El ‘tren de la libertad’ cruzó el Telón de Acero hace 70 años

En septiembre de 1951 se produjo la mayor fuga de ciudadanos checoslovacos a occidente. El municipio fronterizo de Aš presenció el secuestro de un tren con 110 pasajeros a bordo para llegar a la República Federal Alemana. La mayor parte de ellos regresaron a Checoslovaquia, pero después no lo tuvieron fácil.

El 11 de septiembre de 1951, tres hombres se hicieron con el control del tren que cubría la línea Cheb-Aš. Se trataba del maquinista Jaroslav Konvalinka, el jefe de circulación Karel Truksa y el médico Jaroslav Švec. Su conocimiento del lugar, de la vía y del propio ferrocarril les facilitó su plan, que era sencillo: pasar de largo la estación fronteriza de Aš, acelerar y plantarse en Alemania occidental.

El 'tren de la libertad' | Foto: Česká televize

A 70 kilómetros por hora, y con 110 pasajeros a bordo, el tren atravesó la barrera de madera que separaba Checoslovaquia de Baviera y del mundo democrático y se detuvo apenas medio kilómetro después en Wildenau, la primera estación al otro lado de la frontera.

La mayor parte de los viajeros, no sabía nada del plan, como explicó en su día para la Radio Checoslovaca una de ellos, Anna Pubáková.

“Estaba preparando mis cosas, el bolso y el abrigo, para bajar en la estación de Aš, en Bohemia. En un momento el tren aceleró a toda máquina y la señora Chludová, que viajaba a mi lado, dijo: ‘Mire, pero si estamos en el Reich’”.

La mayor parte del pasaje la conformaban pacientes del balneario de Františkovy Lázně y alumnos de bachillerato de Cheb, pero también guardias fronterizos y miembros del Cuerpo de Seguridad Nacional.

Un Jeep esperaba en territorio alemán al médico y al jefe de circulación. Tras saludarse en checo, los dos se subieron al vehículo y desaparecieron. El tren permaneció en el lugar una hora y después fue conducido a la estación de Selb. Allí, el maquinista y más de treinta personas declararon su intención de quedarse, según lo planeado.

El 'tren de la libertad' | Foto: Česká televize

Para el resto de los viajeros todo había sido inesperado. Una pasajera recordaba hace pocos años aquel capítulo para la Televisión Checa.

“Pensábamos que habían fallado los frenos. Una vez allí, yo no podía quedarme, era hija única, para mis padres habría sido demasiado”.

La noticia dio la vuelta al mundo y ocupó portadas de periódicos y revistas occidentales, por lo que el régimen comunista no fue capaz de acallar el suceso. Los medios checoslovacos manipularon la noticia, explicó a la Televisión Checa el historiador Libor Svoboda, del Instituto de Estudio de los Regímenes Totalitarios.

“Si uno se fija, ve la diferencia en cómo se trató el tema a ambos lados de la frontera. El diario Rudé Právo escribía ‘Secuestro de ciudadanos checoslovacos’, ‘banda terrorista’, ‘terroristas’, etcétera”.

Libor Svoboda | Foto: Instituto de Estudio de los Regímenes Totalitarios

En las noticias checoslovacas, los organizadores del plan llevaban armas y habían amenazado al personal del tren y a los viajeros para que se quedaran en Alemania, siguiendo un plan urdido y ejecutado por Estados Unidos.

El aparato comunista se vio sorprendido por el suceso e inmediatamente se puso a investigar el entorno de los fugados, con el resultado de 70 personas condenadas, una de ellas a muerte, aunque finalmente no fue ejecutada la pena.

Tampoco para los propios viajeros que regresaron a Checoslovaquia fue sencillo. Tuvieron que enfrentarse a duros interrogatorios, convertidos de repente en sospechosos tanto de organizar la fuga como de colaborar con ella y con los servicios secretos capitalistas. Pero también fueron acusados incluso de cobardía, por haber permanecido pasivos ante el secuestro y haber ayudado así al enemigo, recuerda el historiador Svoboda.

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