La privatización - I parte

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Con este espacio, "Del Totalitarismo a la Democracia", Radio Praga trata de ofrecer un vistazo sobre lo que ha representado el proceso de transición en la República Checa. Este espacio está dedicado a todas las personas interesadas en conocer detalles sobre la transformación checa desde la dictadura comunista hasta la democracia, por lo que creemos que encontraremos muchos radioescuchas en Cuba, donde importantes sectores de la población se preparan también para un proceso de cambio pacífico en la Isla.

La privatización en Checoslovaquia se convirtió desde un principio en el núcleo indiscutible de la transformación de una sociedad socialista en una sociedad de personas libres, que pudieran aprovechar sus conocimientos para alcanzar sus propios objetivos. La transformación partía de un sólido conocimiento de las técnicas de privatización que ya se habían aplicado en otros países, sobre todo en Gran Bretaña.

No obstante, muy pronto se comprobó que las citadas técnicas y procedimientos eran aplicables a nuestro país solo de una forma parcial. La privatización en Gran Bretaña se llevó a cabo bajo la esperanza del Gobierno de que las antiguas empresas públicas, una vez privatizadas, serían más efectivas: el objetivo principal del Gobierno era únicamente reestructurar las empresas. En cambio, por medio de la privatización checa debía crearse un régimen de mercado, en cuyo marco fuera posible cumplir las esperanzas de alcanzar una mayor efectividad de las empresas.

Para que tal régimen de mercado pudiese surgir, era necesario traspasar, de una sola vez, un gran y crítico número de empresas públicas a manos privadas. Conseguir la eficacia de tal cifra de empresas debía quedar en segundo plano de las intenciones del Gobierno. Las grandes diferencias entre la privatización en Checoslovaquia y en las economías de mercado consistían en la proporción del patrimonio que debía privatizarse y en el volumen de ahorros de la población. Ambas particularidades eran tan importantes que lograron convertir la privatización checoslovaca en un proceso único. El que la población checoslovaca dispusiera en 1989 de un volumen de ahorros muy reducido e insignificante, frente a la cantidad de bienes por privatizar, resultó un hecho de importancia estratégica.

La desproporción entre el patrimonio del Estado y los ahorros de la población tenía un significado estratégico para la fijación de la política de privatización desde dos puntos de vista. En primer lugar, la privatización basada exclusivamente en la venta del patrimonio del Estado a los ciudadanos, cuyo ritmo hubiese coincidido con el ritmo de la generación de ahorros de la población, se habría prolongado varios decenios debido a la enorme cantidad de bienes disponibles para ser privatizados. Esto era algo completamente inviable, sobre todo porque el período de transición de un régimen económico a otro es, inevitablemente, un momento de inestabilidad y de mayor riesgo de criminalidad.

En segundo lugar, la idea de la privatización consistía en cambiar de forma radical el papel del Gobierno en relación con la economía: es decir, la transición de un gobierno que posee bienes y se dedica a actividades empresariales, hacia un gobierno que se responsabiliza de la aplicación de las reglas bajo las que los particulares desarrollan actividades empresariales. Por lo tanto, la única posible salida para esta situación inicial era la decisión de que el método estratégico de la privatización consistiría en repartir, a título gratuito, la propiedad del Estado a personas particulares de nacionalidad checa, para lo cual se debía crear una legislación específica cuyo rasgo principal sería su incompatibilidad con el espíritu del Código de Comercio.

La decisión de concebir la privatización como traspasos gratuitos del patrimonio del Estado a particulares checos prometía dar solución tanto al problema del ritmo de la privatización, o sea, la duración del período de transformación, como al problema del cambio del papel del Gobierno. Llevar adelante esta concepción estratégica no era nada fácil. El rechazo a la misma se basaba en que los oponentes no querían comprender que, durante el período de transición, el Gobierno se encontraba en una situación contradictoria, debiendo prevalecer claramente su función de transformador frente a su rol de garante del funcionamiento normal de los sectores dependientes del presupuesto estatal.

El mal estado de sectores como la educación, el transporte público, el medio ambiente, la sanidad, etc., constituía un sólido argumento en contra de la idea de que el Estado debía deshacerse de su propiedad lo antes posible y sin compensación alguna a favor de los ciudadanos checos. La consideración original estratégica, que desembocó en la idea de la privatización como un reparto gratuito de bienes a los ciudadanos, se logró mantener durante los primeros anos del período de transformación, pero no obstante se hizo necesario someterla a una modificación sustancial.

El primer cambio de la idea estratégica de repartir gratuitamente los bienes fue consecuencia de las esperanzas de la opinión pública, que pensaba que la restauración de las estructuras de mercado iría de la mano de la recuperación de los derechos sobre propiedad de las personas afectadas por la nacionalización. Las restituciones resultaron ser la forma más rápida de privatización de todas las posibles.

La segunda rectificación fue la idea de una privatización a pequeña escala. Surgió después de las primeras elecciones democráticas en verano de 1990 como reacción a la impaciencia de la sociedad, que nueve meses después de la Revolución estaba ansiosa por ver los primeros resultados de la reestructuración. Transcurridos algunos años, hay que destacar como el aspecto más positivo de la privatización a pequeña escala el hecho de haber sido a la vez un gran espectáculo y una gran lección, y que durante más de un ano haya mantenido la atención de la población.

Cada fin de semana la gente podía ver con sus propios ojos y comprender cómo funcionaban las fuerzas del mercado. De los comités de privatización de distrito surgió un influyente grupo de personas que se convirtieron en promotores apasionados de la idea del libre mercado y de un juego que tenía sus propias reglas. El ímpetu con el cual se había iniciado la privatización a pequeña escala convenció rápidamente a los directivos de las empresas públicas y a sus aliados en los ministerios sectoriales de que el tema de la privatización iría en serio.

Estas personas, conforme a su experiencia adquirida en el socialismo, cuando todo era una reforma continua, pensaban que se trataba de otro de los numerosos ensayos de reforma, ante el que había que sobrevivir al igual que con los anteriores. En este sentido, la pequeña privatización sentó una premisa importante para un inicio exitoso de la privatización a gran escala. Los ejecutivos de las empresas comprendieron de golpe que la futura privatización a gran escala podría ser su salvación, y empezaron a participar de forma muy activa. De modo que podían escoger entre las subastas de activos de las empresas dentro de la pequeña privatización, con lo que quedarían totalmente fuera del juego, y la reestructuración de las empresas públicas en el marco de la privatización a gran escala, lo que por el momento les permitiría conservar sus puestos.

La concepción de privatización como un reparto gratuito de los bienes estatales entre los ciudadanos, se materializó, al poco tiempo, en el proyecto de la privatización por cupones. De esta se esperaba, en primer lugar, rapidez y masividad: es decir, que fuera una solución que en un lapso de tiempo breve permitiese reestructurar una enorme cantidad de las propiedades del Estado. Asimismo, se esperaba que comenzara a funcionar el mercado de acciones, o más bien, la bolsa como una de las instituciones clave de la economía de mercado.

Era evidente que el principal producto del mercado de acciones - el precio del capital - llegaría a ser estable, siempre y cuando el desarrollo del mercado tuviera un carácter masivo. Ningún otro método de privatización podía garantizar la afirmación de las bases para un inmediato arranque del mercado de capitales.

La lógica de la privatización por cupones, a pesar de no ser el único método, implicó que la privatización a gran escala se llevara a cabo en dos fases, dado que solamente el método de cupones requería establecer con antelación y exactitud la cantidad de los bienes a privatizar de una sola vez, además de una fijación exacta del inicio y del término del proceso de privatización. Los demás métodos no habrían requerido diferentes fases de privatización y habrían transcurrido de forma continua sin delimitación de tiempo. No obstante, las grandes subastas públicas, concursos públicos, ventas directas y traspasos de la propiedad del Estado a los municipios significaron una ventaja indirecta debido a que la privatización por cupones traía consigo una presión de tiempo constante a lo largo de todo el proceso.

El cese de dicha presión, una vez finalizada la privatización por cupones, no tardó en manifestarse en el ritmo desacelerado y cada vez más decreciente de la privatización del resto de los bienes públicos, cuyo volumen ya era relativamente pequeño. El propio proceso de la privatización a gran escala se inició en Checoslovaquia los primeros días de julio de 1991 mediante la publicación de cuatro listados, cuya ambición era registrar, indicando las denominaciones de las empresas, todo el patrimonio del Estado.

Los primeros dos listados abarcaban las empresas seleccionadas para privatizarse en las dos referidas fases; el tercero incluía las empresas destinadas a liquidación y en el cuarto listado estaban las empresas que continuarían en manos del Estado. La noción empresa se empleaba también para denominar organizaciones como, por ejemplo, escuelas, museos, etc. La publicación del primer listado, que comprendía las empresas incluidas en la primera fase de la privatización, contenía al mismo tiempo una llamada a los ciudadanos para que antes del 31 de octubre de 1991 presentaran su proyecto de privatización competitivo (la presentación del proyecto de privatización por parte de la dirección de la empresa era obligatoria).