La superviviente del holocausto Eva Erbenová presenta su nuevo libro de memorias

Eva Erbenová

Nacida en una familia judía en el norte de Bohemia, Eva Erbenová decidió emigrar de Checoslovaquia a Israel tras sufrir la persecución de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora ha vuelto una vez más para presentar su cuarto libro de memorias titulado Camino.

La portada del libro Cesta  (Camino) | Foto: editorial Jonathan Livingston

La escritora y superviviente del holocausto, Eva Erbenová, acaba de publicar en checo, bajo el título Cesta (Camino), su cuarto libro biográfico. Esta vez, la autora vuelve a su niñez en Checoslovaquia, habla sobre la pérdida de sus familiares en los campos de exterminio y recuerda a todos aquellos que le ayudaron a seguir viva tras sufrir la persecución nazi. Eva Erbenová confesó a la Radio Checa qué le llevó a escribir tanto sobre las memorias más felices de su vida como de las más tristes.

“El deseo de apuntar y transmitir los recuerdos a mis hijos y al mundo. Porque el mundo cambia tanto y ya no es tan distinguido y tan bien educado como nosotros pensábamos. De alguna manera quiero volver y quiero volver a lo bonito que había en nuestras vidas y en lo que vivíamos y quiero volver a lo que le quedó a nuestra generación”.

Fueron precisamente los hijos quienes le dieron a Eva Erbenová el impulso de contar por primera vez su historia.

Eva Löwidtová con su madre en la ciudad de Děčín  (1934-35) | Foto: archivo de Eva Erbenová/Paměť národa

“Me confrontaron por primera vez con la cuestión de contar cuando mi hijo de 10 años estaba sentado en clase y yo me quedé delante de la escuela, era el día del holocausto. Vino una profesora y me dijo: Eva, por favor, ¿puedes ir a la clase y contarles algo a los chicos sobre el holocausto? Es que yo no sé qué decir. Por primera vez vi a 40 chavales de 10 años, ¿qué les iba a contar? Entonces empecé a hablar de Praga, el Moldava, el presidente Masaryk y, de repente, tuve que cortar de alguna manera. Así que estuve hablando tres horas. Por la tarde me empezó a sonar el teléfono. Los padres llamaban y decían: Eva, te conocemos desde hace 20 años y no sabemos lo que te pasó. ¿Por qué no dijiste nada?”

Eva Erbenová fue deportada al gueto de Terezín, situado a 60 kilómetros al noroeste de Praga, cuando tenía 11 años. Antes, sus padres intentaron mandarla con otros niños del entonces Protectorado de Bohemia y Moravia al Reino Unido, sin embargo, ella lo rechazó. Estando en el gueto de Terezín, Eva trabajaba en la agricultura, lo cual le suponía muchas posibilidades para robar comida y, así, mejorar un poco sus condiciones de vida en el gueto, según confirmó en la entrevista para la organización Post Bellum.

Eva Löwidtová  (Erbenová) con su padre en Praga  (1937-38) | Foto: archivo de Eva Erbenová/Paměť národa

“Era una gran ladrona. Mi mamá me había regalado un sujetador y como no tenía pecho todavía, llevaba ahí col. Llevábamos unas camisas con unas mangas muy fruncidas, donde metíamos manzanas. A las chicas no las podían cachear, los guardias solo podían mirar aquello que había en un saco o en una bolsa, pero a nosotras no nos tocaban”.

Posteriormente, en octubre de 1944, Eva fue deportada junto a su madre en uno de los últimos transportes que salían de Terezín a Auschwitz. Ahí tuvo la suerte de encontrarse con una mujer que le advirtió de que mintiera cuando le preguntaran por su edad y hacer que era mayor. Así, Eva dijo que tenía 18, aunque tenía solo 14 años.

La confusión en cuanto a la edad fue en muchos casos uno de los factores que decidía quién iba a sobrevivir y quién no, ya que en Auschwitz se consideraban aptos para el trabajo aquellos presos mayores de 16 años. Además de Eva Erbenová, una edad que no era la suya en Auschwitz le salvó la vida también a Dagmar Lieblová, la anterior presidenta de la Iniciativa Terezín, un proyecto que junta la primera, segunda y tercera generación de supervivientes. Lieblová recopiló sus memorias en el libro Se confundieron, así que estoy aquí. También ella conversó en su día con la Radio Checa sobre su destino.

Eva Lövidt-Erbenová,  la última foto antes de la deportación,  Praga 1939 | Foto: archivo de Eva Erbenová/Paměť národa

“Yo sobreviví por error. Las mujeres aptas para el trabajo tenían que tener entre 16 y 40 años. Mi hermana tenía 12 y yo 15. Pero cuando vino nuestra comandante, que, en realidad, era una de nosotras, y empezó a leer los números de aquellos que iban a ir a la selección, es decir, a la comprobación si de verdad la persona era capaz de trabajar, leyó también mi número. Fui a hablar con ella y le dije: Ahí tendrás un error, yo no tengo 16 años. Ella miró el papel y dijo: Aquí está escrito que naciste en 1925, así que tienes 19, tienes que ir ahí. Esa es la razón por la que sobreviví a Auschwitz, un fallo de impresión”.

Eva Erbenová  (1949) de camino a Israel | Foto: archivo de Eva Erbenová/Paměť národa

Volviendo a la historia de Eva Erbenová, el colmo de la Segunda Guerra Mundial la trajo de Auschwitz al campo Gross Rosen, que fue evacuado por los nazis en abril de 1945. Eva tuvo que emprender una marcha de la muerte en la que perdió a su madre. Ella misma se salvó gracias a otro acontecimiento único y milagroso. Una noche, ya en el territorio del Protectorado de entonces, los guardias encerraron en un pajar a las personas que aún quedaban vivas en la marcha de la muerte. Eva se acomodó detrás de una vaca, se tapó con la paja y se echó a dormir. Cuando despertó por la mañana, no había nadie, la marcha se había ido y ella se quedó sola.

Aunque el terror del holocausto influyó en la percepción de la religión para Eva Erbenová, nunca perdió la confianza en los buenos modos y en las personas.

Eva Erbenová  (1948) | Foto: archivo de Eva Erbenová/Paměť národa

“Yo tuve la suerte de conocer a mucha gente buena. De verdad, cuando miro atrás, veo cuánta gente buena me ayudó a sobrevivir. No creo en Dios desde el punto de vista corriente. Pero alguna fe, alguna fuerza sí que tengo. La peor miseria se dio en Auschwitz y Dios no apareció. Entonces decidimos que era ciego y sordo. Creo que la moral de una persona es algo divino. Uno piensa: no puedo hacerle daño a nadie, no puedo hacer lo que no quiero que me hagan a mí. Dios no es importante para mis creencias”.

Eva Erbenová reside actualmente en la ciudad de Ashkelon, en Israel, pero, según ella misma proclamó para la Radio Checa, se siente en casa en Chequia: “Vengo aquí y estoy en casa. Aquí estoy mucho más sana que en Israel, allí estoy sola y entonces me duele esto y lo otro. Pero aquí en Chequia, en unos pocos días ya no me duele nada”.

Autores: Martina Kutková , Lucie Korcová , Lucie Výborná , Markéta Vejvodová
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