Hace mil años, los reyes checos vestían seda de España, Italia o China
Después de 30 años de investigación, la Academia de Ciencias muestra la colección de tejidos únicos y exóticos que durante siglos escondían las tumbas del Castillo de Praga.
Tres científicas del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias Checa acaban de publicar el libro Telas de las investigaciones arqueológicas en el Castillo de Praga, que muestra la colección de tejidos encontrados durante las décadas pasadas en la corte de los reyes checos. Se trata de un conjunto de 270 telas que datan de entre el siglo X hasta el XVIII y provienen, principalmente, de tumbas o relicarios.
Según cuenta una de las investigadoras, Milena Bravermanová, las conclusiones de la investigación, que se prolongó durante unos 30 años, muestran que las telas provenían de lugares muy remotos como China o Asia Central, pero también de Oriente Próximo, Egipto, Italia, España y, por supuesto, Europa Central.
“Lo que es sorprendente y no nos lo habíamos imaginado antes es que interpretamos muchas telas de China del norte”.
Milena Bravermanová
“Lo que es sorprendente y no nos lo habíamos imaginado antes es que interpretamos muchas telas de China del norte. El origen asiático es muy sorprendente. Estas eran las telas más caras en su época y está claro que la corte de los Luxemburgo tenía finanzas suficientes para comprarlas a lo grande”.
Helena Březinová, la segunda autora del libro, destaca que a la hora de interpretar los descubrimientos hay que pensar que el Castillo de Praga siempre ha sido la sede de los reyes y de la Iglesia, es decir, de la capa de la sociedad más alta, que tenía suficientes recursos para comprar bienes de lujo como, por ejemplo, telas de seda, muy caras por el hecho de que el material nunca se había trabajado en las tierras checas y había que importarlo.
“Casi el 100% de las telas presentadas son de seda. Tiene que ver con el ambiente, hablamos de telas usadas por la élite de la sociedad de entonces. A su vez, comprobamos que la seda es un material muy resistente y se conserva mejor que las telas fabricadas de materiales vegetales. Otro material resistente es la lana pero en dicho ambiente ni esperábamos encontrarla”.
Tonos de marrón
A pesar de que estemos hablando de materiales de lujo, añade Březinová que para el público no científico los descubrimientos pueden ser a primera vista una decepción, ya que casi todas las telas tienen color marrón por llevar siglos bajo tierra.
“Los colores de las telas, puesto que provienen de contextos arqueológicos, es decir, estaban en la tierra, no son muy atractivos. El color típico es el marrón en distintos tonos. Solo en casos excepcionales nos encontramos con señales del color original, vimos tonos de rojo, verde y azul. Pero después de tantos siglos en la tierra, el color actual no tiene nada que ver con el original”.
No obstante, en las telas que acompañaban la tumba del emperador Carlos IV, quizás el monarca más importante de la historia checa, se conservó el color verde, por lo que las autoras del libro eligieron este hallazgo para la cubierta del mismo.
“Casi el 100% de las telas presentadas son de seda. Tiene que ver con el ambiente, hablamos de telas usadas por la élite de la sociedad de entonces”.
Helena Březinová
La reconstrucción de los colores originales es parcialmente posible gracias al análisis químico, pero también, como advierte Bravermanová, siempre es importante tener en cuenta las circunstancias históricas de las técnicas de coloración.
“En la tela de Boleslao II de finales del siglo X, que muestra el águila imperial, podíamos suponer que se había coloreado con el púrpura original. Sin embargo, en esa época ya casi no se usaba el púrpura porque ya no había caracoles marinos de tanto usarlos, así que la tela de Boleslao II no estaba coloreada con púrpura sino con una planta llamada rubia roja. Nosotros deseábamos que fuera el púrpura auténtico pero un descubrimiento negativo también es un descubrimiento”.
Dragones, flores de loto, barcos
En cuanto al diseño de las telas, todo depende del lugar de fabricación. Por lo tanto, en las tumbas del Castillo de Praga se encontraron diseños exóticos como, por ejemplo, dragones, aves fénix, grifos, águilas o flores de loto en el caso de China. Para Oriente Próximo eran típicas las palmeras. Las telas de Italia muestran la vid y durante la época de la segunda mitad del siglo XIV se encontraron también muestras de torres, castillos o barcos.
Recuerda Milena Bravermanová que precisamente los diseños son los que identifican el origen de las telas, tanto geográfico como temporal. Debido a la antigüedad de los hallazgos, en general, las investigadoras tuvieron que trabajar solo con fragmentos. A veces los fragmentos muestran solo tela lisa, pero en el caso de que lleven restos del trabajo de los sastres, como, por ejemplo, costuras, dobladillos o agujeros para botones, se puede reconstruir hasta el corte de la vestimenta. Y mucho más, prosigue.
“Por lo general, trabajamos con fragmentos de telas que conformaban una túnica funeraria. Y las pocas huellas de sastrería que tenemos muestran un trabajo bastante descuidado con la ropa. La preciosa tela de lujo estaba arreglada para tener una forma pero los detalles no se trabajaban”.
Joyas: Carlos IV y Santa Ludmila
De acuerdo con Helena Březinová, una de las joyas del descubrimiento se encontraba en la tumba de Carlos IV. Su capa es de producción italiana, pero lo que no se esperaba es que el resto de las telas de la vestimenta para el cuerpo del rey fuera de producción china. Esto es algo que habla de la inmensa riqueza de su corte.
“A mí me gustaría destacar el conjunto de telas de la tumba de Carlos IV, la figura más destacada de nuestra historia. Fuimos capaces de reconstruir el diseño de las telas que vestía en la tumba. En el libro incluimos la visualización de Carlos IV en un catafalco que pintó para nosotros el arquitecto Petr Chotěbor. Esto a mí me llegó al corazón”.
También Milena Bravermanová tiene su hallazgo favorito, en este caso, vinculado a la tumba de Santa Ludmila, abuela de San Venceslao y también patrona de las tierras checas. Se trata de un conjunto de reliquias textiles, es decir, tejidos que estuvieron en contacto con los restos de un santo por lo que adquirieron un carácter mágico.
“A mí, lo que más me llega es el conjunto de reliquias textiles de la tumba de Santa Ludmila. Las telas provienen del período entre los siglos X y XIII y entre ellas se encuentra, según mi opinión, la tela checa más valiosa. Primero porque es reliquia textil de la patrona de Chequia y, segundo, porque es muy antigua y muy excepcional. Se trata de una dalmática, es decir, una vestimenta usada por los diáconos y obispos, que es prueba inequívoca de la ropa eclesiástica más antigua de las tierras checas. Data de entre los años 1000 y 1030”.
Analogías con España
Además de China o Italia, el Castillo de Praga reveló varias telas de origen español. Se trata, por ejemplo, de telas que cubrían la tumba de Přemysl Otakar II, fallecido en 1278. Como cuentan las investigadoras, la tela muestra una combinación de seda y lino, típica de España. Además, se pueden observar leones heráldicos, también típicos para la producción de los talleres españoles vinculados a Alfonso X el Sabio.
“En el siglo XIII había un taller muy sofisticado que se vinculaba a Alfonso X y, en lo que se refiere a España, tenemos analogías muy detalladas con las vestimentas para los muertos en el monasterio de las Huelgas en Burgos. Ahí las vestimentas se conservaron muy bien y existen publicaciones sobre ellas”.
Además de la combinación de seda y lino, para España era característica la producción del tejido crepé. El crepé podía aplicarse tanto para el lino, como en el caso de la producción de Egipto, como para la seda, que es el caso de España, continúa Bravermanová.
“En el siglo XIII había un taller muy sofisticado que se vinculaba a Alfonso X y, en lo que se refiere a España, tenemos analogías muy detalladas con las vestimentas para los muertos en el monasterio de las Huelgas en Burgos”.
Milena Bravermanová
“La evidencia más antigua del tejido crepé de seda es la vestimenta de bautizo para un niño cuyos restos se encontraron en la tumba del príncipe Bretislao II que está en la Catedral de San Vito. Lo sorprendente es que los restos no son de un esqueleto masculino, sino de dos esqueletos femeninos y dos infantiles. Y entre los infantiles había restos de un tejido de seda muy fino. En la capucha tiene una cruz, por lo que lo interpretamos como vestimenta de bautizo. Esta tela tiene el efecto del crepé muy marcado”.
Concluyen las investigadoras que saber toda esa información llevó muchas décadas por el hecho de que, por ejemplo, no había una técnica adecuada para el estudio detallado y antes de la Revolución de Terciopelo en 1989 tampoco se podía viajar y adquirir publicaciones científicas que facilitaran la comparación con las colecciones guardadas en el extranjero, necesaria para la identificación de las piezas.
Hoy en día, las telas de las tumbas del Castillo de Praga están depositadas en el propio Castillo y, como conjunto, se pueden observar solo mediante las fotografías incluidas en el libro de Březinová y Bravermanová.