La Pascua de nuestros antepasados
Con motivo del Lunes de Pascua Radio Praga les ofrece un programa especial, que les dará a conocer las tradiciones de las fiestas de Pascua practicadas en las Tierras Checas en el siglo XIX. Para ello les invitaremos a la Granja de Dlask, situada en la zona del Paraíso Checo, donde conocerán también la artesanía de la época. Asimismo hablaremos sobre la importancia de estos días en la mitología eslava.
”En cada cual hay un poco de pagano”
La Granja de Dlask (Dlaskův Statek), situada en el municipio de Dolánky cerca de la ciudad de Turnov, Bohemia del Norte, representa una única manifestación de la arquitectura popular de la zona de las montañas Jizera de finales del siglo XVIII.
En la actualidad, este caserío rústico de madera alberga un museo etnográfico y durante las importantes fiestas del año abre sus puertas para dar a conocer las antiguas costumbres de la región.
Según explica la etnógrafa y directora del Museo del Paraíso Checo, Vladimíra Jakouběová las tradiciones típicas han experimentado últimamente una resurrección en la región.
“Cuando empecé a trabajar en el museo hace 30 años, poca gente conocía las tradiciones locales. Nosotros empezamos a recordarlas aquí en la Granja de Dlask y quizás tenemos un pequeño mérito en haber aclarado lo que es realmente la Semana Santa. Es decir que no se trata solamente de decorar los huevos de Pascua y comer mucho, sino que estos festejos conllevan también un sentido implícito religioso y págano. Estoy convencida de que en cada uno de nosotros permanece un poco del paganismo y que todos somos un poco supersticiosos, y volvemos a las tradiciones que enlazan con la fuerza de la naturaleza”.
La Expulsión de la Muerte
En la tradición cristiana las fiestas de Pascua conmemoran la Resurrección de Cristo. Para los paganos estas fechas también representaban la resurección, pero de la naturaleza, que invita la llegada del nuevo año agrario.
Para que pudiera llegar esta época de año había que despedir el invierno, lo que se realizaba simbólicamente a través de una de las tradiciones más importantes, la Expulsión de la Muerte. En este ritual el invierno quedaba personificado por la diosa eslava de la Muerte, Morana.
“La Expusión de la Muerte, como decimos aquí en la región de las Montañas Jizera, es una tradición antigua que se lleva practicando desde finales del siglo XIX”, indicó Vladimíra Jakouběová.
La costumbre se llevaba a la práctica el Domingo de Resurección. En la región de Turnov las muchachas solteras creaban una muñeca de paja, que vestían y decoraban con cáscaras de huevo o caracoles. Tras recorrer el pueblo cantando, echaban a la Muerte al cercano río de Jizera e invitaban a la primavera a que entrara en la región.
El Viernes Santo se hallaban los tesoros
La zona del Paraíso Checo, que rodea la Granja de Dlask, es conocida también por sus yacimientos de piedras preciosas. El río de Jizera y el Arroyo de Zafiro representaban en el pasado unos de los yacimientos de zafiros más importantes de Europa.
El mayor auge de la extracción de las piedras preciosas surgió en los siglos XVI y XVII y hasta la actualidad es posible encontrar en la zona zafiros, rubíes, granates y piedras semipreciosas como cristal, amatistas y cuarzos. Asimismo existen datos sobre hallazgos de oro.
A estas condiciones el lugar invita a buscar tesoros a lo largo del año, pero cuando más búsquedas se emprendía era el Viernes. Según la leyenda, este día una fuerza mágica hacía que se abriera la tierra y diera a luz los tesoros escondidos.
El lugar con piezas valiosas quedaba supuestamente señalado con un helechal iluminado con una luz mágica. Se dice que este día es posible encontrar también lo que hemos perdido durante el año anterior.
Según afirma Vladimíra Jakouběová, la tradición de la búsqueda de tesoros ha vuelto a ser popular entre los vecinos. “Esta tradición está volviendo a echar raíces. Me alegro porque antes la gente casi no conocía ni la Cuaresma, ni la Semana Santa, ni los recorridos por el pueblo cantando. Está bien que lo que empezamos hace 30 años vaya en aumento y la gente vuelva a retomar las tradiciones. Es una alegría profesional”.
La persecución de Judas
En los alrededores de la ciudad de Turnov también se practicaba la persecución de Judas; una de las tradiciones más antiguas de la Pascua.
Con el paso del tiempo, esta ceremonia cristiana pasó a convertirse en un juego infantil, acompañado de cantilenas dirigidas contra Judas y los judíos, explica Vladimíra Jakouběová.
“Se trata de una reacción popular a la mala fama de Judas, que traicionó a Jesucristo. Judas normalmente quedaba protagonizado por un muchacho que por ciertas características difería de otros chavales. Se le ponía un vestido hecho de paja o heno y los muchachos formaban una procesión recorriendo el pueblo y cantando canciones por las casas. Al salir del pueblo le quitaban el vestido, desvistiéndole simbolicamente del mal. El vestido después lo quemaban, lo que se comprendía como purificación”.
Esta tradición era conocida en los alrededores de Turnov también bajo el nombre 'la matraca' o 'el rasgueo'. Los muchachos solían acompañar a Judas con el sonido de unas matracas o picos de madera con los que sustituían los toques de las campanas que según la leyenda habían volado a Roma.
Habitualmente salían del Jueves Santo, conocido en Chequia como Jueves Verde hasta el Sábado Santo, o en la terminología checa pascual, el Sábado Blanco. El último día andaban de casa en casa recitando versos y las amas de casa les obsequiaban con monedas.
Judas es el protagonista de otra tradición, pero esta vez en una forma más dulce. 'Jidášky', unos bollos de masa fermentada y endulzada con miel se repartían a los hombres del pueblo el día del Jueves Verde. Según la leyenda, el que coma un 'jidášek' será protegido ante la picadura de un animal venenoso.
Otro mito dice que el día del Jueves Verde se debería comer algo de color verde para evitar el dolor de garganta. Por tanto en la mesa nunca faltaba una sopa sazonada con hierbas frescas. Otra forma popular para mantener la costumbre era comer una ave de corral con un relleno de hortigas.
Para completar los datos sobre la gastronomía de pascua de los vecinos del Paraíso Checo no se debe olvidar la 'pučálka', un plato cuaresmal que se servía el primer domingo de esta época litúrgica, y que también dio nombre a este día festivo.
Pučálka aparecía en las mesas checas ya en siglo XV. Consiste de guisantes que deben de pasar por una germinación de dos o tres días. Después se fríen en manteca o se preparan al horno. Como condimentos se utilizan ajos, perejil o se mezcla con frutas frescas o secas.
La cestería, uno de los oficios más antiguos
Los que visiten la Granja de Dlask durante la Pascua, podrán conocer también la artesanía local.
Zuzana Tilajcsiková se dedica al tejido de cestos desde hace más de 30 años y explica el proceso de fabricación.
“Los cestos se tejen de varitas de diversas variedades que. Lo que no hacemos es tejerlos de sauce fresco. Primero secamos las varitas y las ponemos a remojo. El que teja de sauce fresco, acabará con cestos secos debido a la presencia de la savia. Lo mejor es remojarlas en el agua pluvial. En verano se suelen mojar durante unos diez días, pero en invierno se ponen a remojo durante unas cinco semanas, ya que el agua está muy fría. Después los cestos quedan muy firmes y no se secan ”.
Entre los productos más demandandos se encuentran los cuévanos, utilizados en el pasado para cargar con gran peso, o cestos de altura baja semicirculares con dos asas que servían para la sembradura y que hoy día son populares entre los checos para llevar la comida para hacer una barbacoa. Bien se venden las herradas, que resultan útiles para ir de compra.
Cada uno de estos cestos requiere una elaboración minuciosa, según relata Zuzana Tilajcsiková.
“Para tejer un cesto normal se necesitan unas 150 varitas. Mucha gente piensa que bajamos al río, cortamos las varitas y tejemos los productos allí y después un cesto por ocho euros les parece caro. Pero nosotros cultivamos los sauces en un campo y yo llego a trabajar en un año unas tres toneladas de varitas”.
El alambrismo es otro oficio practicado en la zona del Paraíso Checo. Esta artesanía se extendió a las Tierras Checas en el siglo XVI desde Eslovaquia. Los alambres se convierten en utensilios de cocina, artefactos decorativos o en ratoneras, entre otros artefactos.
El mayor auge de esta artesanía en el territorio checo fue registrado a finales del siglo XIX, pero tras la Primera Guerra Mundial fue poco a poco oprimido por la fabricación industrial, que suponía menos gastos. Durante la Pascua, los visitantes de la Granja de Dlask pueden probar sus habilidades haciendo un huevo de Pascua decorado con alambres.
La Pascua en la mitología eslava
En la mitología de los antepasados de los checos, los eslavos, estas fechas también representaban un importante festejo. El día del equinoccio, el momento en el que el Sol está en el plano del ecuador terrestre, daban la bienvenida a la primavera y celebraban el comienzo del nuevo año agrario.
Los eslavos pusieron a esta época del año el nombre de Grandes Noches, Velké Noci en checo. Esta denominación pasó también a la tradición cristiana y hasta hoy día la Pascua se llama en checo Velikonoce.
Los eslavos no percibían el transcurso del tiempo de modo lineal, sino cíclico. El etnólogo del Museo de Moravia del Sur, en Znojmo, Jiří Mačuda, explica este mito de la primavera.
“Festejaban el comienzo de la primavera, la apertura de la naturaleza y la fertilidad del año nuevo. El 1 de enero comienza el año convencional, establecido por Julio César por haber sido fundado este día del Senado. Sin embargo, Roma seguía festejando el comienzo del año el día del equinoccio de primavera. Este día la gente limpiaba sus casas y se deshacía de cosas viajes echándolas al fuego. Así celebraban el comienzo de una nueva época. En estas fechas la gente también se perdonaba los deslices y pecados para entrar en el año nuevo liberados de las cosas malas”.
A este ritual se sumaba también la ya mencionada procesión de la Expulsión de la Muerte. Esta tradición no era bien vista por la Iglesia cristiana, pero en vez dez hacerla desaparecer la institución la sometió bajo su control, señalándola como parte de los preparativos para las fiestas de Pascua. Como día de su celebración se marcó el quinto domingo cuaresmal, celebrado dos semanas antes del Domingo de Resurrección.
Al echar la Muerte al río, los eslavos daban la bienvenida a la primavera trayendo al pueblo unas varitas de sauce florecidas. Estas se utilizaban también para realizar rituales mágicos; otra espina clavada en los ojos de la Iglesia.
Para impedir la práctica de la magia, las ramitas tenían que pasar por la iglesia donde eran rociadas con agua bendita. El Sábado Santo se clavaban en los campos para que la cosecha fuera rica. Este día también quedaba prohibido labrar la tierra.
En la tradición eslava, la época de la llegada de primavera tenía también otro nombre, las Noches Rojas. La denominación se debía a los huevos decorados con color rojo, que formaban parte de la tradición eslava durante siglos.
Los huevos representaban para los antepasados de los checos la fuerza, la resurrección y la revitalización, y según los hallazgos arqueológicos se solían poner también en las tumbas.
Siendo consciente de la importancia de este símbolo, Iglesia Católica no pretendió prohibir la costumbre, sino interpretar este mito págano según su propia doctrina. Los sacerdotes entonces afirmaban que el color rojo representa la sangre de Jesucristo, que las gallinas habían picado debajo de la cruz donde murió el Mesías.
La costumbre de obsequiar a los aguinalderos con huevos, que se practica en Chequia hasta la actualidad, también obtuvo una nueva interpretación.
Según la Iglesia, la tradición nació cuando Dios y San Pedro andaban de casa a casa disfrazados de mendigos y pidiendo comida. Al haber sido atendida su petición, convertían las cáscaras de huevo en oro. En la tradición cristiana entonces los huevos representan la conmemoración de esta visita.
Antes de ser obsequiados, los 'aguinalderos' azotaban a las mujeres con unas varitas de sauce entrelazadas a fin de que se mantuvieran frescas y fértiles. Una tradición que también se ha conservado hasta la actualidad y que en los ojos de los extranjeros no se encuentra con demasiada comprensión, siendo señalada por muchos como una tradición machista.
La costumbre quedaba mal vista también por la Iglesia, que pretendía otorgarle otro significado.
Y es que una varita de sauce colocada en la cama de un matrimonio representaba el proceso de disuadirse de actos sexuales. Los cristianos se veían obligados a acudir a la confesión, que requería no haber pecado durante los tres días anteriores.
Volviendo a los tiempos páganos, los eslavos celebraban la llegada del nuevo año agrario también de forma gastronómica, explica el etnólogo Jiří Mačuda.
“Se preparaban unos pájaritos de masa que representaban un símbolo de la llamada de la primavera en todo el territorio eslavo. Esta preciosa costumbre queda evidenciada en la zona de Rutenia. Los niños recorrían con ellos el pueblo, los tiraban al aire y llamaban a las alondritas para que vinieran volando y trajeran la primavera en sus alas”.
La llegada de primavera tiene en la mitología eslava su propio héroe, cuyo nombre difiere de nación a nación, afirma Jiří Mačuda.
“No podemos decir cómo se le conocía, porque en las diferentes naciones eslavas este personaje no se ha conservado bajo el mismo nombre. Aquí, entre los checos y los moravos esta figura es conocida como San Jorge, mientras que en la tradición de los eslavos orientales el héroe se llamaba Jarilo”.
Según la leyenda rusa, Jarilo era un hombre joven y hermoso que subió a la Tierra desde el inframundo a fin de ayudar a la naturaleza a recuperarse después del largo invierno.
En la tierra se enfrentó a un dragón para liberar unas muchachas jóvenes que la criatura había encarcelado, y con ella también a la fertilidad.
Después la madre de Jarilo le pasó una llave dorada para que abriera las nubes y con el agua que caía de ellas abriera la fertilidad de la tierra, explica Jiří Mačuda.
“Esta llave dorada protagoniza también unas canciones conocidas en nuestro territorio, es decir, de los eslavos occidentales. Jarilo derrota al dragón, que simboliza las fuerzas del invierno, pero después murió también. La naturaleza llora y con sus lágrimas se abren los ríos y comienza el ciclo agrario del año”.
Estimados amigos, esperamos que Jarilo, San Jorge o simplemente la primavera lleguen este año también a ayudar a la tierra a recuperarse del invierno.
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