Las tradiciones culinarias checas siguen vivas en Navidad

La Navidad y la gastronomía son inseparables en Chequia. Y mientras que muchas tradiciones han evolucionado durante los años, los típicos platos navideños siguen ocupando un lugar especial en el corazón de muchas familias.

Si pasan la Nochebuena en un hogar checo, lo más probable es que cenen carpa frita con ensaladilla de patatas. Aunque tampoco es inusual comer milanesa o salchicha. Cada familia tiene sus propias costumbres y las recetas varían de una casa a otra.

Foto: JillWellington,  Pixabay,  CC0 1.0 DEED

No obstante, los platos que las familias checas comen en Navidad tienen sus raíces, en muchos casos, en las tradiciones culinarias de los siglos pasados. Si seguimos las huellas de la gastronomía checa en Navidad, descubriremos que muchas costumbres antiguas nos parecen algo familiares.

Sopa y pescado

A los checos siempre les han gustado las sopas. En la actualidad, la cena de Nochebuena se suele iniciar con una sopa de pescado. Aunque no siempre ha sido así. Antiguamente, en Bohemia, el primer plato solían ser unas obleas. Eran pequeñas, planas y secas, parecidas a las hostias. No llenaban mucho, servían para iniciar el banquete navideño. Había muchos tipos y se servían con miel, ajo o escaramujo. Cada uno de los ingredientes simbolizaba la buena salud de la cual la gente esperaba gozar durante todo el año.

La sopa de carpa,  foto: archivo de Radio Praga

Después de las obleas se servía la sopa. De hecho, muchas veces se preparaban varias a la vez, dado que se trataba de una comida fácil y económica de preparar. Gozaban de gran popularidad las sopas de legumbres y setas, que son muy comunes incluso en el día de hoy.

En muchos hogares, las sopas que a lo largo del año se preparaban con el presupuesto de la familia en mente, en Navidad se cocinaban con más grandiosidad. Por ejemplo, en la región de Valaquia, en Moravia Oriental, es tradicional una sopa llamada ‘kyselica’, preparada a base de agua y col y típica por su sabor agrio. En Navidad se preparaba con crema de leche y se le añadían ciruelas, setas secas y un buen trozo de carne ahumada.

Foto: Jiří Fröhlich,  Pixabay / CC0

Una parte inseparable del menú navideño era el pescado. La mayoría de los estanques formaban parte de monasterios y señoríos a los que la gente común y corriente no tenía acceso. Y como solo se comía de manera excepcional, el pescado pronto se convirtió en el plato festivo de la Navidad.

La carpa empezó a formar parte del menú navideño a finales del siglo XIX y la tradición se mantiene fuerte hasta el día de hoy. El pescado debe estar lo más fresco posible, por lo que no es nada raro ver en las calles checas puestos callejeros que disponen de un tanque con carpas vivas, que se matan en el momento de la venta.

Aunque es una costumbre en desuso, hasta hace unos años no era rara la familia que, en aras de una mayor frescura, compraba la carpa viva varios días antes de Nochebuena y la mantenía en la bañera hasta que llegaba la hora de cocinarla.

El cerdito de oro

Por lo general, en el período anterior al 24 de diciembre se comía menos carne y los platos eran más livianos. Los checos guardaban las delicias para Navidad. La gente solía incluso ayunar el día de Nochebuena.

Foto: QuinceCreative / Pixabay CC0

Esta tradición se mantiene hasta hoy en algunas familias checas. La leyenda cuenta que quien logre abstenerse de la comida (o de la carne) durante el día, verá un cerdito de oro por la noche que le brindará la buena suerte.

En muchos casos es una solución práctica: con la imagen del banquete que los espera en la cena de Nochevieja y las fiestas que siguen, muchos prefieren iniciar la glotonería de manera precavida. Aunque más que ayunar, se trata de una decisión de no comer carne o no picar entre horas.

Para los que no comían o no comen carne durante el día de Nochevieja, el kuba se ha convertido en uno de los platos que no puede faltar en las mesas navideñas. Su historia se remonta hasta tiempos paganos. Los antiguos eslavos veneraban las setas como ingrediente sagrado. Y aunque las setas las comían todos, el kuba era más bien un plato típico para la gente pobre, atormentada por las guerras y las frecuentes hambrunas.

'Kuba',  foto: archivo de Radio Praga

Aunque es originario de Bohemia del Sur, el kuba se difundió pronto a todo el país, siendo una alternativa a la carne que, según la tradición, no debe comerse durante el día de Nochebuena para ver al ya mencionado cerdito de oro.

Preparar el ‘kuba’ es rápido y fácil. Lo único que se necesita son granos de cebada pelados y setas secas. El sabor típico se obtiene añadiendo manteca casera y mejorana. Dado que los granos son ricos en minerales y energía, este plato de la antigua Bohemia está volviendo a las mesas checas, y no solo en Navidad.

Receta:

150 gramos de granos
2 puñados de setas secas
1 cebolla
3 dientes de ajo
alcaravea
mejorana seca
sal
pimienta
100 gramos de manteca
perejil para decorar

Foto: Klára Stejskalová

Antes de cocinar, es importante dejar remojar los granos de cebada y las setas. Los granos desde un día antes mientras que las setas basta con, al menos, media hora.

Lavamos los granos remojados, los ponemos en una olla y los cocemos hasta que estén blandos. Freímos la cebolla cortada en trozos pequeños con manteca, añadimos el ajo y las setas (tras exprimir primero toda el agua). Después añadimos los granos cocidos y sazonamos la mezcla con alcaravea, mejorana seca, pimienta, sal y un poco de manteca adicional.

Foto: Klára Stejskalová

Vertimos la mezcla en una fuente para horno y horneamos durante 10-15 minutos a una temperatura de 180 °C.

Una vez servido el ‘kuba’, adornamos los platos con perejil.

Autores: Romana Marksová , Eliška Kubánková
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