“La ciencia no es un dogma, es algo revisable. Por eso podemos avanzar”

Científicos españoles del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC viajaron a Praga para impartir unos talleres de divulgación sobre el ADN a los alumnos de la sección bilingüe del instituto Budejovická. Los expertos quisieron subrayar la importancia del método científico en los tiempos que corren.

El Instituto Cervantes de Praga y el instituto de enseñanza secundaria Budějovická de la capital acogieron unas jornadas científicas especialmente dirigidas a alumnos adolescentes. Para ello, cuatro pesos pesados del Centro Superior de Investigaciones Científicas volaron a Chequia, entre ellos, expertos en malaria, como Amalia Diez Martín, la lucha contra el cáncer o la prevención de epidemias, que por unos días aparcaron sus investigaciones para dedicarse a la no menos importante tarea de la formación y la divulgación. El tema elegido, cuenta José Manuel Bautista a Radio Praga Internacional, fue el ADN.

Científicos españoles del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC en Praga | Foto: Instituto Cervantes de Praga

“Este año henos traído un taller que tiene que ver con la extracción del ADN y explicar un poco el significado y el contenido de la información que hay en él. Los chavales y las chicas que están en los colegios de habla española lo que han hecho es extraer su propio ADN de un lavado de boca, y lo ven, porque es un ADN que se ve en el tubito, y luego se lo llevan en una botellita colgada del cuello, su propio ADN. Y entonces explicamos el sentido que tiene, la información que da a la célula o qué llevamos con nosotros del proceso evolutivo de las especies y el ser humano”.

Es una forma sencilla de “bajar”, de traer lo que es la investigación científica, digamos, profesional, al mundo real de un ciudadano de la calle o incluso de la gente joven, y de que comprendan cómo funciona la ciencia. La ciencia no es un dogma, no tienen que creer lo que los científicos dicen porque lo dicen sin más.

Los estudiantes de la sección bilingüe pudieron conocer de forma sencilla diferentes aplicaciones en la vida cotidiana de hallazgos que hasta hace pocas décadas sonaban a ciencia ficción. Por ejemplo, cómo la Policía científica puede identificar con total certeza a una persona con una muestra de ADN como la que ellos mismos se llevaron a sus casas.

No es la primera actividad que organiza el Instituto Cervantes de Praga con la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular, cuya Comisión de Divulgación coordina José Manuel Bautista. Las experiencias en Praga siempre resultan muy gratificantes, cuenta el doctor.

“Aquí habla muy bien español la gente que participa y que viene de los colegios. Los hemos visto muy interesados, bastante formados y con mucho interés. La verdad que la experiencia, en particular aquí en Praga, siempre ha sido muy positiva”.

Científicos españoles del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC en Praga | Foto: Instituto Cervantes de Praga

La bioquímica Ana Cuenda explicó la importancia que se da para estas actividades precisamente a los alumnos de secundaria.

“Uno de nuestros públicos diana como científicos son los jóvenes porque una de las cosas que queremos es dar a conocer nuestro trabajo a toda la sociedad, pero también que los jóvenes de alguna manera sientan un poco la curiosidad por querer ser científico, que sepan un poco más de cómo es la actividad investigadora y también cómo la ciencia les ayuda a comprender el mundo que les rodea y cómo funcionan todas las cosas a su alrededor”.

En estos tiempos de pandemia, la ciencia y los científicos están en primera línea no solo en la lucha contra la enfermedad, sino también de cara a la opinión pública. Los cuatro investigadores invitados a Praga coinciden en que a menudo el mundo científico se percibe por la sociedad como algo alejado o indescifrable. Juan José Sanz Ezquerro, cree que actividades como la de Praga ayudan no solo para saber más sobre el ADN en particular, sino para conocer cómo funciona el método científico.

Científicos españoles del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC en Praga | Foto: Instituto Cervantes de Praga

“Es una forma sencilla de “bajar”, de traer lo que es la investigación científica, digamos, profesional, al mundo real de un ciudadano de la calle o incluso de la gente joven, y de que comprendan cómo funciona la ciencia. La ciencia no es un dogma, no tienen que creer lo que los científicos dicen porque lo dicen sin más. Traemos un experimento para que vean como se hace una hipótesis, cómo se hace un protocolo, esto es, un número de pasos para intentar responder a esas preguntas que se plantean en una hipótesis, y cómo los resultados que se obtienen pueden dar información. Este es un proceso en continua revisión. Y así se llega a otros de los puntos: el escepticismo en la sociedad. Razonamientos que se escuchan como ‘los científicos nos dijeron ayer esto y hoy nos dicen esto otro…’ Es que eso es la ciencia. Precisamente porque no es algo fijo, porque no es un dogma que esté establecido, sino que continuamente se va revisando, es por lo que podemos avanzar”.

Parte de la responsabilidad de esta distancia a veces existente entre los científicos y la sociedad recae sobre ellos, reconocen los investigadores, por lo que, además de su labor científica, insisten en que deben esforzarse por saber hacerla llegar al ciudadano de a pie.

Científicos españoles del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC en Praga | Foto: Instituto Cervantes de Praga

En ello trabaja duro Juan José Sanz Ezquerro, ya que además de ser un experto en Biología del Desarrollo y Regeneración, es un importante divulgador, habitual colaborador en Radio Nacional de España y asesor científico del Parlamento. No es fácil, cuenta, porque a menudo las explicaciones científicas son complejas y en la era de las redes sociales y la inmediatez, es difícil condesar su mensaje y hacerlo entendible con pocas palabras. Precisamente todo lo contrario que sucede con los bulos, mensajes breves, sin gran profundidad, pero perfectamente adaptados al formato de las redes sociales.

“Lo que pasa que es cierto que es mucho más fácil que se transmitan y se acepten los bulos o las ideas, digamos, basadas en conspiraciones o lo que sea, que las ideas científicas. ¿Por qué? Porque generalmente las personas buscan una cierta certidumbre, una cierta tranquilidad, es decir, que me digan con seguridad qué es lo que está pasando. Y claro, de eso, la ciencia puede decir en ese momento lo que se sabe en base a lo que tenemos. Mientras que un bulo es como un dogma, algo que tú te crees porque sí y ya está y eso, en general, es más fácil que la gente lo acepte. Y por eso es más fácil en redes sociales, en particular, por su dinamismo, inmediatez, brevedad, que te lancen un mensaje con una cierta certidumbre y que esto es así porque sí. Es más fácil de comprar que tener que reflexionar y pensar que la ciencia, el método científico, funciona así. Y piensan: ‘Si ayer me decían esto y hoy me dicen lo otro, me están engañando…’ Es más complicado”.

Ni siquiera en medios de comunicación tradicionales es fácil poder extenderse lo necesario para exponer su labor, dicen los científicos. Aunque con la pandemia, eso sí, destacan haber notado un gran paso adelante por parte de los periodistas, que han sabido informarse bien y buscar las fuentes adecuadas, por lo general. Para terminar, un consejo que dan: confiar más en los expertos que dicen no saber la respuesta a determinadas cuestiones y desconfiar de quienes lo saben todo sin vacilar que, quizá, sean solo charlatanes.