2) La escultura celta más valiosa de Europa apareció por accidente
Una cabeza de piedra de un druida celta fue descubierta durante la persecución a un ladrón en 1943. A día de hoy, representa la pieza más conocida de la colección del Museo Nacional.
De acuerdo con los arqueólogos, la cabeza de Mšecké Žehrovice es la única prueba incuestionable del arte celta en territorio checo. Elaborada en marga, tiene 25 centímetros de altura y representa un rostro masculino con un collar conocido como torques. Precisamente esta joya permitió identificar que se trata de la cabeza de un celta, explica la arqueóloga Natálie Venclová, del Instituto Arqueológico de la Academia de Ciencias de la República Checa.
“Desde el punto de vista arqueológico, los celtas en nuestro territorio eran idénticos a la cultura de La Tène y la cabeza está hecha en el estilo que asociamos con los celtas. Es una cabeza con cara plana, pelos arreglados en la frente y los ojos con cejas terminadas en espiral, que es una característica de la cultura de La Tène. La boca con bigote también termina en espirales y las orejas son ornamentales en forma de motivos vegetales. Creemos que es un capullo de loto, motivo del mundo antiguo. Sabemos que es un celta y que fue realizado aproximadamente entre los siglos III-V a. C”.
La coincidencia que escribió la historia
La cabeza apareció en 1943 en las cercanías del pueblo de Mšecké Žehrovice, en Bohemia Central. Durante la Segunda Guerra Mundial, la familia Šlajchrt rentó un terreno situado al lado de una cantera de arena. La erosión provocada por las constantes excavaciones obligó a las autoridades a cerrarla. No obstante, el material de construcción era un hurto atractivo para los ladrones. Un día, Josef Šlajchrt se puso a perseguir a uno de ellos cuando encontró en un lugar de la excavación la primera pieza de la cabeza celta. Más tarde descubrió otras tres. Según el hijo del descubridor, antes de que llegara ningún arqueólogo, las piezas permanecieron guardadas en su casa y probablemente sirvieron de vez en cuando de juego, apunta Natálie Venclová.
“Mis compañeros entrevistaron a aquel señor y es cierto que encontraron la cabeza en la cantera de arena. Se dieron cuenta de que era algo importante y llamaron a un arqueólogo de Praga, quien examinó el hallazgo. Hasta entonces, la pieza se encontraba en su casa y puede que jugaran con ella, pero no la destruyeron. El arqueólogo Ivan Borkovský, que fue convocado al yacimiento, descubrió que se trataba de un hallazgo significativo. Después, la cabeza fue entregada al Museo Nacional y el tema permaneció silenciado hasta el final de la guerra, ya que existía el temor de que los alemanes se la llevaran. A continuación, el hallazgo se presentó al público y tuvo una gran repercusión, no solo en el mundo arqueológico”.
La posterior investigación arqueológica de la antigua cantera de arena reveló un área cuadrangular vallada situada justo al lado del lugar del hallazgo. Se descubrieron asimismo huellas de un asentamiento que pertenecía a la cultura de La Tène. Durante los diez años siguientes se produjeron nuevos hallazgos que indicaban que el lugar pudo ser un santuario, prosigue la arqueóloga.
“Resultó que la formación cercada es como un patio que probablemente albergara a alguna élite. La gente común, por lo general, no vivía en áreas cercadas. De hecho, hubo algunos hallazgos excepcionales que dieron testimonio de la importancia y la riqueza del grupo que vivía allí”.
La cabeza celta estuvo guardada en un hoyo junto con otros objetos que indican que el periodo de su colocación fue entre los siglos I y II a. C. La investigación de la localidad de Mšecké Žehrovice descubrió que el lugar tiene una historia rica.
“No era un pueblo cualquiera, porque se fabricaban allí pulseras de sapropel negro, que también es característico de la cultura de La Tène. Son muy bonitas, parecen como si estuvieran hechas de ébano. Probablemente tenían algún significado simbólico y se produjeron en esta región. En el lugar existía asimismo producción de hierro, era un asentamiento industrial”.
Los arqueólogos emprendieron una investigación de la relación del pueblo con el busto y revelaron rasgos interesantes desde el punto de vista artístico-histórico, como la forma del peinado de la cabeza que coincide con otros hallazgos del extranjero.
“En Irlanda, donde también vivían los celtas, aparentemente se mantuvo el druidismo, que poco a poco se convirtió en monacato. Es decir, los druidas se convirtieron en ermitaños y monjes. La iglesia cristiana más antigua de Irlanda tiene características que se asocian con los celtas y los druidas. Otra de las características es la tonsura en la cabeza, que era una costumbre de esa Iglesia. Esta es una prueba hermosa, aunque indirecta, de que la cabeza de Mšecké Žehrovice representa a un druida”.
De acuerdo con la arqueóloga, la cabeza puede representar al llamado Héroe, una persona que destacó por algún hecho y era adorada por la comunidad.
Un hallazgo único en el territorio europeo
En el territorio europeo se han descubierto como máximo una o dos docenas de objetos parecidos y la cabeza encontrada en Žehrovice destaca entre ellas, afirma la arqueóloga.
“Nuestro hallazgo es definitivamente único, el mejor hecho y lo tiene todo: ojos, nariz y boca. Las cabezas encontradas en Alemania y Francia son un poco diferentes, pero comparten características similares, como el cabello y las orejas de la misma forma. Es interesante que en Francia también se encontraran las cabezas en una cerca cuadrangular y su interpretación sea similar a la nuestra. Fue una persona destacada y eso apoya nuestras ideas”.
Por su singularidad, la pieza se exhibe para el público sólo en ocasiones especiales. Su depósito en el Museo Nacional lo ha abandonado para ser exhibida en varias exposiciones nacionales e internacionales, como, por ejemplo, en Venecia, Tokio, Ávila, Berna y Stuttgart.
Esta serie ha surgido en colaboración con el Instituto Arqueológico de la Academia de Ciencias de la República Checa.