Las ventas de drones viven un boom en Chequia a pesar de las barreras legales

Foto: ČT24

Las aeronaves no tripuladas, los llamados drones, son cada vez más abundantes en la República Checa y de hecho se espera que este año su número se duplique. A pesar de contar con múltiples usos posibles, la legislación checa impide de momento un uso extensivo de estos aparatos.

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Los drones son un caso más de tecnología militar que acaba teniendo usos civiles. Utilizados al principio para la exploración del terreno o ataques sin piloto, estos dispositivos volantes teledirigidos se comercializan actualmente para todo tipo de propósitos. Según sus distribuidores en la República Checa, el número de interesados se ha quintuplicado y durante este año se duplicará la cantidad de aparatos, llegando a más de dos mil.

Actualmente en el país se hallan a la venta desde modelos de juguete, por unos 100 euros, hasta drones profesionales cuyo precio comienza en los 18.000. De momento predomina el uso recreativo o artístico, por ejemplo para hacer fotos o grabar desde el aire, pero también son utilizados por empresas de seguridad, agencias de mediciones geodésicas e incluso agricultores, que los usan para fumigar de manera más precisa.

De acuerdo con Jakub Karas, de la compañía de venta de drones UpVision, estos productos tienen un gran potencial.

“Pueden tener sensores avanzados del tipo de cámara de visión térmica, de cámara multiespectral… Todos los días aparecen en el mundo nuevas formas de utilizarlos: por ejemplo drones de primeros auxilios, que pueden llegar los primeros al lugar de cualquier accidente, o a sitios donde no puede llegar la ambulancia”.

Foto: Martin Melichar,  ČRo
Cabe mencionar los planes de por ejemplo Amazon, Alibaba o los correos suizos de usar drones para el transporte de paquetes. También se habla de sus posibilidades en la lucha contra los incendios forestales, la búsqueda de personas perdidas en parajes naturales o la detección de especies invasivas en un ecosistema, entre otros usos.

La legislación checa es sin embargo de momento precavida y establece importantes límites al uso de estas pequeñas aeronaves. En primer lugar es necesario contar con un permiso especial, que se otorga tras un examen práctico y teórico, y que de momento apenas han solicitado unas 300 personas. En segundo lugar está prohibido su uso cerca de los aeropuertos y en zonas habitadas, lo que da lugar al mayor número de multas, comenta David Balhar, del Instituto de Aviación Civil, que vela por el cumplimiento de la normativa.

“La infracción más frecuente es que los aparatos vuelen por donde no tienen que volar, y además sin la licencia correspondiente”.

Solo el año pasado el Instituto de Aviación Civil puso 10 multas por el uso indebido de drones, las más altas por una cuantía de 18.000 euros. El celo en restringirlos a lugares deshabitados se explica por motivos de seguridad, para evitar colisiones, accidentes e incluso atentados terroristas, y también por el deseo de proteger la intimidad de la ciudadanía, que podría ser espiada o filmada contra su voluntad.

Autor: Carlos Ferrer
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