Kateřina Sýkorová: “Parte de mi corazón siempre estará en Costa Rica”
A causa del trabajo de su padre vivió entre los siete y los nueve años en la ciudad portuaria de Limón, donde pasó dos años felices, rodeada de muchos amigos y un entorno paradisíaco. Sin embargo, recién regresó a Costa Rica en 2018, en el marco de un viaje de seis meses en el que pudo reencontrarse con sus afectos y recorrer muchos países de la región. En esta entrevista, la periodista checa Kateřina Sýkorová nos habla de su amor por América Central y revela qué país la impactó más.
Desobedeciendo aquel famoso refrán que recomienda no volver a los sitios donde uno ha sido feliz, la periodista checa Kateřina Sýkorová decidió regresar, después de mucho tiempo, a ese verdadero paraíso en el que pasó un período mágico de su infancia que le permitió aprender ese idioma que tanto ama y disfruta hablar cada vez que tiene la oportunidad de hacerlo.
“Íbamos con mi hermana a la escuela y todos decían: ‘ay, las chicas checas’, todos querían ser nuestros amigos y eran muy amables. De hecho, hasta ahora tengo una amiga allá”.
“Como yo, de pequeña, viví en Costa Rica, aprendí el español y lo tengo como mi segunda lengua materna porque de pequeña aprendes muy bien y rápido, entonces después ya mis padres estuvieron de acuerdo en que continuara estudiando. Fui a un instituto bilingüe aquí en Praga y ha sido muy fácil para mi estudiar esos años, porque yo ya el español lo sabía, pero me dieron la formación académica, digamos, porque yo sabía hablar bien, pero no sabía lo que era el pretérito perfecto del subjuntivo”.
Debido a una posibilidad de trabajo que le ofrecía a su padre la empresa checa en la que trabajaba, Kateřina llegó a vivir en Costa Rica un total de dos años y medio, de los siete a los nueve años. Y aunque para muchas personas la infancia suele tener un valor simbólico muy fuerte, para ella tuvo además el condimento de haberla pasado en un lugar muy lejano y desconocido para la mayoría de los checos.
“Empezamos en San José, en la capital, pero después fuimos a vivir dos años a Limón, que está en el Caribe, donde empecé a ir a la escuela por dos años y me encantó porque solo tenía que hacer segunda y tercera de primaria y después de las clases iba a bañarme a la piscina y eso es lo que hacía cada día. O íbamos a pescar y como fui con mi hermana a la escuela y estaban todos diciendo: ‘ay, las chicas checas’, todos querían ser nuestros amigos y eran muy amables. De hecho, hasta ahora tengo una amiga allá”.
Esa amiga, que aún sigue viviendo en Costa Rica, se llama Emily y como ya hace veinte años que se conocieron, cuenta Kateřina que, para mantener el vínculo, fueron utilizando cada uno de los recursos tecnológicos que surgían. Recuerda que, al principio, se mandaban cartas con dibujitos y algunos mensajes, luego empezaron a intercambiar textos un poco más largos por email y, desde hace un tiempo, tienen la oportunidad de estar siempre al tanto de lo que le sucede a la otra gracias a WhatsApp y Facebook. Por supuesto, todo eso se lo debe a aquella riquísima experiencia de vida que, por otro lado, le inculcó el gran amor que hoy siente por la cultura latina.
“A mí me encantan las canciones en español, pero de esa época. Por ejemplo, Rubén Blades es el cantante preferido de toda mi familia, de mi padre, de mi mamá, de mi hermana, nos encanta… De hecho, fuimos a su concierto en Barcelona el año pasado y eso se te queda, se te pega. Además, soy una persona muy feliz, muy abierta y yo creo que también es por eso, por vivir dos años al lado del océano y con esa gente”.
La decisión de regresar a Chequia se debió a que se había terminado el contrato de trabajo de su padre, pero al mismo tiempo, su familia tenía la intención de que Kateřina y su hermana, que es un año menor que ella, no perdieran la escolaridad checa ni tampoco el idioma. Porque si bien habían acordado que, cada día, después de la escuela, su madre les enseñaría la gramática checa, lo cierto es que las dos siempre terminaban buscaban una excusa para hacer cualquier otra cosa. De hecho, si bien durante esa época hablaban en checo en casa, recuerda que, con su hermana, en un momento comenzaron a hablar y a jugar en español, lo cual siguieron haciendo incluso en Praga, al menos durante los primeros meses. Lo cierto es que, si bien nunca pudo ni quiso olvidarse de su vida en Costa Rica, recién pudo volver ahí en 2018.
“Yo siempre quería volver porque ese es mi segundo hogar y una parte de mi corazón está allá y siempre va a estar, y entonces dije: ‘tengo que volver’, y como ya era mayor y había terminado la universidad, pensé que era el momento justo”.
Agrega Kateřina que, en su opinión, cuando una persona pasa por la experiencia de vivir cierto tiempo en un lugar distinto, cualquier viaje que realiza en período de vacaciones termina teniendo sabor a poco. Reconoce, por supuesto, que una semana puede estar muy bien para descansar, relajarse un poco y cambiar de aire, pero no para conocer profundamente un destino.
“Cuando yo le digo a alguien que un mes es poco, todos me dicen que es mucho, pero la verdad que no para mí. Entonces, quise volver a Costa Rica, pero también poder ir a toda América Central. Así que me tomé seis meses de vacaciones y viajé de México hasta Panamá en autobuses y pasé un mes y medio o dos meses en Costa Rica y pude ver a mi amiga, pasé con ella una semana, estuve en su casa, con su mamá que se acordaba de todo, cocinamos comidas típicas y pasamos un buen rato con ellas”.
“Soy una persona muy feliz, muy abierta y yo creo que es porque viví dos años en Costa Rica, al lado del océano y con esa gente”.
El viaje lo hizo con un novio checo que tenía en ese momento y recuerda Kateřina que, cuando llegaron a Limón, ya era de noche y él le dijo que el lugar le parecía bastante peligroso. Ella, por el contrario, estaba tan tranquila como emocionada, a tal punto que asegura que, si alguien los hubiera visto desde afuera, habría pensado que se encontraban en dos lugares completamente distintos. También está convencida de que, en esos viajes, hablar español abre tanto las puertas que, por momentos, le daba la sensación de que la gente se olvidaba de que ella estaba ahí como turista. Lo cierto es que en esos seis meses se dio el gusto de visitar México, Guatemala, Belice, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Panamá. Y aunque en cada sitio encontró cosas interesantes, asegura que hubo un país que le gustó especialmente.
“Me encantó Guatemala porque hay de todo e incluso mucha cultura indígena o cultura local. Creo que nosotros estuvimos allí cuando era Pascua en un pequeño pueblo donde se celebraba bastante. Entonces, era como vivir una cosa completamente nueva. Me encantó ver las tradiciones locales y, claro, además tiene volcanes, pirámides, hay de todo. Me gustó mucho”.
Graduada en periodismo, Kateřina Sýkorová trabaja actualmente en la agencia de noticias checa, ČTK, que ofrece información a los distintos medios del país, y se especializa en la edición de audios y videos. Afirma que su trabajo le gusta mucho, aunque hay solo una cosa que lamenta y es, precisamente, no poder usar con frecuencia el español.