Karel Čapek, el profeta de la literatura checa

Karel Čapek

Uno de los escritores checos más conocidos a nivel munidal, Karel Čapek, tiene sus raíces en la región de Hradec Králové.

Karel Čapek  (primero de izquierda) con su familia | Foto: Obecní knihovna Žernov

Karel Čapek nació el 9 de enero de 1890 en Malé Svatoňovice, cerca de la ciudad de Trutnov, como el menor de tres hermanos. Su infancia transcurrió en la localidad de Úpice y la adolescencia en la ciudad de Hradec Králové, donde estudió en el instituto. Por haber formado parte de un grupo de discusión con ideas radicales para la época, le fue recomendado cambiar de instituto, así que Čapek completó sus estudios en Brno y prosiguió con la licenciatura y el doctorado en Filosofía en la Universidad Carolina de Praga. Como universitario, también tuvo la oportunidad de vivir una temporada en Berlín y París. Sin embargo, su infancia en Bohemia Oriental fue una experiencia que influyó profundamente en su pensamiento y obra posteriores, afirmó para Radio Praga Internacional Zdeněk Vacek, director del Monumento a Karel Čapek en Stará Huť u Dobříše.

Monumento a Karel Čapek en Stará Huť | Foto: Natalie Máchová,  Český rozhlas

“Como niño, acompañaba a su padre, que era médico, a visitar a sus pacientes. Ya entonces pudo observar cómo la gente percibe a los médicos, cómo les ayudan, a veces hasta de manera milagrosa. Fue importante para su obra y Čapek muchas veces subrayó la importancia de médicos y de su misión. Se reflejó en muchas obras suyas, como por ejemplo, La enfermedad blanca, y otras”.

Persona non grata para todos los regímenes

Karel,  Helena y Josef Čapek | Foto: archivo del  Monumento a Karel Čapek

Karel Čapek publicó sus primeros artículos a la temprana edad de 14 años y su producción aumentó especialmente tras el estallido de la Primera Guerra Mundial. Durante su vida publicó en más de 100 revistas y periódicos, además de sus novelas, obras dramáticas y poéticas. No ocultaba sus opiniones políticas y no temía criticar el capitalismo y el comunismo, ganándose por ello muchos enemigos en todos los frentes políticos.

Čapek expresó en algunas de sus obras sus preocupaciones por la situación de la época, como en la novela satírica de ciencia-ficción La guerra de las salamandras, publicada en 1936, que puede interpretarse como una alegoría sobre la expansión del Tercer Reich, así como una crítica al colonialismo, la segregación racial, la explotación y la codicia, entre otros problemas mundiales.

Karel y Josef Čapek | Foto: archivo del Monumento a Karel Čapek

El tono humanista de las obras de Čapek representó una espina clavada tanto para el régimen nazi como para el comunista; para ambos era un propagador de ideas peligrosas, pero aun así no pudieron impedir la publicación de sus obras, explica Zdeněk Vacek.

“Después de la Segunda Guerra Mundial, el ministro de información Nejedlý proclamó que ya se acabó la época de Karel Čapek y Ferdinand Peroutka. Sin embargo, un año después, en 1946, se abrió el Museo de Karel Čapek en Malé Svatoňovice, con la participación del presidente Edvard Beneš. También se estableció la Compañía Karel Čapek, así que fue un poco su año, su obra se seguía publicando. Tras la llegada del comunismo en 1948, se empezó a pasar por alto Čapek, las autoridades no sabían cómo tratar con su obra y legado. Sin embargo, en 1952, un especialista en lengua y cultura checa de la Unión Soviética publicó un libro sobre Karel Čapek, así que los checos proclamaron que si el escritor era reconocido en URSS, nadie lo podía prohibir en Checoslovaquia. Al igual que los comunistas asimilaron el legado de Jan Hus y otros personajes a su ideología, trataron de hacer lo mismo con Čapek, censurando sus obras y publicando solamente las obras antifascistas y cuentos de hadas que se podían interpretar en conformidad con el régimen comunista”.

Foto: Barbora Kvapilová,  Český rozhlas

Uno de los problemas para el régimen comunista con Čapek fue su artículo titulado “Por qué no soy comunista”, que fue publicado en 1924 en la revista Přítomnost en el marco de una encuesta lanzada por el periodista Ferdinand Peroutka.

“Entre los amigos de Čapek había gente orientada políticamente al centro, pero más a la izquierda. Reclamaban justicia social, pero rechazaban la violencia y la ideología marxista. Como muchos amigos suyos defendían esta ideología, Čapek con su gente pensó que debían formular su postura y explicar a la sociedad por qué no eran comunistas. Čapek lo explicó, escribió sobre la violencia y que los comunistas hablaban mucho del bienestar de la gente, pero en realidad se trataba simplemente de totalitarismo y dictadura. Čapek quería ayudar a la gente y quería justicia, por lo cual no podía ser comunista, si lo simplificamos bastante”.

Robot, de Checoslovaquia al mundo

Čapek expresó a menudo en sus obras su temor a que la tecnología se impusiera al hombre en el futuro. En su novela La krakatita escribe sobre el descubrimiento de un explosivo que podría destruir el planeta, mientras que el tema principal de la novela La fábrica de absoluto es un  "carburador" que puede extraer energía descomponiendo la materia y un subproducto de este proceso es la creación del absoluto, una esencia que afecta a todos quienes estén cerca.

Karel Čapek dio al mundo la palabra robot, que utilizó en 1920 en su obra dramática R.U.R (Robots Universales Rossum), para denominar a seres artificiales inventados por los humanos. De hecho, la palabra fue inventada por su hermano Josef Čapek, y pronto se acuñó en todo el mundo. Aunque Karel Čapek no fue pionero en mencionar el concepto de un ser artificial en la literatura; la escritora británica Mary Shelley ya había escrito antes Frankenstein. Sin embargo, Zdeněk Vacek afirma que el concepto de Čapek es original, moderno y actual.

Portada R.U.R. | Foto: editorial Libros del Cosmonauta

“Sus robots y seres artificales son creados de manera de la que probablemente se vayan a crear en el futuro. No es que haya un monstruo como Frankenstein o Golem que obedece a su creador, sino que los robots de Čapek se crean en fábricas por producción a gran escala. Cualquiera se podrá permitir comprarlo al igual que hoy, por ejemplo, podemos comprar un teléfono móvil o una maquinilla de afeitar. El robot quitará al hombre el trabajo duro, al igual que hoy hacen, por ejemplo, las aplicaciones de los teléfonos móviles, el GPS, el traductor y otras que nos facilitan el trabajo. Así que de alguna manera esto se está haciendo realidad”.

El legado de las obras de Čapek es trascendental y permanece vivo. Entre sus ideas principales se encuentran la lucha por la democracia y contra los regímenes totalitarios, la ayuda a las personas socialmente vulnerables y a los refugiados políticos. Karel Čapek vivió como una tragedia los acontecimientos del Acuerdo de Múnich, conocido también como “la traición de Múnich”, cuando en septiembre de 1938, Francia, Gran Bretaña e Italia cedieron a la Alemania nazi una tercera parte de Checoslovaquia sin la presencia de representantes checoslovacos y permitieron su ocupación. Karel Čapek permaneció objetivo incluso en aquellos momentos de gran nacionalismo, apunta Vacek.

“Čapek dedicó su último folleto a este tema, destacando que son decisiones de los políticos y no de la gente corriente. Es increíble que en una situacion como aquella fuera tan generoso, con tanta humanidad y amor a las personas, así como odio al nacionalismo ciego”.

Karel Čapek y Olga Scheinpflugová  | Foto:  Památník Karla Čapka

Karel Čapek fue nominado al Premio Nobel de Literatura en siete ocasiones, pero sin éxito. El escritor murió el 25 de diciembre de 1938 de neumonía, poco después, precisamente, del Acuerdo de Múnich. Su muerte le salvó de ser detenido por los nazis, mientras que su hermano, el pintor y escritor Josef Čapek murió en un campo de concentración.

Cartas de Karel Čapek | Foto: Khalil Baalbaki,  Český rozhlas

En el pueblo natal de Karel Čapek, Malé Svatoňovice, se encuentra el Museo de los hermanos Čapek, que presenta la obra literaria y periodística de Karel Čapek y la obra artística y literaria de su hermano Josef. El Monumento a Karel Čapek en Stará Huť, cerca de Dobříš está dedicado a la vida y la obra del escritor, a su esposa Olga Scheipflugová y al periodista Ferdinand Peroutka. En sus cercanías pasa también el Sendero de Karel Čapek, de siete kilómetros, que recorre los lugares que el escritor visitaba durante sus estancias en esa hermosa casa de campo.

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