La ciudad de Liberec vivió uno de los momentos más dramáticos de la invasión soviética
Tanques, tiroteos, un edificio derrumbado, decenas de heridos y nueve muertos. Después de Praga, la ciudad de Liberec fue la que se vio más afectada por la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia, sucedida el 21 de agosto de 1968, hace 46 años. En esta edición de 'Legados del Pasado-Testimonios del Presente' escucharán varios testimonios sobre este crucial evento histórico, tal como se vivió en el norte de Bohemia.
Las tropas del Pacto de Varsovia, sin haber sido invitadas oficialmente, acababan de sobrepasar las fronteras de Checoslovaquia. Con su llegada se disolvieron todas las esperanzas de un “socialismo con rostro humano”, impulsado por el secretario del Comité Central del Partido Comunista Checoslovaco, Alexander Dubček.
La parcial liberalización política que vino en 1968 de la mano con la Primavera de Praga, que introdujo reformas como una mayor libertad de medios de comunicación, y trató de aplicar un sistema más democrático, no fue finalmente consentida por los líderes soviéticos.
La inquietud provocada por el temor de que las reformas debilitaran la fortaleza del Bloque del Este soviético, que ya se estaba viendo amenazado por algunos acontecimientos de la Guerra Fría, llevó al secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Leonid Brézhnev, a optar por la solución de movilizar a las tropas del Pacto Soviético e invadir Checoslovaquia.
A partir de entonces el país se convirtió en una zona ocupada. Los soldados soviéticos no abandonaron las tierras checas hasta el año 1991.
Liberec anuncia los primeros muertos
Fueron más de 6.000 los tanques que llegaron en breve a ocupar el territorio checoslovaco. La primera parada de las unidades del Pacto de Varsovia que partieron desde Polonia para ocupar la capital checa fue la ciudad de Liberec, en el norte de Bohemia.
La llegada de los tanques provocó en la mayor parte de sus habitantes miedo, caos y desesperanza, emociones que sin embargo dieron paso en breve a una fuerte ola de resistencia, según recordó María, que entonces tenía 18 años.“La gente quitaba los números de casas e indicadores de dirección y los cambiaba para confundir a los soldados. Se les tiraban piedras y se les hacían todas las malicias posibles. En una ocasión vi como alguien vertía por la ventana agua hirviendo dentro de un tanque".
Esa actitud provocó en los soldados tanta indignación que no tardaron mucho en sonar los primeros tiros.
El momento más trágico sucedió a las 11:30 de la mañana. Dos tanques chocaron contra las arcadas de la plaza principal de la ciudad, según recuerda la empleada de la Oficina para Documentación de los Crímenes del Comunismo, Milada Kadlecová.
“Dos tanques se desviaron de su carril y chocaron contra la pared de un edificio que se derribó por completo. Otro tanque derribó la baranda de una acera y su caída provocó graves heridas a una persona, e hirió a otras cinco”.
En la época de la normalización política, implantada tras la invasión soviética, los medios de comunicación oficiales interpretaron esta tragedia a su manera. En un caso el tanque soviético supuestamente resbaló sobre el agua que una señora tiraba a los carros de combate que pasaban por la calle, mientras que otro informe oficial aseguró que alguien había echado agua dentro del tanque, su conductor se asustó y se desvió del carril.
El día 21 de agosto, al hospital de Liberec fueron trasladados 45 heridos, de ellos 12 con heridas muy graves. El cirujano Václav Cihlář, que entonces estaba de turno, recordó el caos producido en el ambulatorio.
“A la una y media empezamos a operar a los primeros heridos que fueron trasladados al hospital tras el derrumbe de la casa en la plaza principal y los irreflexivos disparos de los soldados hacia la muchedumbre. Las balas rebotaban en el pavimento, produciendo un sinnúmero de heridos. Conseguimos atenderlos a todos tras pasar a un modo de cirugía de guerra”, indicó.No en todos los casos la actitud de los checos hacia los soldados soviéticos fue hostil. Algunos veían en ellos a víctimas del régimen comunista. Al ser interrogados, algunos militares aseguraron que llegaron a Checoslovaquia convencidos de que se trataba de una ayuda amistosa a fin de defender a sus “hermanos checoslovacos” de la ideología contrarrevolucionaria. Los familiares de María se sumaron a los que no vacilaron en ayudarles, según ella misma cuenta.
“Teníamos una glorieta donde se reunían parejas y amantes. Escondimos allí a unos soldados. Nos contaron la verdad. Más tarde me puse a llorar cuando me enteré de que se habían suicidado. El caso fue que sentían vergüenza por lo que había ocurrido”.
No fue el único caso de suicidios de soldados soviéticos. El estrés y los reproches de haber ocupado Checoslovaquia llevaron a quitarse la vida a varios militares más.
Las transmisiones clandestinas
Pese a la orden de apagar los emisores y cortar las transmisiones de la Radiodifusión Checa y de la Televisión, impuesta por los órganos soviéticos, la gente se mantenía informada sobre los acontecimientos gracias a emisiones clandestinas. Precisamente desde Liberec se llevaron a cabo emisiones de gran importancia.
Aunque corría el peligro de ser penalizado, Ladislav Tomáš, el técnico de la Administración de Conexiones Interurbanas, hizo posible junto a sus compañeros la escucha de las transmisiones de la Radiodifusión Checoslovaca.“Participamos en ello con varias personas, por lo cual no creo que se hubiesen enterado de quién había sido. Además, había tantos cables complejos que no habrían llegado a orientarse en ellos. Los castigos se los llevaron sin embargo el director y el jefe de las transmisiones, que fueron sustituidos por otros. En nuestra plantilla pagó por ello el encargado de la empresa”.
En Liberec nació también un estudio de televisión provisional, Sever, cuyas emisiones se llevaron a cabo gracias a la valentía de los técnicos de la antena emisora de Ještěd. Pese a las caóticas condiciones fueron capaces de juntar todo el equipo necesario y el 25 de agosto pusieron en marcha las primeras emisiones. En ellas aparecían informes emitidos por los medios de comunicación extranjeros y se les instruía a los ciudadanos sobre cómo comportarse y enfrentarse a aquella complicada situación. En las transmisiones participaba también Václav Havel, el futuro presidente de la República Checoslovaca postcomunista.
Václav Havel vivió el drama de Liberec
Václav Havel llegó al norte de Bohemia junto a su compañero y conocido actor Jan Tříska para asistir a una fiesta de la Galería Regional.
Tras haber sido testigos de la masacre en la plaza principal de la ciudad, comenzaron a comentar los sucesos desde la sede de la Radiodifusión de Liberec, así como del estudio de televisión Sever.Aparte de apelar a los dirigentes de países extranjeros a que intervinieran en la invasión soviética, advertían a los ciudadanos contra los colaboradores que en su opinión habían traicionado al pueblo y apelaban a apoyar a Alexander Dubček.
El estudio de televisión Sever dio por acabadas sus emisiones tras el discurso del presidente de Checoslovaquia, Ludvík Svoboda, en el que reconocía la derrota de los ideales de la Primavera de Praga y daba forma oficial a la estancia de las tropas soviéticas en Checoslovaquia. A finales de los años 80 llegaron a contar los ocupantes con 73.500 soldados en más de 80 unidades.
El socialismo con “piel de gallina”
Inmediatamente después de la entrada de las tropas soviéticas en el territorio checoslovaco fueron suspendidas todas las reformas que durante la Primavera de Praga habían desperado en la ciudadanía la esperanza de poder vivir en una sociedad más democrática.
El cargo del secretario del Comité Central del Partido Comunista y el impulsor de las reformas, Alexander Dubček, fue ocupado por Gustav Husák y su llegada dio inicio a una limpieza ideológica en las filas del Partido Comunista, que llegó a afectar a más de 327.000 miembros.
Otras 350.000 personas perdieron su trabajo por sus opiniones liberales y a sus familiares les fue impedido estudiar en la universidad. Esta situación llevó a miles de personas a emigrar fuera de Checoslovaquia.
El principiante socialismo con “rostro humano” se convirtió en lo que se llegó a llamar con sorna “un socialismo con la piel de gallina”.