Las costumbres navideñas del Paraíso Checo
Bienvenidos a la emisión especial de Radio Praga, emitida con motivo de la Navidad. En esta ocasión les invitaremos a conocer las costumbres navideñas de la región del Paraíso Checo, situada en el noroeste de Bohemia. Esta mágica zona, con una preciosa naturaleza y un sinfín de castillos, cuenta con una serie de tradiciones navideñas peculiares.
La primera tradición celebrada en el Paraíso Checo de forma particular está vinculada con la fiesta de Santa Bárbara, festejada el 4 de diciembre.
Mientras que en la mayoría de los pueblos checos recordaba el legado de la mártir una muchacha vestida de blanco y con la cara blanqueada con harina, en el Paraíso Checo se consolidó esta tradición de la forma contraria, explica la directora del Museo del Paraíso Checo, Vladimíra Jakouběová.
“Aquí no recorría los hogares solamente una Bárbara, sino que eran nueve, y tenían un aspecto diferente del que estamos acostumbrados. No estaban vestidas de blanco, sino de negro y la cara la tenían ennegrecida con hollín. Dado que Santa Bárbara fue ejecutada, esta fiesta se concebía aquí como una ceremonia de luto. No la representaban como el personaje que traía la luz a las familias, sino que la recordaban como una mártir”.
El Brusař asustaba a las amas de casa
Otra figura desconocida más allá de las fronteras del Paraíso Checo era el Brusař. Esta figura masculina cobraba protagonismo en la víspera de la Nochebuena y su papel era bastante malicioso, explica Jakouběová.“El Brusař era una figura de paja. Los muchachos jóvenes del pueblo lo colocaban a escondidas dentro de las casas, justo al lado del horno. Querían que las amas de casa se asustaran al verlo, y también que quemaran los vánočky, unos típicos bollos dulces navideños. Es que mientras las mujeres sacaban al Brusař fuera de su casa, podía ser que se les quemaran”.
“Si no llega para el pescado, lo preparamos de masa”
La elaboración de dulces navideños estaba vinculada en el Paraíso Checo con numerosos rituales. Por ejemplo, con el agua que servía para lavar maseras se regaban posteriormente árboles, que se engrasaban también con la masa de los dulces navideños a fin de que permanecieran sanos y fuertes a lo largo del año venidero.De la masa se preparaban habitualmente unos bollos dulces, elaborados en forma de pez. De esta manera muchas familias sustituían simbólicamente el pescado, ya que en el siglo XVII este alimento aparecía solamente en las mesas navideñas de las clases más ricas, como la nobleza, los granjeros y los molineros.
Vladimíra Jakouběová explica por qué muchas familias no podían permitirse su compra.
“La Guerra de los Treinta Años provocó la destrucción de muchos estanques en esta zona. Las tropas los saqueaban y muchos acabaron devastados. Después de la contienda, los propietarios de los estanques carecían de recursos, así como de fuerza para renovarlos. Por tanto, muchos acabaron cubiertos de tierra a fin de servir de campos de cereales. Para no abandonar la simbología del pescado, las familias preparaban para la cena navideña unos bollos dulces de masa de mijo en forma de pescado. Para ello utilizaban unos moldes de cobre o de cerámica. La gente nunca había abandonado la conexión con Cristo y el motivo cristiano del pez”.
Los que se podían permitir cenar pescado el día de Nochebuena, optaban a menudo por “la carpa al azul”.
Esta receta consistía en pescado cocido con verduras de raíz, un plato que llegaba a alimentar a muchas personas.Es que el día de Nochebuena no se podía rechazar a ningún comensal, y se solía compartir también con los mendigos y los caminantes, que recorrían los pueblos.
A principios del siglo XX, la carpa volvió a ser asequible para la mayoría de los bolsillos.
En la actualidad, este pescado protagoniza el plato principal de la cena de la Nochebuena en la mayoría de las familias checas. Se suele servir cortada en rodajas, rebozadas y fritas, y se acompaña de ensalada de patatas.
Los alimentos granosos simbolizaban la riqueza
En la Edad Media, el menú navideño estaba formado casi exclusivamente por ingredientes que ofrecían las tierras locales.
En el Paraíso Checo aparecían en la mesa navideña a menudo sopas de setas y purés de cereales.Muchos platos fueron preparados también a partir de ingredientes granosos como adormidera o lentejas. Vladimíra Jakouběová explica la simbología de estos alimentos.
“Los granos, como son numerosos, simbolizan la riqueza para el año entrante. Muy frecuente era el plato llamado “kucmoch”, preparado de lentejas espesadas con harina. No sé si estaba rico, pero de todas formas, nuestros antepasados compensaban luego el menú cuaresmal de la Nochebuena el 25 y el 26 de diciembre, días que ya no eran considerados cuaresmales. Los llamaban días de glotonería. Disfrutaban sobre todo de la carne, que no se podía comer en Nochebuena”.
El futuro se predicaba del plomo fundido
Una de las antiguas costumbres navideñas, practicadas en el territorio checo ya por los celtas, consistía en la fundición de plomo a fin de pronosticar el futuro.Veronika Gocová del Museo del Paraíso Checo nos explicó más detalles acerca de esta tradición.
“La forma que adoptaba el plomo fundido tras haber sido vertido en el agua predecía el destino de la persona que había realizado este ritual. Ahora hemos organizado en el museo unos talleres para niños, en los que se puede practicar también la fundición de plomo. No obstante, nosotros ya llamamos un poco a la suerte, fundiendo el plomo en unos moldes de yeso que tienen forma de pez, cuya simbología simboliza la suerte”.
Los belenes impresos son los más valiosos
La región del Paraíso Checo siempre ha destacado por la presencia de numerosos artistas. A partir del siglo XIX, la zona destacaba ante todo por la fabricación de adornos de cristal navideños.Actualmente, la ciudad de Turnov pretende que el proceso de fabricación de adornos de perlitas de cristal esté incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, ya que se trata de una producción única en la República Checa y, quizás en el mundo entero, según indicó Jakouběová.
Del cristal se fabricaban también pesebres, que se pueden admirar en el Museo del Paraíso Checo junto a decenas de belenes creados a partir de diversos materiales como madera y papel.
Vladimíra Jakouběová revela cuáles de los pesebres expuestos en el museo son los más valiosos.“Son los primeros belenes de papel, que fueron impresos en Praga a mediados del siglo XIX, y realmente son únicos. Se trata de unos folios de los que se recortaban las figuras y partes de los pesebres, se pegaban por debajo con cartón, se sostenían con palitos, y así la gente componía sus propios pesebres. Algunos son sencillalmente blancos y negros, otros están coloreados a mano. En la República Checa contamos con pocos pesebres como estos”.
Mientras que hoy día, los pesebres expuestos en los hogares checos cuentan con la presencia de la Sagrada Familia y los Reyes Magos a lo largo de todas las fiestas navideñas, en el pasado la gente solía respetar los sucesos históricos, indica Vladimíra Jakouběová.
“Los Reyes Magos no se solían colocar en los nacimientos antes del 6 de enero. El Día de la Candelaria se agregaban otras figuras, que simbolizaban la huída del Belén. Cada año la gente complementaba los pesebres con más figuras, ya que muchas veces no podía permitirse comprarlas todas a la a vez”.La exposición de pesebres se podrá ver en el Museo del Paraíso Checo, en la ciudad de Turnov, hasta el 6 de enero de 2016.