Top Secret: la CIA, Checoslovaquia y miles de documentos desclasificados
Miles de documentos desclasificados por la CIA retratan la Checoslovaquia de la Guerra Fría. Esta, por su importancia estratégica, fue seguida con lupa por los servicios de inteligencia estadounidenses durante años.
La Ley de Libertad de Información supuso toda una revolución para los Estados Unidos allá por la década de los 60, ya que permitió que cualquier persona pudiese acceder a la información federal del gobierno. Si bien en la práctica este derecho estaba, y sigue estando, limitado por diversas excepciones, esta iniciativa sirvió para abrir camino y sentar un importante precedente en cuanto a transparencia.
Continuando con esa voluntad aperturista fue la propia CIA la que años más tarde comenzaría a desclasificar material de valor histórico y ponerlo a disposición del público. Estos documentos versan sobre asuntos en muchas ocasiones más propios de la ciencia ficción: experimentos psíquicos, avistamientos de ovnis, la investigación acerca del asesinato de JFK, etc.
Sin embargo, uno puede encontrar información de todo tipo entre el material desclasificado. Buena prueba de ello son los documentos donde se analiza la situación de la Checoslovaquia de la época, un país que por aquel entonces representaba un enclave estratégico en plena Guerra Fría y con el que el entonces presidente, Lyndon B. Johnson, se encontraba de sobra familiarizado. En uno de sus “Resúmenes Diarios”, Johnson pudo leer esta detallada descripción acerca del entorno checoslovaco.
“Después de 20 años en el poder, los comunistas checos tienen poco que mostrar por sus esfuerzos, excepto el estancamiento económico y el creciente descontento entre segmentos importantes de la población. El país es un buen candidato para el peor caso del mundo de lo que el comunismo puede significar para un pueblo que había desarrollado una economía bastante moderna y estaba relativamente satisfecho con su suerte antes de la toma de poder comunista. El partido en sí está muy dividido entre liberales y conservadores, y el resultado es confusión y falta de cohesión en la cima. Los liberales instan a una mayor descentralización del aparato estatal, incluida una mayor autonomía para las fábricas y granjas individuales. Muchos también están a favor de cierta relajación en los estrictos controles políticos del régimen. Los conservadores, por otro lado, temen que estos cambios diluyan el poder político del partido y debiliten sus vínculos con Moscú".
Desde Washington se seguía con especial atención la actualidad del país, que parecía mostrar ciertos signos de disidencia hacia Moscú. Checoslovaquia representaba un valioso bastión comunista en pleno centro de Europa y, paralelamente, el papel checoslovaco como uno de los principales proveedores de armas del Viet Cong hacía que este fuese un objetivo importante para los servicios de inteligencia estadounidenses. Así lo confirma Oldřich Tůma, historiador de la Academia Checa de Ciencias.
“Por supuesto, los gobiernos occidentales y sus servicios de inteligencia siguieron la situación en Checoslovaquia desde finales de 1967. En el caso de Estados Unidos, fue motivado por la guerra en Vietnam, porque Checoslovaquia era un importante proveedor de armas y otro material militar para el Viet Cong. Cuando los funcionarios del gobierno estadounidense discutieron el desarrollo de la Primavera de Praga, en 1968, nunca dejaron de mencionar que, después de la Unión Soviética y China, Checoslovaquia era el tercer exportador de armas a Vietnam y suministraba alrededor del 10% de todo el equipo militar. Creo que EEUU entendió la situación checoslovaca, siempre en el contexto de sus relaciones con la URSS y la Guerra de Vietnam. Necesitaban saber cómo afectaría esa liberalización de Praga a Moscú y si podría jugar algún papel en las elecciones presidenciales”.
Para 1968 la voluntad reformista del pueblo checo ya era una realidad y la aparición de Alexander Dubček como nuevo líder de la Checoslovaquia comunista supuso todo un quebradero de cabeza para el Kremlin.
Los documentos dejan constancia de que desde la Casa Blanca estaban al tanto de esta situación y es precisamente a través de estos como el presidente Johnson seguía la evolución de los hechos. Los servicios de inteligencia estadounidenses, por ejemplo, anticiparon el corto recorrido que tendrían las aspiraciones checoslovacas de distanciarse de Moscú e incluso la posterior invasión militar soviética.
“El anuncio de que las fuerzas soviéticas comenzarán a retirarse de Checoslovaquia el 13 de julio podría ser una tapadera para el redespliegue de las tropas de áreas de entrenamiento y puntos de reunión hacia lugares cruciales en preparación para un golpe conservador, probablemente en las siguientes 24 horas, el domingo”.
Por este mismo motivo, la posterior invasión comunista no fue en absoluto una sorpresa para Washington. Desde allí se condenó la acción soviética pero el asunto quedó como un episodio más dentro la tirantez reinante entre las dos potencias. Checoslovaquia poco tuvo que decir al respecto, tal y como afirma Oldřich Tůma.
“Entre el 19 y el 25 de agosto de 1968, el embajador soviético en Washington, Anatoly Dobrynin, se reunió varias veces con el secretario de Estado estadounidense Dean Rusk y habló al menos una vez con el presidente Lyndon Johnson. El embajador checoslovaco, Karel Duda, sólo tuvo una reunión de quince minutos con el jefe del Departamento de Europa Central durante la cual pudo negar que la invasión liderada por los soviéticos fuera por invitación del gobierno checoslovaco. Creo que muestra que los acontecimientos en Checoslovaquia fueron importantes, pero Checoslovaquia en sí no fue importante. Es bueno recordar eso".
También recogen información detallada acerca de la figura del propio Dubček así como de otros pesos pesados de la esfera política del momento, como el que sería el primer ministro más longevo del país, Lubomír Štrougal.
“Dubček y los liberales son susceptibles a una erosión gradual del mandato popular que es la fuente de su poder. (…)Se han reducido a objeciones sobre lo no esencial y ahora les resultará difícil salvar las reformas, como las garantías de las libertades individuales. Lubomír Štrougal no es un estalinista fanático, pero es un conservador de mano dura. Amigo personal del ex jefe del partido Novotný, Štrougal se volvió contra él el invierno pasado y ayudó a sacar a Novotný del poder. Le pagaron con un cargo de viceprimer ministro, un puesto que todavía ocupa”.
Los informes incluso llegaron a vaticinar su ascenso dentro del partido y, por muchos años, continuaron retratando y monitoreando para Washington la actividad de esa Checoslovaquia que representaba una de las joyas de la corona soviética. Cualquiera puede acceder a estos documentos a través del portal de la CIA: https://www.cia.gov/readingroom/home.