Jiří Barta: “El cine de animación es poesía en movimiento”

Jiří Barta, foto: archivo de Jiří Bárta

Después de que en noviembre se realizara la primera retrospectiva completa en España de la obra del director de cine de animación Jiří Barta durante la Semana de Cine de Madrid, muchas otras filmotecas españolas han programado películas o ciclos dedicados al realizador checo. En las casi cuatro décadas que lleva Barta produciendo una animación ingeniosa, cálida e inteligente, se ve la evolución de un género que ha pasado vertiginosamente de los métodos artesanales a la informática. De estos cambios, y también de los políticos, que afectaron de lleno a la animación checa, habló Jiří Barta en entrevista para Radio Praga.

‘Aventuras en el Ático’,   foto: archivo de Jiří Barta
Jiří Barta no era un completo desconocido para el público español. Su largometraje “Aventuras en el Ático o ¿Quién Cumple Años Hoy?” contó incluso con un distribuidor y fue doblado a la lengua de Cervantes.

Sin embargo la primera inmersión completa en la obra de uno de los directores más importantes de la animación checa, junto con Jan Švankmajer, y también europea, no llegó hasta este pasado otoño en la prestigiosa 23 Semana de Cine de Madrid (antes conocida como Semana de Cine Experimental de Madrid).

El propio Jiří Barta asistió al certamen en lo que fue una experiencia memorable, reconoce.

“Han sido más bien dos experiencias, una la retrospectiva en sí, y otra la ciudad. Las películas las pusieron en el Matadero de Madrid, un centro cultural precioso que era de verdad el matadero de Madrid antes. Hicieron una adaptación admirable, llena de soluciones muy ingeniosas y muy bonitas. Las proyecciones fueron muy bien, con una cantidad buena de público. Y luego la ciudad me gusta mucho por su arquitectura, es monumental, tiene unas fachadas maravillosas y la gente es muy simpática. Tenía la impresión de que ya nos conocíamos todos”.

Además, su último corto, ‘Yuki Onna’ (La Mujer de Nieve) fue estrenado en el Festival Internacional de Cine de Gijón, y tras la retrospectiva de Madrid, llegó en diciembre la de la Filmoteca de Zaragoza y desde el día 11 de enero transcurre otra en el Museo de Arte Contemporáneo de León, el MUSAC.

‘Yuki Onna’,   foto: archivo de Jiří Barta
Barta, con el apoyo que le está prestando el Centro Checo de Madrid, está encantado por el interés que está suscitando su obra en España, ya que pronto se prevén nuevas proyecciones e incluso exposiciones en otras ciudades.

En la obra de Barta se unen la gran tradición checa del cine de animación, representada sobre todo por el maestro Jiří Trnka, con el presente y el futuro del género.

‘Yuki Onna’,   foto: archivo de Jiří Barta
La primera película de Barta, ‘Adivinanzas por un Caramelo’, data de 1978. Como todos los animadores checos de la época, se formó en los estudios estatales Jiří Trnka, prácticamente los únicos del país por entonces.

Estaban divididos en animación con marionetas o muñecos y en dibujos animados. En ellos se formaban en los setenta la que sería conocida como segunda generación de la animación checa, que sucedería a otra gloriosa, la que habían formado Jiří Trnka, Břetislav Pojar o Miroslav Štěpánek, entre otros muchos.

Pero en esos estudios se encontró Barta con la que sería su primera gran influencia, cuenta.

“Cuando llegué al estudio con la intención de hacer una película para niños, descubrí a Jan Švankmajer, que me sorprendió mucho. Era otro mundo, no era repetir lo que hacía Trnka. Me encantó. Así que terminé aquella película para niños pero después lo que hacía eran cortos para adultos por decirlo de alguna manera. Películas de 5, 10 ó 15 minutos que se enviaban a festivales. Y eso es lo que hago hasta la fecha, aunque el mundo de los cortos ha cambiado lo suyo”.

‘El Flautista de Hamelín’,  foto: archivo de Jiří Barta
El resto de influencias en su obra las enumera el propio Barta empezando por su admirado animador ruso Yuri Norshtéin, siguiendo por los polacos Piotr Dumala y Jerzy Kucia, además del estonio Priit Pärn, entre otros.

Los ochenta fueron una época muy prolífica para Barta. Cada nuevo corto que acababa suponía una apuesta visual, técnica y temática totalmente distinta de la anterior. Cabe destacar cortos como ‘El Mundo Perdido de los Guantes’ o ‘Diskjockey’.

Pero su consagración definitiva llegó con un largometraje, ‘El Flautista de Hamelín’ (Krysař), en el que ofrecía una visión oscura del ser humano, aprovechando elementos del expresionismo alemán y, como siempre, con una banda sonora muy cuidada.

‘El Flautista de Hamelín’,  foto: archivo de Jiří Barta
Barta considera que el grupo de animadores checos de aquella gran generación suya era una “banda de individualistas”, en la que cada uno tenía un lenguaje y estilo artístico propio.

La Checoslovaquia comunista ofrecía una imagen amable en el exterior gracias a su logrado cine de animación, así que el Estado invertía sin problemas fondos en su producción con la única condición de que no se tocaran cuestiones políticas.

Pero la libertad creativa en lo artístico y el apoyo del que gozaba la animación era innegable, explica Barta.

“El cine animado es diferente al convencional, en el que hay diálogos y una acción real. El cine animado se compone de elementos artísticos. Diríamos que es poesía en movimiento, son metáforas, sentidos ocultos, etc. Nosotros a través de este lenguaje reaccionábamos a la situación a nuestro alrededor. Cada uno expresaba así sus sentimientos y nos permitíamos sátiras políticas entrelíneas. La censura era de otro tipo. Consideraba que lo que hacíamos nosotros era para niños. Así que teníamos una relativa libertad”.

‘Golem’,  foto: archivo de Jiří Barta
Cuando llegó la Revolución de Terciopelo en 1989, los animadores, como cualquier otro artista en general, la recibieron con ilusión y alivio. Sin embargo poco después empezaron a darse cuenta que en el plano profesional para ellos no todos los cambios iban a ser positivos. Cambiaron las reglas del juego, cuenta Barta.

“La situación dio un vuelco. Ya no había censura, pero existía otra censura económica, ya que hay que encontrar la manera de hacer una película que tenga éxito y atraiga a un montón de público, y eso también es un tipo de censura. Y depende para quién puede que sea más dura que la otra. Los que hacen buenas películas para niños no tuvieron mucho problema. Pero los que nos dirigíamos a los adultos, nos encontramos con una situación complicada, porque la gente tiene de todos modos la percepción de que es para niños y es difícil encontrar patrocinadores y apoyos”, opina.

‘Golem’,  foto: archivo de Jiří Barta
La empresa estatal Krátký Film, responsable de estas producciones pasó a ser una sociedad anónima que se convirtió más bien en un archivo y en un lugar que puede alquilarse para hacer películas, pero que ya no cuenta con fondos para llevar a cabo sus propias producciones.

Su proyecto ‘Golem’ es una clara víctima de esa nueva situación. Barta no consiguió los apoyos suficientes a mediados de los noventa para realizar su visión sobre el ser legendario del barrio judío de Praga.

‘Casita,  Ponte a Cocinar’,  foto: archivo de Jiří Barta
Casi veinte años después, Barta sigue empeñado en hacerlo y medio en broma medio en serio dice que ya lleva escritas quince versiones de su Golem. La esperanza sigue viva.

Pero ante semejante panorama no es de extrañar que los nuevos animadores a los que enseña Barta en la Universidad de Pilsen ya no se quieran dedicar al cine, sino a los juegos de ordenador o videoclips, por enumerar algunos de los ejemplos que cita el director.

‘Casita,  Ponte a Cocinar’,  foto: archivo de Jiří Barta
Aunque también la animación 3D y la informática ha pasado por producciones de Barta, especialmente en ‘Casita, Ponte a Cocinar’ (Domečku, Vař!), la suya es la animación artesanal.

“Yo pertenezco a una generación que llegó a eso tarde. Nosotros utilizábamos técnicas clásicas y materiales que se podían tocar como el papel y el lápiz. Ya no es fácil, aunque yo no dejo de estudiar estos programas, pero no son sencillos y no crecí con juegos de ordenador como mi hijo, por ejemplo. Así que le dejo la informática a los jóvenes”.

En 2009 Barta tuvo la oportunidad de volver a rodar un largometraje empleando las técnicas que siempre le gustaron más, las marionetas y el stop motion.

‘Aventuras en el Ático’,   foto: archivo de Jiří Barta
‘Aventuras en el Ático o ¿Quién Cumple Años Hoy?’ es una película para niños pero también pensada para que los padres pasaran un rato divertido en el cine.

De la misma productora japonesa de ‘Aventuras en el Ático’ surgió algo después el encargo de la que es su última obra, estrenada en 2013, la evocadora ‘Yuki Onna’ (La Mujer de Nieve). Con un amplio abanico de técnicas y materiales innovadores e incluso trabajando con actores reales, Barta se sumerge en la estética y los ambientes del folclore nipón.

‘Yuki Onna’,   foto: archivo de Jiří Barta
“Me ofrecieron hacer uno de los cuentos que hizo su gran poeta Lafcadio Hearn, que de origen era griego. Además de obras filosóficas, hizo un poco lo que Karel Jaromír Erben, que se basó en cuentos populares para rehacerlas a su nueva manera. La mujer de nieve, Yuki Onna, pertenece al género de historias ‘kaidan’, que son cuentos fantásticos o místicos. La dramaturgia japonesa es distinta a la de aquí. En Europa estamos acostumbrados a un inicio, un desarrollo y un final, mientras que allí se basa todo más en los ambientes. Mi misión era encontrar un buen compromiso entre esos dos puntos de vista”, explica el director.

A finales de febrero, la Muestra Internacional de Cine de Animación, el famoso ANIMAC de Lérida, también rendirá su tributo a Jiří Barta, que asistirá al certamen para presentar ‘Yuki Onna’ así como para ofrecer una clase magistral y disfrutar de nuevo del entusiasmo de su público en España.

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