La República Checa cumple 15 años en la Unión Europea
La República Checa entró en la Unión Europea hace exactamente 15 años. En el marco del aniversario les ofrecemos una entrevista con el sociólogo checo Jan Hartl sobre la postura de los checos frente a la UE.
Este miércoles 1 de mayo la República Checa recuerda 15 años desde la afiliación a la Unión Europea. Durante el referéndum de 2004 se extendió en el país un estado de ánimo positivo hacia Europa, y la sociedad checa se mostró inequívocamente a favor de la adhesión.
Mientras que en el momento de la afiliación a la UE, los checos se sentían pro-europeos, la situación después de 15 años se ve diferente y la República Checa se encuentra entre los países más euroescépticos.Hay pocas personas en el país que consideran la UE como parte integral de su vida. Según el sociólogo Jan Hartl, el cambio en el clima y en la postura frente a la UE se debe a varios factores socio-económicos.
“Creo que al principio, la UE fue vista como la encarnación del lema ‘Regresemos a Europa’, de la vuelta a la familia de los países más desarrollados. Lo que muchas personas tenían en mente era un posible aumento en el nivel de vida. Se imaginaban a la UE ingenuamente como una tubería de dinero. Creían que con su ayuda, la economía checa prosperaría. Y que con eso mejoraría la calidad de vida. Sin embargo, en los siguientes años el país pasó por varias pruebas y se mostró que nada era tan simple”.
“Se hablaba mucho sobre cómo la UE nos beneficiaba, cuánto dinero de los fondos europeos recibíamos…como si la base de todo nuestro europeísmo fuera que recaudábamos dinero de ella.”
La primera prueba vino en forma de una crisis financiera que se produjo alrededor del año 2010. La relación de la República Checa con la UE también sufrió durante la llamada ‘crisis migratoria’ que culminó en 2015. Aunque el país no intervino de manera directa en la crisis, esta influyó considerablemente la opinión pública de los checos sobre la UE.
Hartl dice que en la actualidad el país se encuentra en una fase de desarrollo y la relación con la UE se está recuperando paso a paso. Los ciudadanos ya no consideran que la Unión sea solo una fuente de subvenciones.
“Hace tres, cuatro años, se hablaba mucho sobre cómo la UE nos beneficiaba, cuánto dinero de los fondos europeos recibíamos. Se hablaba de la UE como si la base de todo nuestro europeísmo fuera que recaudábamos dinero de ella. Pero cuando surgió la cuestión de contribuir al presupuesto de la Unión, de repente se hizo evidente que este tipo de razonamiento era transitorio”.
De acuerdo con el sociólogo Jan Hartl, al cambio contribuyó el hecho de que muchos de los fondos europeos han sido aprovechados de una manera inoportuna, y esto se ve reflejado en la opinión pública. Muchos ciudadanos ahora señalan que el dinero no se ha invertido en las prioridades del país.
“Sabemos que la cooperación entre los países europeos es algo deseable. Sin embargo, hay muchos que opinan que la institución de la UE en su forma actual no está cumpliendo sus promesas”.
Como resultado, ya no existe una visión puramente pragmática de los beneficios de la UE. La idea de una relación simple y unilateral entre Chequia y la Unión también se ha desintegrado, continúa Hartl.
“Somos conscientes de que Europa es un concepto atractivo, de que la gente quiere identificarse como europeos. Sabemos que la cooperación entre los países europeos es algo deseable. Sin embargo, hay muchos que opinan que la institución de la UE en su forma actual no está cumpliendo sus promesas. Muchas personas ni siquiera saben nada al respecto y no se interesan en los asuntos europeos, pero tienen una sensación superficial de que algo está mal”.
Los problemas de corrupción en el área de los fondos europeos, criticados por los opositores de la UE, conciernen no solo a la República Checa, sino a otros países del Grupo de Visegrád (V4), compuesto por Chequia, Polonia, Hungría y Eslovaquia.
No obstante, dentro de estos cuatro países, el grado de euroescepticismo más grande se da en la República Checa, dice Hartl. Opina que los checos todavía no han llegado a concebir la base de la participación en las cuestiones de la UE.
“La gente cree que nuestros representantes en la UE no actúan, y que quizás todo es nuestra propia culpa, porque no somos capaces de imponer nuestros intereses en la Unión”.
“La gente cree que nuestros representantes en la UE no actúan, y que quizás todo es nuestra propia culpa, porque no somos capaces de imponer nuestros intereses en la Unión. En el pasado los políticos a menudo no lograron llegar a un acuerdo, ni entablar relaciones informales y amistosas que les permitieran aprovechar la política entre bastidores para fortalecer nuestros puntos de vista en el extranjero”.
El problema es que se supone que la UE no le interesa a nadie, prosigue Hartl, lo que dificulta a los medios de comunicación a promover los temas europeos. Más aún cuando solo tienen a su disposición un periodo de tiempo limitado que les obliga resumir los asuntos en un par de oraciones.
Hartl apunta un problema asimismo en el hecho de que las delegaciones de representantes políticos checos no definen sus objetivos con suficiente claridad.
“A mí personalmente me fascina la forma en que las delegaciones se hacen frente a las negociaciones en Bruselas. Antes de partir a Bélgica, nadie formula las preguntas: ¿Qué actitud hemos adoptado? ¿Con quién lo hemos consultado? ¿Quién nos apoyará? Y, después de volver, nadie pregunta: ¿Qué se ha acordado? ¿Cómo resultó nuestro dictamen?”
“La UE trajo un aumento en el nivel de vida, una mayor prosperidad de la economía, cuyo nivel tecnológico es sustancialmente más avanzado que antes”.
A pesar de que la República Checa tiende a situarse en los últimos puestos de las encuestas de opinión sobre la UE, un sondeo realizado a 1046 personas mayores de 18 años por la agencia de encuestas MEDIAN demostró que más del 60% de los checos creen que unirse a la Unión Europea fue una decisión beneficiosa para el país. Jan Hartl menciona algunas de las ventajas que ha traído la UE a la República Checa en los últimos 15 años. “La UE trajo un aumento en el nivel de vida, una mayor prosperidad de la economía, cuyo nivel tecnológico es sustancialmente más avanzado que antes. Para dar un ejemplo de innovación basta con analizar los núcleos urbanos. Las ciudades ya no se ven negras y grises como se veían durante el pasado régimen. Simplemente han florecido. En general estamos mejor”.
Hartl hace hincapié en que el problema no se encuentra en el pasado ni el presente. A las personas les falta una imagen clara del futuro. Sienten que la pertenencia a la UE no está dando sus frutos, y esto causa que la identidad europea en Chequia no tenga contornos sólidos.
“La gente piensa: bueno, en el pasado se había robado mucho dinero, pero al final salimos bien. Hoy en día hay muchos problemas, pero en principio estamos prosperando. Sin embargo, en cuanto al futuro sentimos una gran incertidumbre, sentimos que no va a ninguna parte, que las cosas no tienen sentido. Esto debilita mucho la identidad europea”.
Hartl considera que uno de los factores principales del euroescepticismo checo es que los políticos no son capaces de comunicar los temas europeos al público. Según el sociólogo, una mala influencia viene asimismo de parte de los académicos y medios de comunicación.
“Definitivamente echaría la culpa a nuestros políticos, pero también a las élites académicas de nuestra sociedad y a los medios de comunicación, que presentan solo temas que son fáciles de publicitar”.
“Definitivamente echaría la culpa a nuestros políticos, pero también a las élites académicas de nuestra sociedad y a los medios de comunicación, que presentan solo temas que son fáciles de publicitar. Su agenda se rige de acuerdo con lo que es simple de informar, lo que es breve. Las cosas más complejas no se discuten”.
Si no hay suficiente presión de parte de los políticos y si el público no lo exige por sí mismo, la prerrogativa empieza a diluirse. Esto tiene el efecto de que la sociedad se encuentre sistemáticamente rodeada de banalidades, continúa Hartl.
“Se habla de los asuntos secundarios, de los asuntos que atraen atención, y los temas más importantes se omiten porque son complicados. Uno tiene que estudiarlos y encontrar una manera de transmitirlos a las personas, y esto no se puede lograr en unas pocas decenas de segundos”.
“Se habla de los asuntos secundarios, de los asuntos que atraen atención, y los temas más importantes se omiten porque son complicados”.
Hartl explica la problemática usando un ejemplo de un intento de reformar el sistema de pensiones. Para que el proyecto sea exitoso, primero se tiene que explicar a la gente cómo funciona el sistema de pensiones en la actualidad, y destacar que es diferente en otros países. Solo después se puede introducir un nuevo concepto, mostrando qué forma podría tener el sistema en nuestro país en el futuro. Sin embargo, esto requiere mucho esfuerzo y tiempo extra, y no es posible abarcarlo en un corto mensaje mediático. Del mismo modo se trata del tema de la integración europea, que es un tema difícil de abordar y necesita mucha aclaración.
Según Hartl, los ciudadanos tienden a estar sujetos al miedo a lo desconocido y no se informan lo suficiente sobre los acontecimientos que trascurren fuera de la República Checa. La solución, concluye Hartl, es refutar los mitos sobre la Unión Europea y cambiar la forma en que se transmite la información al público.