La extraordinaria historia del Don Quijote de Šumava

Josef Menčík, Don Quijote de Šumava

Vestía armaduras, coleccionaba antigüedades y difundía valores medievales en pleno siglo XX. Pero si hay un momento en el que Josef Menčík se volvió legendario fue cuando, en plena ocupación, intentó detener a los nazis en la más absoluta soledad. En diálogo con Radio Praga Internacional, la profesora de checo y español Ludmila Čejková nos presenta este caso increíble que da cuenta de la atractiva Šumava y, por supuesto, de la convulsionada historia checa.

Don Quijote ediciúon conmemorativa RAE | Foto: editorial Penguin Random House

En distintas épocas suele haber jugosas anécdotas de alto impacto que resultan muy útiles a la hora de incorporar conocimiento y, sobre todo, aprender de la propia historia. Precisamente en eso pensaba Ludmila Čejková, profesora de checo y de español en un prestigioso colegio de Praga, mientras organizaba la llamada “escuela en la naturaleza”: una serie de excursiones con estudiantes de doce y trece años a distintas partes del país para conocer, de un modo más directo, determinados momentos de la intensa historia checa. Uno de los destinos más frecuentes es Šumava, al sur del país, en la frontera con Alemania.

“Estuve buscando y buscando y, en un momento, vi un título como Don Quijote de Šumava, y como me gusta el español y toda la cultura española y latinoamericana me pregunté quién sería ese Don Quijote de Šumava: había una foto de un caballero vestido con armadura, pero del siglo XX y eso me sorprendió mucho y leí la información y se me ocurrió explicárselo a nuestros estudiantes como una historia rara que está unida a nuestra historia grande, es decir, la historia pequeña de un hombre y, al mismo tiempo, la historia de toda la zona”.

Ludmila Čejková | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Con el objetivo de comprender de un modo más vívido esos sitios emblemáticos del país y su evolución a lo largo del tiempo, los estudiantes realizan varias actividades.

Terezín | Foto: Anaïs Chesnel,  Radio Prague International

En Terezín, por ejemplo, buscan información sobre la vida de algunos detenidos judíos y luego recorren ese pueblo casi fantasma. En el caso de Šumava, una región cuyas fronteras con Alemania, tal como explica Čejková, estuvieron cerradas durante la época del comunismo, los alumnos realizan algo similar.

“Šumava es una parte montañosa de nuestra República Checa, tiene un parque nacional y este hombre, Josef Menčík vivió en Dobrš, que es un pueblito pequeño con una iglesia y las ruinas de un castillo, nada más, y algo muy típico de Šumava era la coexistencia histórica de los alemanes y los checos, pero el siglo XX fue muy problemático para esa convivencia y es triste porque había una tradición de industria, una tradición de intercambio cultural y, por ejemplo, en Šumava vivían autores que escribían en alemán pero no se puede decir que eran alemanes ni checos, eran una mezcla... Las familias también se mezclaban y es triste que, en la actualidad, ya no vivan alemanes porque después de la guerra mundial todos los alemanes tuvieron que irse a Alemania”.

“Como me gusta el español y toda la cultura española y latinoamericana me pregunté quién sería ese Don Quijote de Šumava”.

Luego de recibir un papel con un apellido de origen alemán, una profesión y el nombre de una serie de familiares, los estudiantes tienen que buscar información sobre esas personas, antes de ponerse a caminar con un mapa de la época en dirección al pueblo donde alguna vez estuvo ese hogar. De repente, se encuentran con que ese pueblo ya no existe pero aun así pueden suponer en qué lugar quedaba esa casa. Cuenta Čejková que se trata de una experiencia tan movilizante como didáctica que ayuda a los estudiantes a conocer de un modo más cercano la historia particular de quienes habitaron esos sitios en los que ya no parece haber nada.

En lo que respecta al excéntrico Don Quijote de Šumava los estudiantes pueden elegir entre realizar un cómic basado en su historia o preparar una pequeña obra teatral que luego presentarán a sus docentes y compañeros.

“Este Don Quijote de Šumava se llamaba Josef Menčík y vivió en el sur de la República Checa o, por ese entonces, Checoslovaquia. Él quería vivir como un caballero: tenía su espada, su armadura y su caballo, y creo que en 1911 compró un castillo medieval que se había quemado, pero su idea era instalarse ahí como caballero junto a su familia. Además de usar armadura, compraba antigüedades y se dice que tenía un tesoro”.

“Cuando los nazis vieron que se trataba solamente de un caballero vestido con armadura pensaron que era un loco, pero se dice que apreciaron su valor”.

Más allá de aquellas excentricidades, este caballero de Šumava que vivió entre 1870 y 1945 empieza a entrar en la historia cuando, montado en su caballo y armado con una alabarda, decide dar pelea metiéndose entre los tanques nazis. Ese gesto que luego le valdría apodos como Don Quijote de Šumava o El último caballero generó, al parecer, una extraña mezcla de sensaciones entre los alemanes en plena ocupación de los Sudetes.

“Cuando vieron que se trataba solamente de un caballero vestido con armadura pensaron que era un loco y luego continuaron con la ocupación de nuestra república, pero se dice que apreciaron su valor o algo así, él los sobrevivió y continuó viviendo en su castillo hasta su muerte”.

Šumava | Foto: Barbora Němcová,  Radio Prague International

Agrega Čejková que, en un ataque de locura o extrema valentía, según se lo quiera ver, Josef Menčík empezó a gritar que esa era la patria de los checos y que él era un caballero cuya obligación era protegerla de todo tipo de amenazas. En todo caso, aunque hoy pueda verse como un episodio hasta cómico y con ciertas reminiscencias no solo al Quijote, sino también al valeroso soldado Švejk, Ludmila Čejková asegura que el hecho de que, en ese contexto, su conducta fuera una verdadera excepción resulta también muy triste porque esa suerte de pasividad ante los distintos invasores es, en su opinión, un tema que siempre parece estar volviendo.

“Él era el único, porque el presidente Edvard Beneš había decidido no proteger las fronteras de nuestra república. Es la historia de nuestro país y pensamos mucho en ese tema: proteger o no proteger, es muy actual cuando ves lo que sucede en Ucrania, por ejemplo. Pero, bueno, a mí me pareció muy interesante que este hombre hizo eso solo”.

Recuerda Ludmila Čejková que su amor por la literatura latinoamericana fue clave a la hora de profundizar el aprendizaje del español, una carrera que empezó a estudiar justo a tiempo: en 1989, el año de la Revolución de Terciopelo. Por eso mismo se siente una afortunada y agrega que estuvo presente en las manifestaciones que tuvieron lugar en Národní třída, la Avenida Nacional, un momento de mucha incertidumbre antes de volver a probar lo que ella misma llama el fantástico gusto de la libertad. Precisamente, algo de eso parece inspirar también la insólita figura de Josef Menčík. Además de dar clases de español y checo, Ludmila Čejková enseña también literatura checa y, a propósito, asegura que ella encuentra una especie de guiño a este insólito caballero de Šumava al comienzo de una emblemática obra cuya adaptación cinematográfica ganó nada menos que un Oscar a mejor película extranjera.

Trenes rigurosamente vigilados de Bohumil Hrabal | Foto: editorial Seix Barral

“En la novela Trenes rigurosamente vigilados, la historia de un chico joven llamado Miloš Hrma que cuenta, a su vez, la historia de su familia. Él dice: ‘yo tengo un abuelo que murió y fue el único que se metió entre los tanques alemanes’, así que hay una posibilidad de que Hrabal conociera la historia de este señor Menčík, solo que en la novela su abuelo se murió porque lo mataron los soldados”.

Para más datos, en la primera parte de Trenes rigurosamente vigilados se dice que el abuelo de Miloš, un hipnotizador que trabajaba en pequeños circos, fue el único en detener a los tanques alemanes con la fuerza del pensamiento en aquel fatídico mes de marzo de 1939 en que los alemanes cruzaron la frontera en dirección a Praga. Aunque no se lo menciona en forma explícita, la profesora Ludmila Čejková afirma que, teniendo en cuenta el tipo de historias que solía escuchar y repetir Bohumil Hrabal, no le extraña para nada que dicho personaje remita, en efecto, al Don Quijote de Šumava, ese extraño héroe checo de cuya historia algunos no quieren acordarse.

Don Quijote | Foto: Gustave Doré  (1863) /wikimedia Commons,  public domain
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