protector de Bohemia y Moravia, anexadas al Tercer Reich. Una carta levantó la sospecha en la Gestapo de que había una conexión entre una de las familias de Lidice y los comandos checos a cargo del atentado. Pese a que se no encontró evidencia alguna de tal relación, los nazis ejecutaron su venganza llevando al pueblo a cenizas.