“La sostenibilidad es un concepto devaluado”
El marketing controla el mundo de la moda y es imposible escapar de él de acuerdo con Veronika Štěrbová. La diseñadora aboga por una mayor sostenibilidad a la hora de comprar ropa, pero advierte ante la devaluación del concepto.
El esfuerzo por frenar el consumo desmesurado y actuar de manera más sostenible se ha convertido en una tendencia más y más popular en los últimos años. Uno de los sectores donde más se nota es la moda.
Pocas personas son inmunes a su dictado ante un omnipresente marketing de la industria. Pero hay quienes abogan por un camino que enfatiza la calidad frente a la cantidad y las compras bien pensadas en lugar de impulsivas.
Una de ellas es Veronika Štěrbová, una diseñadora de moda checa. En su opinión, la sostenibilidad, en su sentido más amplio, debería enseñarse desde una edad muy temprana.
“Creo que hoy en día debería ser obligatorio hablar de las diferentes posturas hacia la ecología, el reciclaje, la separación de la basura. Pero también de nuestro estilo de vida o lo saturados que estamos con lo material. Puede sonar un poco dramático, pero el valor del materialismo ha llegado a dominar, hasta cierto punto, nuestra existencia. Y sobre la medida en la que los bienes materiales que poseemos y su valor determinan nuestra satisfacción. Por eso creo que es importante educar a los más pequeños en el impacto que tiene nuestro comportamiento”.
La cuestión es qué es la sostenibilidad. Hoy en día, la palabra se ha convertido en una herramienta de marketing. Y debo decir que cuando oigo en una publicidad que el cacao o el papel higiénico son sostenibles, me parece un poco triste.
De acuerdo con Štěrbová, un consumidor regular tiene demandas muy bajas en cuanto a la calidad de la vestimenta, muchas veces aprovechando comprar el máximo número de artículos posible por un precio limitado, haciendo sacrificios en cuanto a durabilidad.
No obstante, aunque el comportamiento de los consumidores depende también de sus posibilidades económicas, la diseñadora afirma que la moda puede ser una inversión, y no necesariamente astronómica.
“La moda debería ser una buena inversión desde el punto de vista de que la gente debería pensar a la hora de comprar. Y esto no significa comprar un abrigo caro de una diseñadora. También cuando uno va a una tienda de moda rápida para comprarse un abrigo, que es un artículo ya más caro, conviene que piense en si el material aguantará una, dos o tres temporadas, y si el diseño, a lo mejor colorido y muy pegado a las tendencias de la temporada, le gustará también al año siguiente”.
Es común abrir el armario por la mañana y, a pesar de que este esté rebosando de camisetas, vestidos o chaquetas, uno tenga la impresión de que no tiene nada que ponerse. Štěrbová cuenta que ella solo tiene un armario pequeño, para prevenir la compra de demasiados artículos, decisión que requiere pensar mucho más en lo que uno compra, para poder combinar las prendas cómodamente y sentirse bien con el resultado.
A la hora de adoptar una actitud más sostenible hacia la moda, la diseñadora advierte ante la etiqueta “sostenible”, que en muchos casos ha perdido su valor.
“La cuestión es qué es la sostenibilidad. Hoy en día, la palabra se ha convertido en una herramienta de marketing. Y debo decir que cuando oigo en una publicidad que el cacao o el papel higiénico son sostenibles, me parece un poco triste. Porque el marketing ha devaluado el concepto, abusan de él. La verdadera sostenibilidad consiste en el comportamiento de los consumidores, cuánto compra, ya sea ropa u otras cosas. Y la manera en la que reflexiona sobre sus compras”.
Para salir del círculo vicioso del consumo y la ropa rápida, se necesita abandonar la zona de confort. Sin una mayor reflexión al respecto, lograr un cambio es imposible de acuerdo con Štěrbová. Pero una vez que uno da el paso hacia la sostenibilidad, la decisión brinda numerosas ventajas.
“Desde el punto de vista de la sostenibilidad, si compro una camiseta hecha por un diseñador checo local, durará más que uno o dos lavados. Ha sido fabricada con materiales y tecnologías de calidad, a diferencia de la camiseta de una tienda de ropa rápida. Otro aspecto importante es que el dinero que uno invierte en el producto forma parte de una microeconomía y se queda en el sector. Así que las razones son muchas. Y, por supuesto, la originalidad, que uno no se encuentre en la calle con alguien vestido igual”.
En términos generales, Štěrbová considera que el mundo checo de la moda sigue quedándose atrás en comparación con otros países, especialmente con las mecas de la industria, como Italia, Francia o Inglaterra. De acuerdo con la diseñadora, los checos no han logrado sacudirse del todo los cuarenta años de comunismo en este ámbito, por lo que no anticipa que la moda checa se sume a la vanguardia internacional en un futuro muy cercano.