La milagrosa salvación del santuario mariano de Mariánská Týnice

Mariánská Týnice

Mariánská Týnice es un antiguo lugar de peregrinaciones marianas, en el norte de la comarca de Pilsen, en Bohemia Occidental. Es una joya barroca, situada en medio de la naturaleza. El conjunto arquitectónico barroco de Mariánská Týnice, que comprende el templo de la Anunciación, el edificio del prebostazgo y el claustro, fue trazado en el siglo 18 por el genial Jan Blazej Santini-Aichel, el mismo arquitecto a quien se debe la iglesia de San Juan Nepomuceno de Zelená Hora, desde 1994 Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Mariánská Týnice cerca del año 1785
Cuando nos acercamos a Mariánská Týnice y en el horizonte surge el santuario creado por el genio de Santini-Aichel, nos sentimos al mismo tiempo impactados y hechizados. La obra del arquitecto barroco es tan bella, grácil y espléndida...

Gracias a una cuidadosa y generosa restauración, cuya etapa decisiva tuvo lugar en los años noventa del siglo pasado, tenemos el privilegio de ver el antiguo lugar del culto mariano tan esplendoroso como lo veían los devotos peregrinos del siglo 18. Después, en el siglo 19, la historia de Mariánská Týnice fue muy azarosa y faltó poco para que se convirtiera en tristes ruinas.

La historia del santuario mariano de Mariánská Týnice esta relacionada estrechamente con el cercano monasterio cisterciense de Plasy, fundado por el rey Vladislao II en el año 1144. El monarca donó a los cistercienses el cortijo de Plasy y varias aldeas en los alrededores. Éste fue el núcleo de las posesiones del monasterio de Plasy que los monjes cistercienses no tardarían en ampliar en las siguientes centurias.

Los cistercienses eran magníficos gestores de sus posesiones y los abades del monasterio de Plasy se parecían a los grandes managers de hoy.

Eugenio Tyttl, uno de los prelados más notables de la época barroca en Bohemia, fue uno de esos abades managers. Este hombre culto, emprendedor y audaz gestionó el monasterio de Plasy y sus vastas posesiones durante 40 años. Como gestor económico fue muy estricto, pero nunca escatimó recursos al tratarse de obras de arte.

Fue Eugenio Tyttl quien contrató al arquitecto Jan Blazej Santini-Aichel para que trazara los grandiosos y espléndidos planos del nuevo santuario mariano de Mariánská Týnice. El abad Tyttl colocaría su primera piedra el 2 de julio de 1711, día de la Anunciación.

¿Cómo llegó Mariánská Týnice a manos de los cistercienses del monasterio de Plasy?

Un fresco en el refectorio del edificio del prebostazgo de Mariánská Týnice representa la donación de este feudo por Roman de Týnec al monasterio de Plasy, que tuvo lugar en 1230.

Los historiadores opinan que en el mismo año los monjes cistercienses fundaron el primer - y sencillo - santuario medieval de Mariánská Týnice y colocaron en su altar la estatuilla de la Virgen que adquiriría la fama de obrar milagros.

Fue en el siglo 17 que empezó un particular florecimiento del culto mariano, fomentado por la Casa reinante de los Habsburgo desde que se iniciaran las guerras contra los turcos.

Aunque se amplió la nave del santuario mariano de Mariánská Týnice, éste no daba abasto a los devotos así que a finales del siglo 17, el gran abad del monasterio de Plasy, Ondrej Trojer, mandó edificar nuevas galerías donde pudieran guarecerse de la lluvia los creyentes. Fundó en Mariánská Týnice un prebostazgo en cuyo edificio residían cuatro monjes y el preboste.

A principios del siglo 18, Mariánská Týnice era un lugar de peregrinaciones famoso tanto en Bohemia como en el extranjero. El abad Eugenio Tyttl quiso rendir culto a la poderosa patrona del lugar con espléndidas obras arquitectónicas y el 2 de julio de 1711 colocó la primera piedra de un nuevo santuario mariano, cuyos planos fueron trazados por Jan Blazej Santini-Aichel.

La construcción de la grandiosa obra barroca se prolongó por varias décadas. Todo el conjunto arquitectónico con el monumental templo de la Anunciación y el primoroso edificio del nuevo prebostazgo fue consagrado el 17 de julio de 1777.

Poco tiempo después de que fuera concluída la decoración interior de Mariánská Týnice, el santuario fue cerrado por decreto del emperador José II. Empezó el período más sombrío de Mariánská Týnice que se prolongaría por 150 años.

El santuario de Mariánská Týnice fue confiscado a finales del siglo 18 por el Estado y éste vendió el conjunto barroco a precios irrisorios a un empresario que quería fabricar en el templo de la Anunciación cintas de lana.

Mariánská Týnice
El proyecto no prosperó y Mariánská Týnice pasó a otras manos. También esta privatización fracasó y el antiguo santuario, ya sin sus altares y el mobiliario, regresó al Estado. Entonces surgió el proyecto de convertir el templo de la Anunciación en un grandioso almacén de trigo. Afortunadamente, nunca llegó a realizarse.

En 1826, el canciller Metternich compró en una subasta antiguas posesiones del cerrado monasterio de Plasy. De esta manera llegó al poder del diplomático el antiguo santuario mariano de Mariánská Týnice.

Metternich pensó primero en convertir el templo de la Anunciación en el panteón de su familia. Después desistió de la idea y planeó instalar en el antiguo santuario una fábrica de azúcar, pero por fin abandonó también este proyecto.

Siendo propiedad de la familia Meternich, el antiguo santuario mariano de Mariánská Týnice sufrió a lo largo del siglo 19 enormes estragos. En el templo de la Anunciación se almacenaba heno y paja, algunas salas del prebostazgo fueron transformadas en establo. Los gerentes de las posesiones de los Metternich no sabían qué hacer con los edificios deteriorados y estaban dispuestos a cederlos a cambio de una suma simbólica a una sociedad humanitaria para que los utilizase como manicomio.

El conjunto arquitectónico de Mariánská Týnice se iba convirtiendo en unas pintorescas ruinas. En 1920 se derrumbó la cúpula del templo. El suceso movilizó a los patriotas locales. En los años veinte del siglo pasado, la asociación patriótica Unión para la salvación de Mariánská Týnice inició la restauración del antiguo lugar de peregrinaciones.

La restauración del santuario, sufragada ya por el Estado, tuvo su etapa decisiva en los años noventa del siglo pasado. La bella obra barroca de Santini-Aichel ha recuperado su antiguo esplendor.

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