Hace 60 años los comunistas checoslovacos construyeron la Cortina de Hierro

‘La Cortina de Hierro’

La Cortina de Hierro, la frontera física e ideológica que dividió a Europa después de la Segunda Guerra Mundial, impidió la salida del país a millones de checos y eslovacos hace 60 años.

‘La Cortina de Hierro’
En una conferencia en Estados Unidos, el primer ministro británico Winston Churchill dijo, en 1946, que "Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, había caído sobre el continente una cortina de hierro".

Tan solo seis años después de las palabras del político británico, el régimen checoslovaco empezó a construir su tramo de la Cortina de Hierro, proyecto que denominó ‘ley para la protección de las fronteras del país’.

Los 3479 kilómetros que copiaban la frontera con Alemania y Austria se convirtieron en una impenetrable alambrada vigilada las 24 horas del día por 18.000 soldados con entrenamiento especial, tal como recordara el historiador Ivo Pejčoch.

Ivo Pejčoch
“Al principio se construyó un sistema con tres niveles de alambradas. Un año después el sistema se reforzó con alambradas eléctricas con una tensión de hasta 6.000 voltios y en una fase posterior los campos fueron minados”, dijo el historiador.

Con la llegada al poder de los comunistas en 1948, un alto porcentaje de la población inconforme empezó a salir del país. El éxodo masivo de ciudadanos no era bueno para la propaganda del régimen, por lo que decidió levantar una Cortina de Hierro y encerrar a millones de personas.

Para lograr su cometido los estrategas comunistas propusieron, entre otras cosas la creación de una zona de dos kilómetros de ancho bordeando las fronteras con Occidente. Se trató de un territorio prohibido, de uso exclusivo para los policías y militares encargados de resguardar la frontera, para ello fue necesario desalojar a miles de personas, obligadas a abandonar sus casas y tierras.

En una zona cercana a la frontera con Alemania fueron desalojas más de 4.000 personas, mientras que a las que vivían en los alrededores se les dio un permiso especial, al tiempo que disponían de un limitado radio de circulación.

Los militares y policías fronterizos se escogían entre los más fieles al Partido Comunista, eran personas ideológicamente fiables, tenían la orden de disparar contra todos los que trataran de cruzar ilegalmente la frontera, indiferentemente de si fueran hombres, mujeres, niños o ancianos.

Los policías fronterizos mataron entre 1948 y 1989 a unas 300 personas y detuvieron a miles que fueron juzgadas y encarceladas por el único delito de querer cruzar al otro lado la Cortina de Hierro.

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